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La filosofía del vino

La filosofía del vino (Béla Hamvas 2014)

Béla Hamvas
Editorial Acantilado
2014
125 páginas

El húngaro Béla Hamvas nos ofrece en este ensayo titulado La filosofía del vino (un título muy atractivo que mezcla dos términos que se prestan a un buen maridaje, pues el vino es historia, es arte, y sobre todo sabiduría, y debería por tanto gustar a todo aquel que ame el saber) una apología del vino, un néctar convertido en algo divino, tanto que para Béla todo aquel que no bebe vino es un ateo, arremetiendo por igual contra los puritanos, los pietistas y lo cientificistas.

El libro induce al lector primero a la perplejidad (por las reiteradas invectivas de Béla contra los ateos a quienes tilda de estúpidos, ignorantes, tullidos, cortos de miras, ingenuos, violentos, etc), luego al conocimiento (donde Béla en su metafísica del vino relaciona este líquido sobrenatural con los planetas, con los siete días de la semana, con las siete notas, los siete colores, los siete metales y los primeros siete números, arrojando este resultado: Vino [Saturno-sábado-si-negro-plomo-3], luego a la carcajada (con perlas como estas: la buena religión es la religión de la ebriedad, Al final quedaron dos, Dios y el vino. El pecado es tan solo la consecuencia de una mala actitud. El hombre sólo es capaz de soportar el puente que une el primer y el último día en estado de trance. Y ese estado de trance es el vino. Y si pienso que sólo me siento en plena armonía con el mundo cuando estoy en un bosque, en un prado o en un jardín, tal vez escogería antes las plantas que a los seres humanos. Un copa de vino representa el salto mortal del ateísmo o las ocurrencias que suelta sobre los países que beben aguardiante, ateos claro está, y los que beben vino), después a la inflamación del deseo (Que absorba la fragancia de los labios de mujer y analice un poquito lo que hay ahí dentro: cuanta picardía, parloteo, desafío, seducción, dulzura, mareo, ebriedad, fuego, turbulencia, entusiasmo, maldad, rabia, vileza, voluptuosidad. El vino es como un beso fluido) y finalmente la complicidad ante el retrogusto de una buena lectura.

El texto de Béla al igual que el vino, resulta áspero en el primer sorbo, pero a medida que vamos apurando la copa, o la botella, a medida que vamos avanzando en la lectura, nuestro espíritu se irá lenificando, alcanzando un estado infinitamente superior al de la razón cotidiana, pues el vino nos enseña que la ebriedad no es otra cosa que la forma superior de sobriedad, la vida iluminada.

La única objeción que puedo oponer al ensayo es que no puedo contrastar ninguna de los vinos que habla Béla con mi experiencia, pues nunca he bebido Csopak, Arács, Kecskemét, Soltvadkert, Riesling, Kadarka, Muscat, Szekszárd, etcétera. Por lo que no podría valorar lo acertado o no de sus observaciones respecto a quienes deben tomar esos vinos, ni en qué copas, ni con qué condiciones climáticas, ni en qué estación del año, ni con qué edad, con toda esa taxonomía que se gasta Béla, en aras de una clasificación casi paranoica, una clasificación y un orden del que Béla reniega en su ensayo para otro orden de cosas, pero no por lo que se ve en lo tocante al vino.

Béla Hamvas

Béla Hamvas

Para todos aquellos que den por buena la máxima que dice que hay que hacer el humor a cada rato, este libro les gustará, porque la guasa que se gasta Béla es balsámica y embriagadora, tanto que me veo obligado a no recomendar este libro a los menores de 18 años por si alguno se tomase en serio esta apología del vino, que convierte la ingesta de vino en una religión y acabara profesando la misma en todos los bares que encontrara en su camino.

Museo del Vino Dinastía Vivanco (Briones, La Rioja)

Dinatía Vivanco Museo del Vino

El Museo del Vino sito en la bonita localidad medieval de Briones, a una media hora en coche de Logroño, se inauguró en el año 2004. Nueve años después de su inauguración, finalmente he tenido el gusto de poder verlo. He ido y me ha encantado.
Siendo oriundo de La Rioja, debiera ser una cita obligada, visitar el Museo, no tanto por lo que el Museo tiene, que apabulla con la cantidad de objetos y enseres que se requieren para lograr que la uva de la cepa se transforme en ese vino tan delicioso que luego beberemos, sino porque realmente el vino es una cultura, y debe ser concebido y entendido como tal.
Beber nada tiene que ver con emborracharse, como comer no es dejarse llevar por la gula o comer de forma compulsiva.
El vino es cultura.

Museo del Vino Dinastía Vivanco

Basta visitar la sala que hay a la izquierda, donde tenemos un sinfín de libros que tienen que ver con el vino desde diferentes enfoques. Bernardo Sánchez relaciona cine y vino. Miguel Ángel Muro, hace lo propio con la literatura y el vino.
En uno de los vídeos en el interior del Museo, Santiago Vivanco, el alma mater de este proyecto, nos dice que con este Museo “Quiero devolver al vino lo que el vino me ha dado” .
El museo por dentro es espectacular. No falta de nada. Hay que verlo y disfrutarlo. Demorarse en cada sala, en cada objeto. Hay millares de objetos, de todo tipo: cuadros, anforas, botellas, sacacorchos, lagares, mosaicos, prensas, sulfatadores, corquetes….
El Museo está enclavado en un paraje excepcional. Las fotos y el vídeo creo que confirman esta afirmacion.
La entrada para adultos cuesta 8 euros. Los niños gratis. El Museo estaba plagado de extranjeros: franceses, ingleses, americanos y japoneses.

y si buscas en google Museo del Vino, el primer resultado que arroja el buscador, es el Museo del Vino de Briones. Y museos del vino en nuestro país hay unos cuantos.