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Viaje a Irlanda: Dublín

The Spire of DublinRyanair está haciendo de Dublín una ciudad mucho más asequible, gracias a los vuelos a bajo precio desde ciudades pequeñas europeas. Una de estas ocasiones ha sido la que he aprovechado para cogerme unas vacaciones y pasar unos días por Irlanda, empezando en Dublín y pasando por otras ciudades menores, como Galway, Limerick, Kilkenny, o los espectaculares Cliffs of Moher.

En Dublín (y esto es aplicable a Europa en general) no esperes que nadie hable español, porque ni siquiera hablan su propia lengua, el Gaélico, la mayor parte de ellos, aunque sorprende ver que absolutamente todos los carteles, panfletos o cualquier cosa que aparezca escrita está en bilingüe. Eso sí, españoles seguro que te encuentras en cualquier sitio, porque estamos por todas partes.

Tras un aterrizaje en Dublín con fanfarrias, como cada vez que un avión de Ryanair aterriza sin retrasos (el 90% de las veces, según ellos), cogimos un autobús para el centro de la ciudad desde allí mismo, por un euro y medio. A pesar de que la chica de información nos dijo que tardaría sobre una hora, en 20 minutos estabamos en O’Connell Street, que es la calle central y más importante de Dublín. La primera vez que uno llega allí no puede evitar levantar la cabeza hacia lo alto para sorprenderse del extraño monumento que han plantado en medio de la zona. Le llaman “The Spire of Dublin” y es un tremendo cono, de 3 metros de diámetro en la base y 15 centímetro en el vértice, que está situado 120 metros más arriba. En realidad se ve como si fuera una altísima aguja totalmente vertical que se eleva hacia a las alturas. Creó polémica por lo absurdo que parece, que sin duda es espectacular verlo.

Trinity CollegeEsa zona de la calle O’Connell, totalmente reformada recientemente tiene una aspecto moderno, pero si uno se mete por los barrios residenciales, con sus casas georgianas todas iguales, el aspecto es más simplón y ya yendo a los barrios obreros la cosa es todavía peor, con unas casas exactamente iguales, de ladrillo rojo desgastado y sucio que dan una sensación marginal y de tristeza que deprimen.

Personalmente la zona que más me gustó de Dublín fue la del Temple Bar, que es barrio central donde están todos los pubs, que es lo que más merece la pena de Irlanda, pues en ellos siempre hay música en directo, de grupos tocando instrumentos tradicionales o personas que sacan su guitarra para deleitar al público. Te tiene que gustar este tipo de música, pero con una buena pinta en la mano, ¿hay alguien que no disfrute en un pub irlandés?

Y ese es el otro gran aliciente del país: las pintas. Dublín, como una de las capitales europeas que más se ha desarrollado en los últimos años, es una ciudad cara, pero allí la media básica es la pinta (que viene a ser medio litro) y la bebida más clásica, la cerveza Guinness, que está presente en cualquier sitio, aunque también hay otras cervezas y también caña de sidra.

Precisamente en Dublín está la fábrica de Guinness, desde la que se exporta esta cerveza a todo el mundo. La vieja fábrica ahora está convertida en museo y se puede visitar. Seguramente no descubrirás nada que cambie tu vida, pero al menos te puedes tomar una pinta en el mirador circular que hay en el último piso desde el que se tiene una estupenda vista de toda la ciudad.

El Pub más antiguo de DublínOtras partes que se pueden destacar de Dublín son, por ejemplo, la zona del Trinity College, con un ambiente estudiantil típico o los parques de Merrion Square o St. Stephen’s Green, en el centro de la ciudad, que si te tocan unos días soleados como ha sido nuestro caso, te permiten pacer a gusto bajo un sol suave. Pero si lo que quieres es disfrutar de un gran parque, ya a las afueras de la ciudad tienes el Phoenix Park, que es bastante más extenso y donde puedes ver incluso el parque zoológico y algunos monumentos, como un tremendo obelisco levantado en honor de Wellington, que tiene 62 metros de alto y bastante grueso, con un aspecto realmente vasto, si no me equivoco, el obelisco más grande de Europa.

También destaca en Dublín su devoción por los escritores, para eso han nacido allí varios premios nobel de literatura: Yeats, Bernard Shaw o Samuel Beckett son dublineses ganadores del galardón, pero también nacieron allí Oscar Wilde, Jonathan Swift o James Joyce, como también irlandeses son Bram Stroker o Iris Murdoch (a la que pusieron rostro recientemente Kate Winslet y Judy Dench, ambas nominadas por ello al Oscar), así que citando solamente algunos de los más importante, se puede uno hacer una idea de lo que es para ellos la literatura.

Aún con todo, no creo que Dublín en particular ni Irlanda en general sea el mejor lugar para dedicarse a ver museos. Como ya he dicho, allí lo mejor es ir a tomarse unas pintas de cerveza y a disfrutar por los pubs, que de eso hay de sobra.

