Archivo de la categoría: Siruela

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Hasta aquí hemos llegado (Antonio Fontana)

Antonio Fontana se llevó el Premio de Novela Café Gijón 2020 con esta divertidísima novela, ambientada en una residencia de personas mayores, cuyas protagonistas todas mujeres, mientras esperan la llegada de la parca, se entretienen recordando y sus anécdotas son muy graciosas, porque el autor caracteriza muy bien a cada una de estas mujeres (la millones, la académica, la enterradora, el alma en pena, la enterradora, etcétera) que van desgranando sus vidas amorosas y anhelos incumplidos, al compás de las canciones, infidelidades conyugales, crianzas; experiencias las suyas extrapolables a otras muchas vidas femeninas. La gran virtud de la novela es el humor, negro en muchas ocasiones, y una prosa chispeante, fulgurante, que cifra muy bien de qué va esto de vivir, incluso en el vestíbulo del más allá.

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La patria de los suicidas (Pascual Martínez)

Pascual Martínez
La patria de los suicidas
Siruela
2021
335 páginas

El Logroñés Pascual Martínez (estudiante en el I.E.S Escultor Daniel como un servidor) debuta en el género de la novela negra (antes había publicado otra novela, El morador eterno) con la entretenidísima La patria de los suicidas, título que me recuerda a otro, La playa de los ahogados, no solo en el título.

Novela de 334 páginas que he leído prácticamente del tirón. Primero en la playa, luego en la piscina, (y de buena gana me hubiese llevado el ejemplar a la ducha como Bolaño) y más tarde antes y después de la siesta.

Pascual nos lleva a un pequeño pueblo cordobés, Iznájar. Allá es destinado (o desterrado) el sargento de la Guardia Civil Ernesto Pitana, al que apartan del medio a fin de no expedientarlo, tras la resolución de un caso de forma tan expeditiva como antiprocedimental.

En Iznájar hace un calor de cojones y los lugareños parecen tener más querencia de la cuenta a la actividad de poner término a sus vidas.

Pitana ha ganarse la confianza de sus compañeros, vencer las inevitables reticencias, ofrecer todos los sentidos alerta, pues a modo de plan de acogida se le ofrece un ahorcado en un olivar.

La pregunta que cabe hacerse es qué tienen de especial aquellas tierras para que tanta gente se suicide. Una teoría nos aboca a tramas del estilo de la serie Curon, con una dama del lago que anima, con cantos de sirena (que suenan a requiem) a los lugareños a suicidarse. También pueden ser por cuestiones genéticas le hace saber una investigadora a Pitana.

Una fotografía con varios adolescentes en ella, arrojará luz definitiva sobre el asunto.

Sutilmente el autor irá desvelando la trama, aportando datos, circunstancias, pruebas, con una solvente voz narradora cuyas metáforas, bien traídas a cuenta, provocan hilaridad. Pero no todo va a ser sufrir los rigores del calor para Pitana, pues también podrá disfrutar de los placeres del cuerpo, y clausurar así una ausencia que pensaba irreparable.

Como bien dice el refrán de aquellos polvos (aquí forzados) estos lodos. Actos pretéritos consumados en la adolescencia que tendrán consecuencias, fatales, funestas y letales, como se verá.

Un plausible debut en la novela negra el de Pascual Martínez.

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La mitad de la casa (Menchu Gutiérrez)

La mitad de la casa
Menchu Gutiérrez
Siruela
2021
106 páginas

Aquí, en este espléndido libro de Menchu Gutiérrez (Madrid, 1957), resulta imposible separar la memoria de la narradora, a sus sesenta años, de los objetos de una casa. La casa del verano. Cada objeto trae un recuerdo lejano. La casa como una matriz que la contiene y a su vez es contenida por ella. La casa en la que vivía con sus padres y con E. La casa en la que murió con 15 años para seguir viviendo o creciendo, desdoblada, sin saber bien hacia qué o hacia dónde crecía.

Recorrer la casa, cada estancia, supone volver al ayer, para contarse y reconocerse. Labor arqueológica en la que las latas de conserva, los libros anotados de los progenitores, los aromas, las fotografías de los álbumes familiares cuentan una historia, permiten viajar en el tiempo a la cama de la niñez; pensar que al cerrar los ojos quizás ya no los abriría más.

Una línea de teléfono aún en funcionamiento que nos habla de otra época. Aquella en la que si perdíamos el número de teléfono, perdíamos a su vez el rastro de la persona al mismo asociado. La casa como un animal que respira, cuyo corazón late, y reverbera, como la de los perros ausentes, ya fantasmas.

