Archivo de la categoría: Crítica

Pandora

Pandora (Henry James 2014)

Henry James
Editorial Impedimenta
2014
124 páginas
Prólogo y traducción de Lale González-Cotta

A Otto Vogelstein y a Pandora, los protagonistas de esta breve novela, sé que los recordaré con el paso del tiempo.

Aparece el conde alemán (palindrómico) Otto a bordo del barco que le llevará de Europa a los Estados Unidos, donde trabajará como diplomático en la embajada de Washington. El tedio que lo asola en la singladura, deja de serlo cuando a bordo suba una familia, y sus ojos reparen sin remisión en una joven, Pandora Day.
En ese juego de sí y no, de querer y no querer, de miradas, de encuentros que quieren parecer casuales, es donde Otto se prenda de Pandora.

Otto con su mentalidad aristocrática europea, se afana en saber qué clase de persona es Pandora, al menos aparentemente, cual su clase su social, cual su estatus, pues le choca que de unos padres tan paletos y provincianos haya surgido una mujer tan resuelta, espabilada y subyugadora y para ello requiere la ayuda de Mrs. Dangerfield, quien intenta por todos los medios de alejar a Otto de la joven imantadora.

James, nos brinda reflexiones sarcásticas (alguna hilarante como las tres horas que los padres de Pandora pasaron en la Acrópolis griega y que para el narrador explicaría que cuando estos se quedan alelados mirando el ponto vinoso, en realidad estén pensando en Pericles..), el clásico periplo de las clases pudientes americanas por Europa (la familia de Pandora regresa a Estados Unidos tras dos años por distintos países de Europa), y una prosa que pasa del puntillismo y el detalle minimalista, en pos de la introspección, a despachar otros asuntos, de un plumazo, como si el narrador no tuviera que estar a esos nimios detalles, que dicho sea de paso no le «incumben».

Las elipsis nos llevarán del barco al carnaval que Mrs Bonnycastle celebra en su mansión, donde de nuevo Otto y Pandora coinciden y donde de nuevo las brasas del deseo o del interés, se avivan. Otto pone en evidencia su interés hacia Pandora, y sacia su curiosidad cuando entiende y constata que Pandora es ese prototipo de mujer americana que pasará a denominarse como «mujer hecha a sí misma».

La narración es alegre, jovial, subyugante, hilarante, una alegría que es contagiosa, en la que el lector, como le sucede a Otto, cuando está junto a Pandora, pasa a ser testigo de su propia vida, expectante ante aquello que está por acontecer, ante una Pandora cuya alegría y simpatía es una máscara con la que ocultar sus anhelos y verdaderos sentimientos.

Muy recomendable nouvelle publicada en 1884 y editada en 2014 con una impecable factura por la Editorial Impedimenta.

Henry James en devaneos | Washington Square | Otra vuelta de tuerca

Los reyes de lo cool

Los reyes de lo cool (Don Winslow 2012)

Don Winslow
335 páginas
2012
Random House

Los reyes de lo cool es la precuela de Salvajes, que Oliver Stone llevó al cine. Los personajes principales son los mismos. Ben, Chon y O.

Winslow hace del minimalismo su bandera y del lenguaje televisivo su estilo y así es capaz de despachar tres capítulos por página, y algunos capítulos con tan solo un palabra, o un «que te jodan». Para Winslow lo negro y lo grotesco es todo uno.

Esta forma de narrar tan acelerada la podemos entender por ritmo. La historia va de tráfico de drogas al sur de California, de cárteles de méxico, de policías corruptos o con ganas de medrar, de una joven multiorgásmica como O que no tiene otro pito que tocar que saber quien es su padre, de jóvenes como Chon o Ben, que ven en la droga un medio, no exento de riesgos, de ganarse muy bien la vida.

Winslow construye personajes a brochazos y crea atmósferas que son como cohetes de feria: explosivas y nada más. Mete buenas dosis de violencia y sexo, algunas reflexiones de todo a cien, sobre el devenir de la sociedad americana de los años 70 hasta la primera década del siglo XXI, ciertos juegos de palabras que a los americanos les harán cierta gracia, devaneos etimológicos y un empeño en superar ciertos clichés, que a su vez son otro cliché.

Todo lo que se lee es rápido, fragmentario, episódico, epidérmico, provocador a ratos, ramplón casi todo el tiempo y si te pilla con la guardia baja, hasta entretenido.

