Archivo de la categoría: Friedrich Nietzsche

464. Pudor del que da; Friedrich Nietzsche ~ Aurora

!Se echa de ver tal falta de generosidad en el que desempeña sin cesar el papel del que da y reparte sus beneficios a la vista de todos! Lo que se debe hacer es dar y difundir los beneficios ocultando el nombre y el favor. O bien no tener nombre siquiera, como la Naturaleza ciega, que es lo que más nos conforta, porque no encontramos allí alguien que da y distribuye sus beneficios, alguien «de semblante benévolo». Verdad es que también habéis echado a perder esa confortacion introduciendo un Dios en la Naturaleza, con lo cual todo pierde su libertad y cae en la sujeción. ¿Cómo? ¿No tendremos nunca el derecho de estar solos con nosotros mismos? ¿Estaremos vigilados, guardados, importunados, gratificados? Si hay siempre alguien alrededor de nosotros, será imposible en el mundo la mayor parte del valor y de la bondad. ¿No valdría más darse a todos los diablos ante esa indiscreción del cielo, ante ese vecino inevitable y sobrenatural? Pero no es necesario; todo eso ha sido un sueño. !Despertémonos, pues!

Traducción de Pedro González Blanco.

El cristianismo (Friedrich Nietzsche)

El cristianismo, con su desprecio del mundo, hizo de la ignorancia una virtud cristiana, acaso porque el resultado más frecuente que la inocencia produce es el pecado, el dolor de haberlo cometido y la desesperación; de modo que se trata de una virtud que conduce al cielo dando un rodeo por los alrededores del infierno, pues la promesa de una segunda inocencia solamente se cumple cuando se abren los sombríos propileos de la salvación cristiana. Es una bella invención del cristianismo.

Aurora. Traducción de Pedro González Blanco

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Misericordia (María Sotomayor)

Quien se sabe profundo, se esfuerza por ser claro

Nietzsche

Cuanto más hondo más transparencia, reza uno de los versos del último poemario de María Sotomayor, Misericordia, bellamente editado (la portada va a cargo de Fatima Ronquillo) por Letraversal, joven editorial creada por Ángelo Néstore.

Mucho disfrute del anterior poemario de María, La paciencia de los árboles, luego a esta Misericordia le tenía ganas.

Retomando lo enunciado por Nietzsche, aquí la profundidad de María me resulta más que transparente luminosa, pues los poemas de Misericordia (agrupados en tres bloques: Primeras luces, Luz en casa, y Cautiva) son una luz cautivadora, lengua y manos aladas, exploradoras, sentir afilado, tacto y sentimiento, cesura en el verso, hiato en la mirada, luciérnagas en el pensamiento, la herida que palpita, el camino de la cicatriz recorrido a paso lento, lejos del fragor y las ciudades, una conciencia que se sirve autónoma pero también anhelante de caricias, olores corporales, siluetas, urgencias y alivios, apeaderos del dolor y la pena -esa zapadora termitera, insaciable- la juventud solapada en la senectud de la carne doliente y postrera, la vida endureciéndose frente a un latir emoliente.

Versos sueltos, luminiscentes, ardentía de secano me parecieran, bajo el efecto corrosivo de la ácida lucidez y la palabra hecha arado; también oquedades intersticiales donde nidificar.

Letraversal. 2020. 101 páginas

Una vez más para Tucídides

Aurora (Friedrich Nietzsche)
168. Un modelo.- ¿Qué es lo que me gusta de Tucídides y hace que lo tenga en mayor estima que a Platón? Todo lo típico en el hombre y en los acontecimientos le inspira un placer grande y desinteresado; en cada tipo encuentra cierta cantidad de sentido común; lo que quiere descubrir es el buen sentido. Tiene más justicia práctica que Platón; no calumnia ni empequeñece a los hombres que no le agradan o que le han hecho daño en la vida. Por el contrario, agrega e introduce algo de grande en todas las cosas y en todas las personas, al no ver en ellas más que tipos. Lo mismo había de hacer la posteridad, a quien dedica su obra, con lo que no es típico. De este modo, la cultura del conocimiento desinteresado del mundo llega en él, en el pensador-hombre, a una eflorescencia maravillosa. Esa cultura tuvo su poeta en Sófocles, su hombre de Estado en Pericles, su médico en Hipócrates, su sabio naturalista en Demócrito; esa cultura merece ser bautizada con el nombre de sus maestros los sofistas; y desgraciadamente, desde el momento de su bautismo, empieza a volverse de repente pálida e incomprensible para nosotros, pues desde entonces sospechamos que esa cultura, combatida por Platón y por todas las escuelas socráticas, debía ser muy inmoral. La verdad es que en este caso, tan complicada y tan intrincada, que se nos resiste el desenredarla. ! Que el antiguo error entre (error veritate simplicior) siga su antiguo camino!

Aurora (Friedrich Nietzsche). José J. de Planeta, Editor. Traducción de Pedro González Blanco.