Recodar para reconstruir y recorrer la herida con las yemas de la memoria, con los sentidos alerta, el alma abierta en canal, buscando quizás el repliegue del sentir, y escribir para contar, tanto como para ocultarse, para recordar y poder entonces olvidar, para culminar el libro con una pregunta, en una escritura indagatoria que (se) interroga.

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Leer contra la nada (Antonio Basanta)

Leer contra la nada
Antonio Basanta
Editorial Siruela
Año de publicación: 2019
196 páginas

Por casualidades del azar me veo hoy que se celebra el Día de las bibliotecas, leyendo y finalizando un ensayo espléndido de Antonio Basanta titulado Leer contra la nada que cogí precisamente en un préstamo bibliotecario.

Son muchos los ensayos que se han escrito sobre la lectura, el lector, las bibliotecas, el ánimo bibliófilo y cuestiones similares. La gran virtud que tiene este ensayo de Basanta es que concentra en apenas 190 páginas, en un formato de libro propiamente de bolsillo, un sinfín de cuestiones que serán de indudable interés para el ánimo de cualquier lector, para el que leer sea una forma de emancipación, un ejercicio de descubrimiento, de autodescubrimiento y más una disposición que un resultado.
No podemos obviar la importancia del alfabeto (algo mágico), la creación de la imprenta en la divulgación de los textos, primero sagrados y luego de la cultura en general, la necesidad que tenemos del lenguaje hablado y escrito, cómo a través de la escritura podemos comunicarnos, expresarnos, censurar, criticar, enjuiciar y transformar la realidad que nos toca vivir o sufrir.
No falta en este ensayo Los derechos del lector por boca de Pennac, el reconocimiento público de Camus a su profesor, pues detrás de cada gran Maestro encontraremos unos cuantos alumnos agradecidos.
No se puede tampoco no hablar de las bibliotecas públicas, entendidas como una red capilar de cultura. La más importante y extensa de las existentes en España, afirma Basanta.
La lectura va ligada a la oralidad, a los cuentos que nuestros padres nos leen cuando somos pequeños, a ese espacio íntimo que compartimos con ellos, a la distancia que estrechamos cuando oímos sus voces, que son dedicación, que son cariño.

Basanta recurre a lo que otros muchos escritores han enunciado antes acerca del arte de leer (un leer que es cosechar, tejer, surcar, elegir, transformar, asimilar, compartir), fragmentos que no os transcribo para no menoscabar la sorpresa del lector que se acerque a este ensayo, pero sí hay algo en lo que quisiera detenerme, que tiene que ver con la forma en la que leemos, algo totalmente subjetivo, claro está. Dice Borges que el poema es la emoción que produce.
Leemos buscado una emoción, y a veces también una confirmación, o una confrontación que nos permita superar ciertos prejuicios.
En su Gramática de la fantasía: introducción al arte de inventar historias, Gianni Rodari, dice: Una palabra lanzada al azar en la mente produce ondas superficiales y profundas, provoca una serie infinita de reacciones en cadena, implicando en su caída sonidos e imágenes, analogías y recuerdos, significados y sueños, en un movimiento que afecta a la experiencia y a la memoria, a la fantasía y al inconsciente, complicando el hecho de que la misma mente no asiste pasiva a la representación, sino que interviene continuamente para aceptar y rechazar, ligar y censurar, construir y destruir. Todos estos procesos mentales son los que se activan con la lectura, procesos que como vemos pertenecen a cada cual, por eso ni hay dos lectores ni dos lecturas iguales.

Para Basanta la familia, la escuela (una escuela que potencia las emociones, que fomenta el pensamiento, que cree en lo que crea, que da forma el criterio, que cultiva cualquier modalidad de expresión, que ofrece horizontes nuevos, que fortalece la diversidad) y las bibliotecas son las tres privilegiadas carabelas del descubrimiento el lector, a las que siempre deberían acompañar los vientos favorables de una Administración Pública responsable para con sus deberes y unos medios de comunicación sensibles y cómplices en el empeño. Está claro que es crucial la labor que desempeñan los editores y los libreros en la difusión cultural. También es cierto como apuntó Steiner que nunca tanta información generó tan escasa sabiduría. La clave está como afirmó Eco en transformar la información en conocimiento y éste en sabiduría. No es tarea fácil pues cada vez hay más amenazas como las «fake news«, más ruido, más confusión, más mentiras, y se hace más imprescindible que nunca el espíritu crítico, una capacidad lectora que como el cedazo nos permita separar el grano de la paja, la verdad de la mentira, antes de propagar estas últimas a golpe de clic, o de índice.

Si eres de los que piensan que Nada hay más fascinante para el ser humano que aprender, como afirma Basanta, este es tu libro, tu ensayo, tu texto, tu hogar.