Por cierto, no nos pudimos ir de Dublín sin dar una vuelta por el barrio donde están todas las oficinas y los yuppies, a los que pudimos ver también haciendo botellón. Sorprendía ver a la mayoría de las mujeres todas elegantes con traje, pero con zapatillas deportivas.

Y dentro de poco, la segunda parte del viaje, fuera de la capital.

Más sobre Irlanda | Cliffs Moher | Molly Malone

Molly Malone, Dublín, Irlanda

Seguimos con Irlanda. Quizás los Cliffs de Moher sean más espectaculares, pero uno no puede irse de Dublín sin ver a Molly Malone, la heroína local, y sin escuchar su canción cantada a coro en un pub por todo el personal.

Ahí está ella, con su escote generoso y su carreta de pescado con la que circula por las calles anchas y estrechas de la ciudad de la que varios siglos después de su muerte sigue siendo símbolo. Incluso en las noches con niebla dicen que puede oírse el rechinar de las ruedas de su carro…

Molly Malone

Y esta es la letra que hay que aprenderse para sentirse integrado en cualquier pub de Irlanda, una de las canciones que casi se ha convertido en himno dublinés, sobre todo de los equipos de rugby:

In Dublin’s fair city,
where the girls are so pretty,
I first set my eyes on sweet Molly Malone,
As she wheeled her wheel-barrow,
Through streets broad and narrow,
Crying, «Cockles and mussels, alive alive oh!»

«Alive-a-live-oh,
Alive-a-live-oh»,
Crying «Cockles and mussels, alive alive oh».

She was a fishmonger,
And sure ‘twas no wonder,
For so were her father and mother before,
And they both wheeled their barrows,
Through streets broad and narrow,
Crying, «Cockles and mussels, alive, alive oh!»

(chorus)

Now I was a Rover,
And sailed the seas over,
So I bid my farewell to sweet Molly Malone.
And as I was sailing,
The wild wind was wailing,
Crying, «Cockles and mussels, alive, alive oh!»

(chorus)

She died of a fever,
And no one could save her,
And that was the end of sweet Molly Malone.
Now her ghost wheels her barrow,
Through streets broad and narrow,
Crying, «Cockles and mussels, alive, alive oh!»

(chorus)

Y una traducción que he encontrado en la wikipedia:

“En la alegre ciudad de Dublín,
donde las chicas son tan guapas,
lo primero que vieron mis ojos fue a la dulce Molly Malone
cuando empujaba su carretilla
a través de amplias y estrechas calles
gritando berberechos y mejillones frescos, frescos ¡oh!

Ella era pescadera
y seguro que no era ninguna sorpresa,
porque ya lo fueron antes su padre y su madre.
Ambos empujaron sus carretillas
a través de amplias y estrechas calles
gritando berberechos y mejillones frescos, frescos ¡oh!

Ella murió de fiebre
y nadie pudo salvarla.
Éste fue el fin de la dulce Molly Malone.
Ahora su espíritu empuja su carretilla
a través de amplias y estrechas calles,
gritando berberechos y mejillones frescos, frescos ¡oh!.”

Aquí podéis oír la canción en directo en concierto:

[VIDEO NO DISPONIBLE]http://www.youtube.com/watch?v=6bC-HeeXuV0

Otras referencias: un borracho la canta al inicio de La Naranja Mecánica de Kubrick y en varias otras series como MASH; hay pubs con su nombre en todo el mundo;

El Club Bilderberg. Los Amos del Mundo (Cristina Martín, 2005)

El Club BilderbergMenuda majadería de libro.

Comencemos por hablar del objeto del libro. Por si alguno nunca ha oído hablar de ellos (lo más normal, según la autora), el grupo Bilderberg (puede considerarse un club, porque hay algunos “socios” regulares) es una selecta agrupación de la gente más rica y poderosa del mundo que anualmente se reúnen en un complejo hotelero de 5 estrellas de Europa o Norte América para debatir asuntos de orden mundial.

El nombre les viene del primer lugar en el que se reunieron en 1954, el Hotel Bilderberg en Oosterbeek, Holanda.

El grupo siempre ha sido objeto de las típicas teorías conspiratorias que rodean a toda la gente con poder, más que nada porque la asistencia a sus conferencias está limitada a unas pocas decenas de personas y siempre mediante invitación. Los temas tratados se suelen llevar con discreción y no se hacen públicos.

Curiosamente el grupo tiene unas oficinas centrales en la ciudad holandesa de Leiden y su existencia no es ningún secreto, como tampoco el lugar en el que se reúnen anualmente ni la lista de las personas que a ellas acuden, pertenecientes a los más selectos círculos de la política, la cultura y la economía. Lo único que no hacen público es los temas tratados (ni que el resto de grupos lo hiciera, cada vez que se reúnen). Incluso hay fotos de alguna reunión, en concreto esta, en el diario American Free Press es anterior a la publicación de este libro, ya que son de la reunión de Italia en 2004.

