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Restitución

Restitución (Mario Martín Gijón)

Restitución
Mario Martín Gijón
2023
280 páginas

En marzo del año pasado leí La pasión de Rafael Alconétar, novelaberinto u obra maestra, como prefieran, por si lo de novelaberinto no les impele a la lectura. En abril del presente año Mario publicó en Pre-Textos la novela Restitución.

Me llevé la novela en un viaje por Italia, a Venecia en concreto. Comienza así:

Fue en medio de una tormenta apocalíptica, mi rostro iluminado por el claroscuro de los relámpagos, que abandoné para siempre la Ciudad de la Belleza. Había estado sesteando en Campo San Polo, mirando a los alemanes tomarse sus Aperol Spritz

La Ciudad de la Belleza es Venecia y durante las primeras páginas me afané por buscar en la ciudad aquello que se iba mentando en la novela. La iba leyendo a paso de proboscidio, embargado además por una sensación extraña, pues creía estar leyendo una novela histórica, aunque luego comprobé que estaba ambientada en el presente, que un episodio, como El hombre del salto con DeLillo describiendo la caída de las torres gemelas, nos sitúa en París en 2019, en el momento en el que arde Nôtre Dame.

El polaco Zbigniew deja Venecia y como se suele decir, no encuentra dónde ahorcarse. Zbigniew es un artista, un escultor afanado en los motivos religiosos; una religiosidad que como la del beato que dilapida su existencia rezando, no parece deparar beneficios notables a sus pares, así nuestro escultor va centripetando, o escu(l)piendo de sí a quien quiere, como a su mujer Madzia, la cual cae en el domicilio de Neumann (en sus postrimerías vitales) como cuidadora, y de rondón Mario nos introduce a Heidegger y a Celan, al pensador y al poeta, al nazi y al judío. Al autor de los Cuadernos negros y al poeta autor de Todtnauberg, el cual decidió suicidarse arrojándose al Sena, quizás porque pensaba que solo la muerte sería capaz de restituirle todo cuanto le habían arrebatado en vida. Antes había intentado asesinar su mujer y luego quitarse la vida, y salió del psiquiátrico para reunirse con Heidegger, quizás con la esperanza de obtener una restitución, a tal fin, para ese encuentro escribió Todtnauberg.

Como todos los personajes de la novela parecen tocados por un espíritu, sino aventurero, sí errabundo (donde los personajes se sitúan en Carratraca, Málaga, Venecia, París, Berlín), los destinos de Sofia y del alemán Jeremy se unen para llevar a cabo una búsqueda, la del libro El fermento, obra de Ernesto Giménez Caballero. Un viaje físico que también deviene espiritual, pues veremos cómo Jeremías conecta con algo atávico, ancestral, en una visita a una cueva, sacando de sí su ánimo más primitivo y belicoso, quizás porque el corsé de la modernidad y el papanatismo del que se alimenta no le han dejado ser él mismo. Jeremías trae también a colación a Celan y a Heiddeger, pensador hacia el que sus afectos pendulean entre la veneración y el odio, pero al que decide leer, para no dejar que las opiniones de los demás condicionen la suya.

La novela se fragmenta y cambia de rumbo bruscamente. Un capítulo, El testamento chileno, nos lleva a 2020, para luego retrotraernos a 1973, al golpe de Estado en Chile. Ahí comparece el escultor Miroslav, junto a Eduardo, convertidos en dos pequeños seres rotos en un país roto. Y todo parece conectarse, y así la violencia de 1973 vuelve en 2020 con el presidente Sebastián Piñera declarando enemigos a los ciudadanos indignados del pueblo de Chile.

Otro capítulo, bajo el título La parábola europea, son las conversaciones que mantienen en un camión un puñado de cabezas que han sido guillotinadas.

Mario consigue un plausible equilibrio entre el qué y el cómo. Siempre hay tensión en el texto y continuas sorpresas, con un lenguaje exprimido en continuos juegos de palabras que tienen sentido, que dan plasticidad a la narración, siempre alimentada esta por el humor, la reflexión, la ironía, la transgresión, los apuntes eruditos y también vulgares.

Si están buscando una novela para dejar la mente en blanco, o para “no pensar”, Restitución es la peor opción posible.

Sumun 2022

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1. Edad de hombre (Michel Leiris; Editorial Laetoli; Traducción de Mauricio Wácquez).
2. El árbol de agua: La miel, El viaje, El libro de las iglesias abandonadas (Tonino Guerra; Editorial Pepitas de Calabaza; Traducción del romañolo de Juan Vicente Piqueras)
3. Hierba (Keu Suk Gendry-Kim; Reservoir Books; Traduccion de Joo Hasun)
4. La obra de una vida (Béla Hamvas; Ediciones del Subsuelo; Traducción de Adan Kovacsics)
5. De paseo por los limbos (Anna Adell; Wunderkammer Editorial)
6. Liturgia de los días. Un breviario de Castilla (José Antonio Martínez Climent; Krk Ediciones)
7. El instante y la libertad en Montaigne (Rachel Bespaloff; Hermida Editores; Traducción de Manuel Arranz)
8. La muerte feliz de William Carlos Williams (Marta Aponte Alsina; Candaya)
9. La pasión de Rafael Alconétar (Mario Martín Gijón; Krk Ediciones)
10. Recaya (Adriana Bañares; Editorial Páramo)

Sirva el presente Sumun 2022 para poner de relieve mis mejores lecturas del año.

