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Berlín, Alemania, Agosto 2008

En los últimos años he tenido la oportunidad de visitar varias capitales europeas, todas ellas tienen su encanto: Estocolmo, Dublín, Londres, sin olvidar Madrid,… pero si hay una que realmente ha logrado sorprenderme, ha sido Berlín, de la que acabo de regresar hace unos días.

Mi colega Nostrum, compañero de viaje, ha dado buena cuenta de muchos de los aspectos que ofrece la ciudad, pero os voy a dejar por aquí también algunas de mis impresiones.

Lo primero que llama la atención al llegar a la ciudad es el poco tráfico que tiene. Era Agosto, lo que seguramente influiría, pero la densidad de vehículos era bajísima, incluso para esa época, más aún cuando ves como está el metro en hora punta y la cantidad de gente que se mueve en bicicleta.

la ciudad semivacía de tráfico

Y hablando del metro, sé que pasa en otras ciudades alemanas también, pero aquí sorprende que el metro no tenga tornos. Tienes que afinar un poco la vista para ver las máquinas en las que se compran los billetes y más aún para ver las que sirven para validarlos. Muchos al ver como lo tienen montado estarán tentados de viajar sin pagar. Ojo, porque a nosotros nos tocó ver un par de revisores pidiendo los billetes. Eso sí, se lo pidieron a todo el vagón y no pillaron a nadie sin él. Me han contado que en Munich, que tampoco hay tornos, hay a quien han pillado con billete, pero sin validar y le han metido una buena multa.

Y siguiendo con el metro y de las bicicletas, el hecho de no tener tornos facilita la introducción de las bicis en el metro, y por eso hay mucha gente que hace así parte del trayecto. Las bicis pagan billete y hay puertas y lugares en los vagones especialmente indicados para ellas. Lo tienen todo muy preparado. Cierto es que en Berlín los carriles bici están en todas partes y al ser llana es más la gente que se anima a usarla. Al aparcar muchos le dejan un plástico en el sillín previendo lluvias, para así no mojarse sus posaderas. Por la noche también se ve mucha gente en bici, a pesar de la poca iluminación que hay en las calles, otra de las cosas que llama también la atención.

el centro de Berlín desde el aire

De lo mejor que tienen las grandes capitales es la variedad cultural que suelen aglutinar. En Berlín, como en otras partes, esto se nota en la gastronomía, puedes degustar platos de muchas nacionalidades. La ventaja es que aquí (en toda Alemania en general) la comida es muy barata y la raciones abundantes. Ya podían aprender los hosteleros españoles.

Y esto es todo por hoy, mañana, otro aspecto de la ciudad.

Lo que queda del Muro de Berlín en la East Side Gallery

Ver la East Side Gallery es obligado si pasas por Berlín. Te permite hacerte una idea de que debía sentir la gente que quería cruzar al otro lado sin conseguirlo, muchas personas perdiendo la vida en el intento. Cuando lo recorrimos había autobuses de turistas que aparcaban en la calle, para echar unas fotos apresuradas y salir cagando leches a otra parte. La pena es que mucha gente se ha dedicado a escribir estupideces en el muro, pijadas al estilo, Fulanito estuvo aquí en tal fecha, o escribir frases y de los dibujos originales que hicieron los artistas cuando cayó el muro cada vez va quedando menos.

Lo que queda del Muro de Berlín


La nueva sinagoga en Berlín

La nueva sinagoga

El último día, antes de ir al aeropuerto, mientras la pertinaz lluvia nos mojaba con ganas, cogimos el metro, bajamos en Oranienburger y nos topamos casi de frente con el reflejo dorado de la Nueva Sinagoga, el más importante lugar de culto judío. Desgraciadamente estaba cerrada y no pudimos acceder a su interior.

La nueva sinagoga Berlín

Su imponente tamaño hace que desde la Torre de la televisión o desde la Cúpula del Bundestag se vea claramente su cúpula dorada, marcando el Skyline de Berlín. Al fondo como siempre se ve el omnipresente Pirulí, el cual sirve de referencia en casi cualquier parte de la ciudad.

Comer en Berlín

Comer en Berlín 1/2 pollo 2 euros

No me pareció nada caro comer en Berlín. La oferta de restaurantes es inmensa. Al ladito de la pensión, según íbamos a coger el metro en Frankurter Tor, pasábamos todas las mañanas por este local de unos turcos, donde como se ve, te podías pimplar medio pollo por sólo 2 Euros. Y no eran pollos piccolinos, sino de un tamaño normal. La cerveza de trigo, que bebíamos a diario nos costaba unos 3 euros el medio litro. Más me cobran en Logroño en el Fax, cuando me tomo una Franciskaner. Comimos en restaurantes indios, chinos y thailandeses y las raciones eran generosas y rondaban los cinco euros. Luego comer y beber nos salía por menos de 10 €, algo que se me hace barato tratándose de una capital Europea y sabido los puros que te meten en ciudades como Estocolmo, Amsterdam, Roma o Barcelona si quieres comer y beber fuera de casa todos los días.