Se dicen muchas cosas de este grupo, pero no hay nada que demuestre que hacen algo que tenga más trascendencia que cuando se reúne la OPEP, el G8, la Comisión Trilateral, cualquier Cumbre de Jefes de Estado, o las reuniones que periódicamente hacen todo tipo de instituciones políticas o privadas, que no guste o no, son los que manejan los hilos de la economía mundial, y no hacen faltas teorías oscuras, que esta gente domina el mundo, es un hecho.

Hotel BilderbergDicho esto, no esperéis encontrar mucho más en el libro de esta tal Cristina Martín, excepto alguna incongruencia de las que te hace pegar un salto.

En primer lugar, el estilo y el rigor periodístico deja bastante que desear, pero eso dejémoslo para los gustos de cada cual. A mi me parece, por ejemplo, de lo más ridículo que coja al final del libro y haga un cortar pegar de cuatro tablas y no se moleste ni en traducirlas o ponga la lista de las ciudades y países en los que se han celebrado las reuniones y haga lo mismo, las deje todas escritas en inglés…

En el libro dice algo así como 500 veces que el club es super secreto y super elitista y que no se sabe nada de él, aunque después, por ejemplo, coge la guía telefónica y llama a sus oficinas centrales de Holanda, ¡¡para ver si le dicen los temas que tratan y lo que andan tramando!! Digno del mismísimo Gila: “Hola. Está el Sr. Bilderberg. Sí, que se ponga. Se va a enterar este…”.

El relato de esa llamada en el libro (un párrafo), es apabullante. Cito: “Durante la elaboración de este libro telefoneé a la oficina principal de Bilderberg, en Leinen (Holanda), para pedir todo tipo de información sobre el grupo. La señorita que me atendió al teléfono me contestó literalmente: “No damos ningún tipo de información sobre Bilderberg, de ningún modo lo haremos por teléfono y mucho menos a cualquiera”. Mis insistencias fueron inútiles.” Yo dejaría solamente esa última palabra, porque información la hay de sobra, aunque habría que saber cómo la pidió. Dudo también de eso de la “literalidad”. Dentro del rigor, decir también que la ciudad holandesa creo que es Leiden y no Leinen, aunque yo de geografía holandesa no sea un especialista, ni falta que me hace.

En esta entrevista en terra (donde también habla de Leinen y suelta unas cuantas respuestas a la altura de su propio libro) dice que también llamó a la casa real: “La Prensa de Casa Real me ha confirmado en persona que ha asistido a varias reuniones. A pesar de que les insistí en que me contasen el motivo de su presencia no lo hicieron. Sólo me dieron los años en los que la Reina estuvo y lo hizo en los años 1991, 1994, 1996, 2001 y 2005. Cuando Letizia anunció su primer embarazo, la Reina estaba en una reunión del Club Bilderberg.” Está claro, que te llamé esta tía tiene que ser un peñazo.

También dentro del secretismo no revela una de sus fuentes, una especie de “Garganta Profunda” que desvelar su identidad podría hacer que corriera peligro su vida, aunque realmente ella en el libro no nos cuenta nada que no encontremos ya publicado anteriormente o al buscarlo en Google. Además sí cita como fuentes algunas personas de las que han asistido a las reuniones.

Dentro de la paranoia general se dice que este grupo pretende gobernar el mundo, y luego se dice que entre los asistentes están varios jefes de estado y de gobierno, de multinacionales, grupos de comunicación, etc. Perdonen ustedes, pero esta gente YA GOBIERNA EL MUNDO.

Otra idea que me parece incongruente es que si tan importante es lo que en estas conferencias se tratan, como es que cada invitado tiene sólo un minuto para hablar. Así va el mundo entonces, ahora me lo explico. Lo que está claro es que entonces no se invitará a estas reuniones a ningún ganador del Oscar, que tiene fama de enrollarse.

Lo que también es flipante es el miedo a que vayan tras ella por escribir este libro. Lo cierto es que se lo ha puesto fácil a estos del Grupo Bilderberg, porque con lo que dice no creo que ni uno se haya molestado en leerlo y en todo caso se habrán echado unas risas. La posible consecuencia de que no vuelva a publicar sí que es posible que se convierta en realidad, pero por otros motivos, porque los que nos dedicamos a esto por gusto podemos tener más o menos nivel, pero para una supuesta periodista a la que le publican un libro, la calidad brilla por su ausencia.

En fin, por lo que se ve en otras webs que hablan sobre el Club Bilderberg, es seguro que la autora se leerá estas líneas, así que lo siento por la dura crítica, pero es que el libro me ha dejado igual que cuando lo empecé a leer y gracias a que lo cogí en la Biblioteca Pública (donde tiene que haber de todo), que sino estaría cabreado de haberme gastado en él el dinero. No lo puedo recomendar a nadie, pero animo a Cristina Martín (buen rollito) o cualquiera que lo haya leído a dejar aquí su opinión, porque es fácil que la mía sea equivocada.

De todas formas, siguiendo los consejos del amigo Chufowski, me estoy leyendo también el libro sobre el mismo tema de Daniel Estulin, La Verdadera Historia del Club Bilderberg, al que me parece que también se le va la olla pero por el lado de las conspiraciones. En breve en Devaneos.