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Técnicas de iluminación (Eloy Tizón 2013)


Eloy Tizón
2013
Páginas de Espuma
163 páginas

¿Qué he estado haciendo yo todo este tiempo?. Sin leer a Eloy Tizón, me explico. Hace un tiempo fui a la biblioteca de mi pueblo buscando su libro de relatos, Velocidad de los jardines, y no lo tenían. Me demoré con Parpadeos, otro libro suyo, pero en aquel entonces yo prefería dar cabezadas, así que lo dejé en la estantería. Y me llamaron hace nada para decirme que ya tenía a mi disposición Técnicas de iluminación. Al ir a cogerlo, la chica del mostrador no lo encontraba por ninguna parte.

-Técnicas de iluminación
de Eloy Tizón.

No sé si fue por el título del libro, porque no doy el tipo de electricista, por el nombre del autor, o por haberme cascado un pareado sin quererlo, su mirada saltó por encima de sus gafas y me dio de lleno. Es verde añadí, y finito, porque a estas alturas de la mañana, la mujer debía pensar que lo que me iba a llevar para mi casa sería un mamotreto que versaría sobre la luminotecnia o algo así.

Alberto Olmos, mostrándose muy comedido, ya avisó en su blog de que Eloy Tizón es el mejor cuentista español de todos los tiempos. Yo le tiro un órdago y afirmo que Tizón lo es, sí, de todos los tiempos: pasado, presente, futuro y subjuntivo también, al menos entre lo que en este planeta entendemos por vida inteligente (que de la no inteligente, también habra cuentistas cojonudos, pero no me interesan).
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Caminando sobre las aguas (Ignacio del Valle 2013)

Caminando sobre las aguas portada del libro de Ignacio del Valle
Ignacio del Valle
152 páginas
Páginas de Espuma
2013

Gracias a libros como Caminando sobre las aguas, del asturiano Ignacio del Valle, uno mantiene y acrecienta su fe y adicción hacia la literatura.

El libro de Ignacio es un libro de relatos, bien compensado porque si unos relatos son buenos los otros me parecen mejores y el resultado o intensidad que desprenden no guarda relación con la extensión de los mismos, porque le valen un par de páginas a Ignacio para conseguir una auténtica proeza en su relato Corazón, por ejemplo.

El comienzo del libro con Círculos, es trepidante, con ese cuerpo a cuerpo entre un francotirador y un fotógrafo: una cámara, un arma, la búsqueda de la gloria, con traiciones corporativas de por medio. Un relato muy intrigante y angustiante.
Con Jaques, nos vamos a Argentina y allí tenemos a una mujer en el televisor hablando de las torturas de todo tipo que sufrió, mientras un hijo di(s)puta una partida de ajedrez con su padre y el relato de la mujer se convierte en una sombra que rondará el tablero a medida que el pasado se precipite sobre el presente para librar una nueva batalla contra la desmemoria.
En Drómeda una niña visualiza un accidente de tráfico, y lo visto y sufrido poblará las pesadillas de la niña sin que sus padres se percaten de lo que el grillo esconde.
En Recuerdos de ballenas, Madrid es un infierno para el protagonista, de noche, sin dinero, sin amigos, sin el amor de una mujer que lo ha desterrado hacia la nada. Relato vibrante que desnuda la naturaleza humana dejándola en su vis más patética.
Marco Antonio de día, Tarzán de día o la belleza de la mortalidad.
La Revancha, el relato que menos me ha emocionado por su convencionalidad.
En La Grieta nos vamos al cielo y allí está García, una vida en el más allá que nos incita a disfrutar aún más el más aquí.
Caminando sobre las aguas, relato histórico, ambientando en Florencia y allí están los Medici, y la tragedia de no ser más que un doble con dignidad.
El extravío, un homenaje a todos los caballeros históricos, con un Quijote extenuado que quiere descansar en paz, y no pérdido por Flandes.
Corazón: cariño, el cielo puede esperar.
Muertes legendarias: el día a día de un héroe.
En Gott Mit Uns, se juntan dos sobrevivientes de La División Azul, un héroe y un tullido. A menudo el héroe no lo es, y el tullido lo es como muestra de su valor. Un encuentro que permitirá al protagonista exorcizar su pasado.
En Relatividad, el relato se va acelarando hasta un final trepidante, porque todas las historias de amor se repiten, y sí, sería bonito y constructivo poder echar la vista atrás, cambiar el pasado, si bien, los errores se repiten y los amores, relativos, incluso superlativos, se disuelven también en el caldo espeso del orgullo.
En Eternidad nos vamos al espacio, un espacio no habitado por querubines, ni Dioses, sino por un astronauta que en su empeño por surcar los cielos acabará flotando a la deriva, rumbo hacia la extinción final.

Comentar por encima algo de los relatos leídos, es tanto como no decir nada, ya que el contenido de los mismos da tantas pistas sobre su valoración y resultado, como puede hacerlo una sinópsis.

Lo interesante de este libro de relatos es constatar como todos estos temas variados y a priori atractivos, en manos de Ignacio del Valle, van cobrando forma, para deparar su lectura unos momentos especialmente agradables, ya que la prosa de Ignacio engancha, sumerge, apasiona, dado que maneja las palabras con tal habilidad y maestría que logra crear atmósferas, situaciones, personajes, de lo más enjundioso, y todos los relatos están marcados por la intensidad, por la inteligencia, por esa mirada particular, por ese golpe de gracia que convierte el relato en algo especial, embalsando unas emociones que solo llevar a término la lectura supone su drenaje gota a gota