Archivo de la categoría: Juan Pablo Fuentes

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Reseña de Últimas noticias de la humanidad en «Cuchitril literario»

El escritor Juan Pablo Fuentes, y tenaz y concienzudo lector, responsable del longevo e insoslayable blog literario Cuchitril literario, en marcha desde 2007, y con varios miles de reseñas en su haber, reseña Últimas noticias de la humanidad.
Muchas gracias.

La reseña puede leerse completa aquí.

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Abecedé (Juan Pablo Fuentes)

Comienzo el año saludando a una nueva editorial: Ediciones Letraheridas, que ha puesto en el mercado el atractivo libro de relatos, Abecedé, de Juan Pablo Fuentes (Logroño, 1975). Autor del que había leído anteriormente Palomitas. Responsable asimismo del indispensable blog Cuchitril Literario.

Aquí se dan cita 27 relatos, uno por cada letra del abecedario. Más otro de propina, bonus track que versa sobre el signo de puntuación punto y coma. A destacar la fértil imaginación (a riesgo de incurrir en un pleonasmo) del autor, que se dispara en todas las direcciones y que como lector curioso, agradezco mucho.

Juan Pablo maneja la mitología, ya sea Yo¿casta?, para hablarnos del incesto, en la M; Poseidón o Ulises en la P, para encarecer el valor de las palabras, del lenguaje, del universo que supone una enciclopedia; O Dánae en la B, cediendo el texto al empuje seminal, al placer licuante, al desbordamiento, al poder que la mirada ajena ejerce en nosotros, o al menos, en un pequeña parte de nuestra anatomía ; otro relato me evoca a Kafka, a K, el personaje de El proceso, en su lucha (perdida) contra las compañías telefónicas; abreva el autor en el imaginario común para con la Z llevarnos al Zorro, a un mundo quimérico en el que los matones, los malotes, los pegones, recibirán lo que se merezcan; la J nos aboca a la jota, a las 5J, al jamón serrano, al castellano, a San Millán de la Cogolla, a Gonzalo de Berceo, al vino: al cáliz de las letras; la Ñ, conduce a Juan Pablo a sus raíces, y juguetea con el nombre de su ciudad de nacimiento, que también es la mía; Un juego que nace desde las primeras páginas, en la dedicatoria: A B., C. y D. Se filtra la ternura entre las páginas, en la C, con el puto Cáncer que nos sustrae de los seres queridos, como acontece a la niña del relato con su madre; En V, con la inopinada salida del armario en la adolescencia y la importancia de las cadenas de la amistad, que lejos de atenazarnos sirven para conectarnos a los demás y para impedir que cedamos al nihilismo; En X, donde la vista erizada por la desnudez cede el turno al tacto, al tesoro, al milagro del seXo; Hay erotismo, carnalidad, voluptuosidad, en A, B, G, I. La G, nos lleva al punto G, letra que supone una abertura, una salida, un cambio de aires, como se ve. En I vemos que las apariencias engañan; Hay humor, Q es un relato desternillante de impactante final. Hay elementos futuristas: viajes en el tiempo (hacia el futuro), mezclados con la violencia ciega, el ánimo de venganza, esos traumas que nacen en la niñez para no morir nunca –pobre Ramón Ramírez-, jóvenes perturbados -una horda- que parece eviscerada de la película Funny Games. Hay elementos históricos en T.

En resumen, un feliz ingreso en el mundo de las letras para Letraheridas y su autor.

Escritores riojanos en Devaneos |

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Pascual Martínez
Juan Pablo Fuentes
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Ánjel María Fernández
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Palomitas (Juan Pablo Fuentes)

El destino o la casualidad van disponiendo ante mí libros que guardan cierta conexión. En el anterior que he leído La moral del comedor de pipas, comer pipas se convertía casi en una filosofía de vida, donde al comedor de las mismas el cerco que creaba con las cáscaras le servía casi de murete frente a la expectante realidad circundante. En Palomitas de Juan Pablo, en la contraportada nos advierte de que pocas cosas hay más agradables que sentarse en un banco con palomitas y ver la vida pasar.

No sé si conocen los microgramas de Walser. Sin llegar a semejante delirio achicador Juan Pablo escribe sus relatos en un formato que ya no sería un libro de bolsillo, sino de libro de monedero, porque las dimensiones del libro son del formato chuleta, de las que nos hacíamos en el colegio en EGB.

El microlibro lo forman 11 relatos o microrrelatos, el último formado por cuatro entradas cada una de diez palabras.

Hay algo que recorre los amenos y sugerentes textos que adopta la forma de una energía vital que impele por ejemplo a un Superviviente a seguir siéndolo, como si los lazos de sangre ganasen de calle a los cantos de sirena de una soga, las ganas de burlarse, en Wasabi, de los demás haciendo acopio de humor macabro aún a costa de poner en riesgo su vida, el ronroneo maullador de la melancolía En la ciudad que lloraba en un cajón; las ardorosas expectativas luego atemperadas y puestas a punto de nieve en Iceberg, el aroma del sexo de aquel Verano de 1986 que deja ahora un retrogusto adolescente de cuando la vida era tal y algunos recuerdos superan el puesto de control de la desmemoria; más ausencia y la añoranza que nunca se nos van hay en Caramelos de limón, porque pegajosas como son, siempre se adhieren al cielo del paladar, como una magdalena permutada aquí en caramelo evocador; en Deudas vencidas sobre un dicho se construye un relato cuya conclusión valida dicho dicho con ángeles caídos, Mefistófeles, Steve Jobs y el Vaticano por medio; Limpieza metódica me lleva a Tesis y hasta aquí puedo aggggghhh…; en Intercambio brilla el humor negro al plantear la rivalidad de dos amigos, o conocidos o contemporáneos, llevada hasta sus últimas consecuencias; El mensaje deriva hacia lo fantástico, quién sabe si también orgiástico, encontrando a la joven que dé perfecta réplica al avemaría, y no me refiero a un dueto con Bisbal.