Otros enlaces de interés:

Sumun 2021
Sumun 2020
Sumun 2019
Sumun 2018

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La Pasión de Rafael Alconétar (Mario Martín Gijón)

Escribo con el corazón palpitante, fresca la emoción. Acabo la novelaberinto de Marío Martín Gijón agotado. Novela imposible de leer de un tirón, sino a tirones, a trancas y barrancas (el autor despacha unas cuantas páginas en distintos idiomas: catalán, italiano, alemán, francés, portugués- Gracias a Dios, o a google lens, que uno pueda sortear estos trances). Después de unas cuantas lecturas, las que he llevado a cabo estos últimos quince años, la novela de Mario me parece una cumbre. Vaya eso por delante.

Pienso en la escritura y los malabares del lenguaje como en un ejercicio acrobático, circense, también puro contorsionismo (hay un sinfín de id(e)as de olla), un caminar sobre la cuerda floja, mirando a los ojos el vacío que también te mira a ti, y pienso en lo difícil que es definir o retra(c)tar a alguien, el lenguaje ofreciendo la resistencia y persistencia de la resaca, que lejos de la orilla y de conducir la narración a buen puerto, la sitúa en alta mar, a medida que los acólitos, amantes, amigos o detractores de Rafael, nos hablan del muerto o el desaparecido, esto no se sabrá hasta el instante final, hasta los últimos estertores de la novela, y diez años después de su muerte/desaparición, una de sus amantes y alumnas de un taller literario por él impartido, trata de esclarecer los hechos y toca reconstruir la memoria con la perspectiva que da el paso y el peso y el poso del tiempo. No es tanto la extensión de la novela, casi 750 páginas, porque he leído novelas más extensas sin el menor esfuerzo, sino el uso y disfrute que el mayúsculo autor MARIO MARTIN (A)G(U)IJÓN, hace del lenguaje lo que la hace especial, Una novela trabajada al máximo que exige igual dedicación al lector que se deje perder en este dédalo. No olvidemos que una novela es una suma, aquí adicción de palabras, como si Joyce se hubiera zampado a Bayal y Mario se hubiera tomado como algo personal, a lo largo y ancho de casi una década (lo que ha durado la gestación), el agotar o acogotar el lenguaje en su novelaberinto, explo(r/t)ando todas las posibilidades que el lenguaje ofrece y merece, y así a aquellos que gozamos lo que sí está escrito con los juegos de palabras e innúmeras muestras de ingenio que Mariofrece, la lectura te sume y consume, al constatar que la narración no avanza, porque me dirán (pueden poner un comentario) cómo se avanza en la definición de una persona, cuando cada opinión hace de contrapeso de la anterior o directamente la contradice. Las páginas o pajinas (algunas están hechas para correrse: para que sintamos cómo nuestras mentes son folladas una y otra vez, en un gangbang bestial) son un disfrute por la cantidad de matices que ofrecen, porque cada cual da su parecer sobre Rafael (inasible, inaprensible, inmarcesible. Para unos un maestro, para otros un depravado, para otros un escritor sin parangón, para ellas un amante bandido, para otros un falsario) en un tono elevado, tocados por las musas y por una verbosidad subyugante, al tiempo que se arremete contra ciertos usos y costumbres muy arraigados en la docencia, tanto bachicerril (Leo: Tú no sabes lo embrutecedora que es la labor de un profe de secundaria. Docencia que parece que lejos de sacar al exterior lo mejor de cada alumno para que germine, consiste en ahormar, uniformar, constreñir a los alumnos hasta esterilizar su imaginación) como universitaria o en la crítica literaria, incapaz de juzgar (para denostar) aquello que queda fuera de las luces de posición de sus alcances. Reflexiones interesantes, como esta acerca de la fama: La fama te excluye de ti mismo, te entrega en hipoteca a tu público.
Más gesta que gesto, persisto alumbrado y deslumbrado. Sigo las cuitas o coitos del Maestro y sus discópulas, atento a los hi-meneos de cad-eras y sig(i)los. Leo que Rafael creía en la polinización de la literatura. Y sí, es porosa en sus esporas y la lectura cala y cuela. Esta novelaberinto es un porqué, este porqué una razón, esta razón nuestra infaustina Pasión: la de Alcón-eta-r, pájaro de altos vuelos y atmósferas imposibles, terrorista de lo establecido, sus jerarquías, atavíos y servilumbres que calientan la sopa boba de estómagos agradecidos.
Rafael es un espectro. Un fantasma enmascarado. Un lienzo en blanco, en el que cada uno irá marcando un punto o chorreando sobre él, ora la hiel, ora la miel, ora el menstruo, ora pro bilis. ¿El resultado?
El éxtasis del lenguaje. ¿Muerto por sobredosis? No.

Leo: Regresar a esa época olvidada en la que vivíamos sin lenguaje. ¿Sin lenguaje?, ¿Después de haber leído casi 200.000 palabras?. Me quedo sin habla, luego escribo.

Leo: Los buenos libros, como la vida, solo tienen un defecto, pero imperdonable: que terminan.

Cierto.

Imaginen que Odiseo regresa a casa y Penélope quitándose (o poniéndose) las gafas progresivas le pregunta ¿eres tú? Sí, soy yo, qué pasa, responde él, preguntando, ¿Y qué tal la odisea (en minúscula, porque diez años tricotando se pasan volando)?, vuelve a requerir Penélope. Bien, replica Odiseo con gesto de fastidio, mirada torva y sin entrar a mayores.

Una reseña, ante un libro como el presente (sí, es un regalo para cualquier lector@), da para eso: para una sola palabra: Léanlo. (si/sí ( /,) son capaces)

La novela la edita (y de qué manera) KRK.