Menuda majadería de libro.
Comencemos por hablar del objeto del libro. Por si alguno nunca ha oído hablar de ellos (lo más normal, según la autora), el grupo Bilderberg (puede considerarse un club, porque hay algunos “socios” regulares) es una selecta agrupación de la gente más rica y poderosa del mundo que anualmente se reúnen en un complejo hotelero de 5 estrellas de Europa o Norte América para debatir asuntos de orden mundial.
El nombre les viene del primer lugar en el que se reunieron en 1954, el Hotel Bilderberg en Oosterbeek, Holanda.
El grupo siempre ha sido objeto de las típicas teorías conspiratorias que rodean a toda la gente con poder, más que nada porque la asistencia a sus conferencias está limitada a unas pocas decenas de personas y siempre mediante invitación. Los temas tratados se suelen llevar con discreción y no se hacen públicos.
Curiosamente el grupo tiene unas oficinas centrales en la ciudad holandesa de Leiden y su existencia no es ningún secreto, como tampoco el lugar en el que se reúnen anualmente ni la lista de las personas que a ellas acuden, pertenecientes a los más selectos círculos de la política, la cultura y la economía. Lo único que no hacen público es los temas tratados (ni que el resto de grupos lo hiciera, cada vez que se reúnen). Incluso hay fotos de alguna reunión, en concreto esta, en el diario American Free Press es anterior a la publicación de este libro, ya que son de la reunión de Italia en 2004.
Se dicen muchas cosas de este grupo, pero no hay nada que demuestre que hacen algo que tenga más trascendencia que cuando se reúne la OPEP, el G8, la Comisión Trilateral, cualquier Cumbre de Jefes de Estado, o las reuniones que periódicamente hacen todo tipo de instituciones políticas o privadas, que no guste o no, son los que manejan los hilos de la economía mundial, y no hacen faltas teorías oscuras, que esta gente domina el mundo, es un hecho.
Dicho esto, no esperéis encontrar mucho más en el libro de esta tal Cristina Martín, excepto alguna incongruencia de las que te hace pegar un salto.
En primer lugar, el estilo y el rigor periodístico deja bastante que desear, pero eso dejémoslo para los gustos de cada cual. A mi me parece, por ejemplo, de lo más ridículo que coja al final del libro y haga un cortar pegar de cuatro tablas y no se moleste ni en traducirlas o ponga la lista de las ciudades y países en los que se han celebrado las reuniones y haga lo mismo, las deje todas escritas en inglés…
En el libro dice algo así como 500 veces que el club es super secreto y super elitista y que no se sabe nada de él, aunque después, por ejemplo, coge la guía telefónica y llama a sus oficinas centrales de Holanda, ¡¡para ver si le dicen los temas que tratan y lo que andan tramando!! Digno del mismísimo Gila: “Hola. Está el Sr. Bilderberg. Sí, que se ponga. Se va a enterar este…”.
El relato de esa llamada en el libro (un párrafo), es apabullante. Cito: “Durante la elaboración de este libro telefoneé a la oficina principal de Bilderberg, en Leinen (Holanda), para pedir todo tipo de información sobre el grupo. La señorita que me atendió al teléfono me contestó literalmente: “No damos ningún tipo de información sobre Bilderberg, de ningún modo lo haremos por teléfono y mucho menos a cualquiera”. Mis insistencias fueron inútiles.” Yo dejaría solamente esa última palabra, porque información la hay de sobra, aunque habría que saber cómo la pidió. Dudo también de eso de la “literalidad”. Dentro del rigor, decir también que la ciudad holandesa creo que es Leiden y no Leinen, aunque yo de geografía holandesa no sea un especialista, ni falta que me hace.
En esta entrevista en terra (donde también habla de Leinen y suelta unas cuantas respuestas a la altura de su propio libro) dice que también llamó a la casa real: “La Prensa de Casa Real me ha confirmado en persona que ha asistido a varias reuniones. A pesar de que les insistí en que me contasen el motivo de su presencia no lo hicieron. Sólo me dieron los años en los que la Reina estuvo y lo hizo en los años 1991, 1994, 1996, 2001 y 2005. Cuando Letizia anunció su primer embarazo, la Reina estaba en una reunión del Club Bilderberg.” Está claro, que te llamé esta tía tiene que ser un peñazo.
También dentro del secretismo no revela una de sus fuentes, una especie de “Garganta Profunda” que desvelar su identidad podría hacer que corriera peligro su vida, aunque realmente ella en el libro no nos cuenta nada que no encontremos ya publicado anteriormente o al buscarlo en Google. Además sí cita como fuentes algunas personas de las que han asistido a las reuniones.
Dentro de la paranoia general se dice que este grupo pretende gobernar el mundo, y luego se dice que entre los asistentes están varios jefes de estado y de gobierno, de multinacionales, grupos de comunicación, etc. Perdonen ustedes, pero esta gente YA GOBIERNA EL MUNDO.
Otra idea que me parece incongruente es que si tan importante es lo que en estas conferencias se tratan, como es que cada invitado tiene sólo un minuto para hablar. Así va el mundo entonces, ahora me lo explico. Lo que está claro es que entonces no se invitará a estas reuniones a ningún ganador del Oscar, que tiene fama de enrollarse.
Lo que también es flipante es el miedo a que vayan tras ella por escribir este libro. Lo cierto es que se lo ha puesto fácil a estos del Grupo Bilderberg, porque con lo que dice no creo que ni uno se haya molestado en leerlo y en todo caso se habrán echado unas risas. La posible consecuencia de que no vuelva a publicar sí que es posible que se convierta en realidad, pero por otros motivos, porque los que nos dedicamos a esto por gusto podemos tener más o menos nivel, pero para una supuesta periodista a la que le publican un libro, la calidad brilla por su ausencia.
En fin, por lo que se ve en otras webs que hablan sobre el Club Bilderberg, es seguro que la autora se leerá estas líneas, así que lo siento por la dura crítica, pero es que el libro me ha dejado igual que cuando lo empecé a leer y gracias a que lo cogí en la Biblioteca Pública (donde tiene que haber de todo), que sino estaría cabreado de haberme gastado en él el dinero. No lo puedo recomendar a nadie, pero animo a Cristina Martín (buen rollito) o cualquiera que lo haya leído a dejar aquí su opinión, porque es fácil que la mía sea equivocada.
De todas formas, siguiendo los consejos del amigo Chufowski, me estoy leyendo también el libro sobre el mismo tema de Daniel Estulin, La Verdadera Historia del Club Bilderberg, al que me parece que también se le va la olla pero por el lado de las conspiraciones. En breve en Devaneos.