Archivo del Autor: Francisco H. González

Los blogs han muerto

Es evidente que los blogs están de capa caída y que han cedido mucho terreno ante Facebook, Instagram o YouTube. El año pasado causaron baja dos blogs fundamentales, El infierno de Barbusse y Devoradoradelibros. Este año otro clásico, el blog de Javier Avilés, El lamento de Portnoy, creado en 2004, parece que ha puesto su punto final. Siguen surgiendo nuevos blogs literarios, no obstante, pero los aquí citados estuvieron al menos ocho años activos, lo que me parece mucho tiempo, pues la vida de los blogs, si antes era efímera, ahora lo es aún más, pues las redes sociales permiten comentar cualquier cosa, libros, películas, viajes, de una forma menos trabajosa que el acceso a un blog, que implica un trabajo más artesanal.
Lo blogs han muerto, larga vida a los blogs.

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Viaje alrededor de una habitación

El alicorto momento presente brinda nulas opciones al desplazamiento. Una opción interesante es consagrarse a la lectura. Un viaje a Italia de Guido Ceronetti (Edición, Días Contados), con traducción de Helena Lozano es una decisión acertadísima. Recorrer Italia a través de sus hojas y pensamientos elevados con una prosa esmerada y culta es un auténtico placer y nos ofrece además la posibilidad de viajar alrededor de una habitación sin movernos físicamente. Hay muchísimas reflexiones interesantes en este libro que recorro con fruición. Dejo una.
Un viaje a Italia

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Balada de la playa de los perros (José Cardoso Pires)

Estos meses estoy aprovechando para llevar a cabo lecturas que deseaba realizar hacía un tiempo como Caterva de Juan Filloy, Cantar de Cantares de Salomón, con estudio de Fray Luis de León o esta Balada de la playa de los perros de José Cardoso Pires con traducción de Basilio Losada.

Cardoso en 1982 recurre a un acontecimiento ocurrido dos décadas atrás en su país, Portugal, entonces bajo la férula dictatorial de Salazar. La novela, un noir, comienza con el cadáver de un hombre encontrado en la playa, desmenuzado por el ataque de unos perros.

Al frente de la investigación Elías. Poco a poco el policía va montando las piezas. La información se suministra con cuentagotas. El muerto parece ser que tenía en mente dar un golpe de estado. Su muerte reviste por tanto un carácter político, o tal se le quiere dar por parte de la Pide. A medida que se va arañando la superficie, aparecen en escena otros personajes, como el cabo Barroca, el arquitecto Fontenova y una mujer, Mena, que parece haber mantenido una relación con el asesinado.

Un punto fuerte de la novela es la capacidad de Cardoso para crear una atmósfera opresiva, asfixiante. Realidad velada por mentiras de todo tipo. Por lo tanto investigar, o reconstruir lo que sucedió, para Elías se le antoja como un ir quitando gasas de sus ojos. Ojos a veces lúbricos, inflamados de deseo, cuando tiene a tiro a Mena, que cumple con su rol de femme fatale.

Al final de la novela obtenemos el desenlace, la explicación de los hechos. La necesidad por parte de los enjuiciados de quitarse el muerto ya de encima. Cardoso logra una muy aquilatada novela negra.

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Lecciones de solfeo y piano (Pascal Quignard)

Pre-Textos editora este cortito libro de Pascal Quignard con traducción de Luis Pérez Oramas y Adalber Salas Hernández escrito en 2013.

Las Lecciones de Solfeo y Piano es un texto de corte familiar, íntimo, en el que el autor maneja fotografías para volver a sus orígenes familiares, evocar a su padre, madre y tías. Clases de solfeo y piano que eran impartidas por las señoritas Quignard. Fotografías en las que aparecen con sus alumnos, en 1920.

La docencia y la música de sus progenitores muy presentes en su vida, mísera vida marcada por la pobreza. Nada que ver con la fortuna de Gracq, Roussel, Proust, Leiris. Para Quignard, una tetera y una cama y miles de libros sacados de las bibliotecas, fueron suficiente para sus días.

Aparecen varios nombres propios, uno es Gracq. Por qué Gracq, años más tarde, decenas de años más tarde, sesenta y siete años más tarde, hincaba el cuchillo en la llaga de un destino infeliz?, Gracq arremetiendo contra las tías abuelas de Ancianis, a las que trató, Quignard tratando de justificarlas. Orígenes familiares detallados con la solvencia de las vidas minúsculas de Michon, al que Quignard menciona.

Quignard escribe, porque se puede escribir lo que uno no está en condiciones de decir.

Otros dos nombres propios son Celan y Bobillier. El primero le enseñó a traducir, a él le debe su pasión por la traducción. Y para recordar a ambos brilla la pulsión etimológica de Quignard, regresa a los griegos a su lengua y nos ofrece la definición que estos daban a la amistad. Habla Zenón, El amigo es el yo más yo que yo
Así, dice Quignard, No es la periferia lo que se afecta por la muerte del amigo. Es el corazón quien revienta.

El libro concluye con unas palabras de Quinard sobre Celan (de quién recientemente comenté por aquí el libro Bajo la cúpula. Paseos con Paul Celan), aquel que fue enmascarándose tras distintos nombres, hasta quedar finalmente con el pseudónimo de Celan. Autor de una poesía hermética, cuenta Quignard que un día Primo Levi cogió violentamente a Celan y le dijo Escribir es transmitir, No es cifrar el mensaje y lanzar la llave entre los arbustos. Pero según Quignard: Escribir no es transmitir. Es llamar. Lanzar la llave sigue siendo llamar a una mano más allá de uno mismo que busque, que hurgue entre las piedras y los espinos y los dolores y las hojas empapadas, negras, viscosas de lodo crujientes o cortantes de frío, de noche, al oeste del mundo.