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El trabajo de los ojos (Mercedes Halfon)

El trabajo de los ojos (Mercedes Halfon)

En el pueblo no la entienden, hacen del puto entendimiento un rasero soberbio y torpe. Las gafas son el último rescoldo de una esperanza -por eso son de aumento-; una frontera -por eso son gafas-; hay tanta significación y misterio en el acto de ponerse gafas cada mañana que…

Luis Rodríguez

Leí en su día La historia de mis dientes de Luiselli, Halfon, Mercedes Halfon (Buenos Aires, 1980) nos brinda ahora El trabajo de los ojos, los suyos, en un breve libro que también se podría haber titulado Breviario de la mirada. Se ve que las distintas partes de la anatomía humana son materia prima literaria. La cita de Luis la tenía en mente desde que la leí, me interesó ese punto de vista, la relación entre la existencia, el significado, el misterio y las gafas, desde dónde se escribe, bajo qué punto de vista, qué ángulos ciegos busca iluminar el escritor, si acaso la escritura no es otra manera de pulir las lentes de la realidad.

Tengo fresca en las pupilas la novela Sangre en el ojo de Lina Meruane. Allá, la posibilidad de quedarse ciega la narradora era muy factible. Mercedes también aborda sus diversos problemas oculares, la manera en la que su visión pudo condicionar su escritura, y entre la descripción de enfermedades oculares propias y ajenas, irá añadiendo, a modo de ensayo, datos sobre los primeros pasos que se dieron en el campo de la oftalmología. Hacen acto de presencia populares ciegos o aquejados de problemas oculares, a saber, Borges, Joyce, Homero, Kirchner, Tiresias, Edipo,
Braille
, quien con 14 años creó el sistema de lectura para ciegos que todos conocemos. Nos habla de Chaplin, de la dificultad en Luces de ciudad de llegar a la ceguera desde la mudez, también de Santa Lucía, la ignífuga abogada de la vista.

Mercedes Halfon

Mercedes Halfon

Le surge la duda a Mercedes de si su hijo heredará sus problemas con la vista, una pequeña cruz que arrastran sobre la nariz todos aquellos portadores de gafas.

Bien pueden mirar hacia otro lado o simplemente ojearlo pero yo les animo a echarle un ojo de joyero, o incluso los dos, a este sugerente libro de Mercedes, que a la vista está me ha complacido mucho.

Concluyo con un devaneo ocular. Cuando alguien que estamos habituados a ver con gafas se las quita, no les ha pasado verse diciendo «no te veo sin gafas«. Ni yo, apostillará el otro.

Las afueras. 2019. 103 páginas

Adolfo García Ortega

Privado paraíso (Adolfo García Ortega)

Adolfo García Ortega (Valladolid, 1958) en estos textos -que forman parte del libro Verdaderas historias extraordinarias, que agrupa Privado Paraíso, La ruta de Waterloo y el inédito La mujer de Sorrento– sigue las huellas o realiza una suerte de biografías, de cantantes como Gardel, de filósofos como Bacon, de escritores, y nos aporta -o ficciona- datos interesantes sobre Cernuda, Savinio, Pavese, Larra (vemos que hay Dolores que matan o suicidan), Baudelaire o Flaubert

Los suicidios de Pavese y Larra me traen en mientes otro libro que me gustó, Fin de poema, de Tallón y me instan a querer leer los Suicidios ejemplares de Vila-Matas.

Es literatura sobre literatura y las páginas dedicadas a Flaubert, las que más me han gustado y donde parece inevitable no mentar a Barnes y al loro de Flaubert, lo exponen claramente: «Después de la escritura solo hay escritura. Detrás de una frase perfecta siempre existe otra que ha de ser escrita. El mal literario pervive en la insatisfacción constante que crea en quien lo sufre«. Como dijeron los Goncourt «De ahí que no valga la pena morir por ninguna causa, que no se pueda vivir bajo ningún gobierno, que no se pueda creer más que en el arte, y que la literatura sea el único credo«.

Hay espacio a su vez para hablar de escritores con querencia a la bebida -que junto a los escritores que se suicidan van poblando Los Santos Lugares Comunes– algunos conocidos como Lowry, para quien «Nuestro ideal de vida contiene una taberna«, Hemingway, Dylan Thomas, Poe y otros cuya afición etílica no es tan notoria como Joyce o Rubén Darío.

La literatura trae por el camino de la amargura al taxidermista que protagoniza un relato, lector de Stendhal en bucle, al comprobar éste cómo merma su biblioteca y así su existencia, con cada libro que huye de la estantería para su desesperación y abandono. Un mal que espero no sea contagioso, porque llevo dos semanas buscando el último libro de Baricco por mi biblioteca sin éxito. Se trata de La esposa joven. Ahora en (mi) busca y captura.

Adolfo García Ortega en Devaneos | El evangelista