Hoteles

Hoteles (Maximiliano Barrientos 2011)

Maximiliano Barrientos
126 páginas
2011
Editorial Periférica

La última novela de Maximiliano Barrientos, La desaparición del paisaje, es la crónica de un regreso, un ejercicio de reconstrucción de un pasado, velado, cercenado y fragmentado. En esta novela, escrita en 2011, los personajes en lugar de regresar, huyen, son fugitivos de sus propias vidas, que se extravían por carreteras desiertas, dormitando en Hoteles, hablando con extraños, acumulando kilómetros, y experiencias, quieren creer que construyéndose un pasado, fabricando imágenes, que son las que construye y plasma sobre el papel Barrientos, flashes de escaso impacto, como cuando nos alumbran con una linterna y luego el haz de luz se dirige a otra parte.

El autor registra este tiempo fugitivo en tres voces que narran. Las voces de Tero, Abigail y Adriana. La última, es una niña que fantasea con los efectos de una tercera guerra mundial. Los dos primeros una pareja de adultos, ex actores porno. Circunstancia esta que parece reclamar una atención que luego cae en saco roto, dado que esa profesión no afectará a la historia en grado mínimo (más allá del típico tópico que hace que la gente rechace o no mire con buenos ojos a quienes hacen de la pornografía su medio de vida).

Barrientos plasma la sociedad líquida en la se insertan estos jóvenes. Si la vida de sus padres fueron largos viajes, relaciones duraderas, costumbres solidificadas, la de estos jóvenes por el contrario es la vida del movimiento, del deambular en múltiples viajes rápidos, cortos y a menudo dolorosas relaciones.

Si en La desaparición del paisaje Barrientos (novela de mucho mayor recorrido que esta) ofrecía una mirada capaz de emocionar, estos Hoteles, y el deambular de los personajes, deja poco margen a la imaginación. Sus personajes son como los coches que vemos pasar desde un área de servicio a toda velocidad: presencias reales a quienes la velocidad transfiere la cualidad de fantasmagóricas y episódicas.

La lectura de Hoteles me confirma el salto que Barrientos ha dado en estos cuatro años. Aquí ya había cosas que iban cogiendo forma, personajes que pedían la palabra, cierto estilo embrionario, que en su última novela Barrientos resuelve con maestría
.

Otra vuelta de tuerca

Otra vuelta de tuerca (Henry James 1898)

Henry James
119 páginas
1898

Esta novela debe ser leída con mucha calma y tranquilidad. Toda la tranquilidad que nos permita un texto plagado de interpretaciones, fantasmas/alucinaciones y trágicos finales, a fin de sacar el jugo a un texto que hace de la ambigüedad un arte.

La novela recoge el texto que escribió una institutriz, quien antes de morir legaría el texto al joven que tenía entonces a su cuidado, un tal Douglas, que transcribiría después el texto a un manuscrito, un manuscrito que una vez abierto será el que amenizará la velada nocturna de los amigos de Douglas, quien afirma tener entre manos una historia de fantasmas que va más allá de lo convencional: otra vuelta de tuerca más al género, al ser dos niños quienes ven los fantasmas. Douglas estuvo enamorado de la institutriz, diez años mayor que él y lo que ella plasmó sobre el papel, así como lo que se pudo poner o quitar en la transcripción, es susceptible de sospecha, de mentiras veladas, de verdades incompletas, ocultamientos y/o falseamientos deliberados.

Todo en la novela son enigmas, no sabemos por qué a Miles lo han echado del colegio, qué relación mantenía Miles con Quint, si la sirvienta también difunta, la señorita Jessel, tuvo alguna relación con su patrón, si Flora y Miles ven a los fantasmas, o si son imaginaciones de la nerviosa e insomne institutriz que parece enamorarse en un principio del hombre que la contrata, el tío de los dos niños huérfanos, que luego desplaza su amor, o su querer, o su delirio hacia Quint, fantasma de uno de los empleados de la casa que murió y finalmente quedar prendada y febril del niño, no tan niño, Miles, por quien siente una pasión amorosa irrefrenable, que James oculta, como todo el texto, bajo múltiples matices, interpretaciones, señales, delirios, bajo confesiones que se contradicen casi en el momento de ser proferidas. No sabemos tampoco de qué quiere salvar la institutriz a los niños, cómo piensa liberarlos de la influencia o a qué se refiere Miles cuando se empeña en querer contarle a su tío «todo«, etc.

Libro este de Henry James complejo y exigente que necesita ser releído más de una vez, para apreciar todos los detalles que esta obra de apenas cien páginas atesora. Una pieza de orfebrería, una joya engastada de enigmas y prolija en misterios.