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Misericordia (María Sotomayor)

Quien se sabe profundo, se esfuerza por ser claro

Nietzsche

Cuanto más hondo más transparencia, reza uno de los versos del último poemario de María Sotomayor, Misericordia, bellamente editado (la portada va a cargo de Fatima Ronquillo) por Letraversal, joven editorial creada por Ángelo Néstore.

Mucho disfrute del anterior poemario de María, La paciencia de los árboles, luego a esta Misericordia le tenía ganas.

Retomando lo enunciado por Nietzsche, aquí la profundidad de María me resulta más que transparente luminosa, pues los poemas de Misericordia (agrupados en tres bloques: Primeras luces, Luz en casa, y Cautiva) son una luz cautivadora, lengua y manos aladas, exploradoras, sentir afilado, tacto y sentimiento, cesura en el verso, hiato en la mirada, luciérnagas en el pensamiento, la herida que palpita, el camino de la cicatriz recorrido a paso lento, lejos del fragor y las ciudades, una conciencia que se sirve autónoma pero también anhelante de caricias, olores corporales, siluetas, urgencias y alivios, apeaderos del dolor y la pena -esa zapadora termitera, insaciable- la juventud solapada en la senectud de la carne doliente y postrera, la vida endureciéndose frente a un latir emoliente.

Versos sueltos, luminiscentes, ardentía de secano me parecieran, bajo el efecto corrosivo de la ácida lucidez y la palabra hecha arado; también oquedades intersticiales donde nidificar.

Letraversal. 2020. 101 páginas

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