Archivo del Autor: Francisco H. González

http://www.devaneos.com

El homenaje (Andrea Camilleri)

Si pensamos en novelas breves que se leen en poco más de una hora y que nos deparan un sinfín de alegrías, tomen nota de esta nouvelle del nonagenario Andrea Camilleri, El homenaje, y de otra de la que ya hablé en su día, igual de deliciosa que la presente titulada Gotas de Sicilia. El homenaje del título es el que las autoridades locales van a tributar a un fascista casi centenario que inopinadamente, es un decir a esas alturas de la película existencial, muere de un infarto cuando un excarcelado antifascista y regresado al terruño siciliano, en una charla con el abuelo menta a un hombre del que le hablaron en la cárcel: palabras que obran como una balacera sobre el anciano, que morirá en el acto. El asesino verbal regresa de nuevo a la cárcel después de recibir una buena somanta de palos. Lo bueno viene luego cuando tras las panegíricas soflamas vindicando la figura del muerto, gloria del fascismo -que apareja la posibilidad de cambiar el nombre de una calle que llevará su nombre y una pensión vitalicia para la viuda- vemos cómo a medida que salen nuevos datos pretéritos a la luz, su figura se irá velando, poniéndose en entredicho según se vaya revisitando la historia y se corrija y se le saquen los colores. Camilleri va dando vueltas de tuerca hasta el giro final, manejando un humor muy saludable, caricaturizando aquí al fascismo, aunque el uso, abuso y manipulación de la historia hemos visto que ha sido facultad tanto de los totalitarismos de diestra como de los de sinistra.

Salamandra. 2017. 80 páginas.

www.devaneos.com

La negación de la luz (Juan Antonio Masoliver Ródenas)

La negación de la luz de Juan Antonio Masoliver Ródenas (Barcelona, 1939) recoge dos poemarios, La negación de la luz y El cementerio de los dioses. El título expone lo que luego leeremos, poemas que comienzan negando la luz, la existencia, la memoria, irrigados de sangre fúnebre, donde el poeta invoca el amor, la niñez, la juventud perdida y que tratará de recuperar regresando al pasado, evocando anatómicamente senos, nalgas, el vello del pubis femenino, cifrando así el deseo que fue y ya no es, el semen en la mano de entonces, “la demencia más dulce”, palabras con las que encontrar el camino de salida del laberinto de la memoria; el poeta busca en la escritura y no se encuentra, dice, y sus palabras son palabras al viento, que caen sobre el papel, con la gravedad de un pasado pétreo, lapidario, donde suenan cascabeles de osarios y donde el no futuro es solo un presente dilatado, agostado, mustio, sin horizontes, que frente al espejo se empaña con un aliento desvaído, luctuoso, ante la muerte que ronda por la periferia de la existencia y el poeta teje la existencia de ausencias, de nada, de olvidos, entrevistos en toda su plenitud, imaginando cielos de arena, desiertos de agua, saciándose de nada, comulgando ante el sagrario del cuerpo de la amada, extinta y calcinada ya por el tiempo.
No es lo que dijiste, pero es lo que oí, dice el poeta. No es lo que está escrito pero es lo que he entendido, en el espejismo del poema; la voz que he leído, la de un poeta comprometido con su verdad.

Juan Antonio Masoliver Ródenas en Devaneos | La inocencia lesionada