Archivo del Autor: Francisco H. González

Lo urgente y lo esencial

Entre sus grandes influencias y las obras a las que siempre relee, Tavares señaló que aunque Cartas a Lucilio, de Séneca, tiene dos mil años, es muy actual. “En mis clases llevo el libro y el periódico del día, y el libro resulta más actual. Séneca es una referencia”, confirmó el escritor que nació en Luanda (Angola), en 1970 y explicó que este interés contemporáneo en la obra del narrador romano es porque “en su primera carta, Séneca habla del tiempo, como todas las personas en el siglo XXI. Séneca le contesta a Lucilio diciendo que le sugiere que haga una lista de las cosas que ha hecho durante un día y cuánto tiempo le han tomado, y después haga otra tabla donde separe lo que es esencial de las cosas que son secundarias. Al final le dice ‘mañana haz sólo las cosas esenciales y tendrás todo el tiempo del mundo’”. Pero también le interesa Séneca porque habla de la muerte, admitió Tavares, porque “ser filósofo no es saber teorías, es saber que vas a morir y vivir sabiendo que vas a morir”. “Si una persona va a ver una película que no es buena o lee un libro que no es bueno, actúa como si fuera inmortal, como si tuviera todo el tiempo. La idea de que cada día es una dádiva, sin sentido religioso, me gusta mucho porque nos coloca en la urgencia de la existencia. Séneca me dio la idea entre lo urgente y lo esencial, que es lo que cambia la vida de las personas. Tenemos en nuestras vidas una cuestión: pasamos mucho tiempo atendiendo cosas urgentes y no las esenciales. Hay que volver urgente lo esencial, ponerle ese sello. Cuando preguntas a una persona por qué no ha cumplido los sueños que tenía a los 20 años, no sabe responder y eso hay que pensarlo, por eso es importante la filosofía”.

Vía | Página|12

Una noche en el paraíso

Una noche en el paraíso (Lucia Berlin)

Cuando leí Manual para chicas de la limpieza, el anterior y exitoso libro de relatos de Lucia Berlin (1936-2004) ya comentaba que me parecía demasiado extenso (eran 43 relatos), que le hubiese venido bien una buena poda, tal que el conjunto restante hubiera ganado así en intensidad. Una noche en el paraíso va en esta línea. Son 22 relatos, no muy largos, con traducción de Eugenia Vázquez Nacarino, ambientados en Chile, México, Manhattan y Oakland a lo largo de unas cuantas décadas.

Las protagonistas de los relatos son mujeres, pues los hombres son de quita y pon. La mayoría de ellos sabemos de su existencia porque han dejado tirada o embarazada a alguna mujer y se han dado el piro. O bien hombres que están ahí pero como si no lo estuvieran. David. Habla conmigo por favor, le impreca una mujer a su esposo al concluir el relato Tiempo de cerezos en flor. Hay espacio para el remordimiento como esa amiga que no tiene coartada ni justificación para la muerte de su amiga, asesinada, pues cuando ella le llamaba por teléfono no atendió a su (última) llamada. O bien esa abuela que su flotar en el mar viene a ser como un baño placentario, como una vuelta a la vida previa, liberada ya de las cargas familiares, libre al fin y agradecida por ello a la Virgen.

En los relatos de Lucia el amor, la necesidad de querer, es una pulsión irrefrenable, así vemos por ejemplo cómo en Andado, un romance gótico, una joven que se siente subyugada por un hombre y más tarde conquistada y con el que hace el amor,en su primera vez, se enterará de que ha sido mancillada ¿por un momento tan breve y confuso? ¿lo sabrá la gente al mirarme? se pregunta. Otros relatos ofrecen ciertas novedades como Perdida en el Louvre donde la protagonista se pasea por París sin que tanta belleza la conmueva, entre otras cosas porque va sola y no tiene a nadie con quien compartir ni lo que ve ni lo que piensa. En ese relato hay una sentencia interesante: Morir es como derramar mercurio. Enseguida resbala para volver a mezclarse en la amalgama palpitante de la vida.
Estos relatos exudan vida, sí, son vitalistas, la vida palpita y rezuma en ellos y Lucia sin grandes alardes, sin una prosa recargada, consigue emocionar, merced a una ternura que sin echar balones fuera, logra algo parecido a una reconciliación con la naturaleza humana, a menudo tan alterada, levantisca, mostrenca e inconformista. Creo que solo por eso ya vale la pena dedicarle unas horas a leer estos relatos de Lucia.

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Lectura fácil (Cristina Morales)

Cristina Morales (Granada, 1985) en Lectura fácil desde unos presupuestos anarquistas reparte hostias como panes de masa Madre a los independentistas catalanes, cuperas, machos-machas fachas neoliberales, asistencialistas, movimientos asamblearios, a todo aquel lenguaje retórico, uniformador, al poder establecido, domesticador y normalizador, que quiere alienar al ser humano, disolviéndolo en colectividades de toda clase… y lo hace desplegando un lenguaje abrumador, lúcido, inteligente, vanguardista, corrosivo, humoroso (Nati, es una creación colosal), que te vuelve loco (léanse con calma el fanzine Yo, también quiero ser un macho) y el repasito que le da a Ivars), que hace que te estalle la puta cabeza mientras tomas conciencia de cómo se reparte el peso del poder y el dominio desde el comienzo de los tiempos, al tiempo que uno va dándole vueltas a la emancipación femenina y a todo aquello que la frena, la impide o directamente la sanciona: el macho, sus actos y su lenguaje.
Lectura fácil (Cristina Morales)
Para plasmar todo esto los personajes son cuatro discapacitadas intelectuales que se expresan y argumentan con una locuacidad verborreica rayana en la perplejidad (la mía): Àngels, embebida en la escritura de su novela autobiográfica por guasap, bajo el sistema de Lenguaje fácil, que nos permite conocer de primera mano el funcionamiento de los CRUDIS y RUDIS.
Nati, discapacitada sobrevenida cuyos ententes con todo pichagato en sus clases de bailes (inevitable no pensar en la muy recomendable Que nadie duerma) son de lo mejor (y esto es mucho decir) del libro. Aún me estoy descojonando de su charleta sobre el porté y la lúbrica escena, ese triángulo sexual isósceles y diferido, con Ibra y Marga. Cristina demuestra lo proteico de su lenguaje y cómo en esta novela es puro movimiento y herramienta para cuestionárselo todo.
Marga, quien deja la casa en la que viven tuteladas las cuatro para irse de okupa con ayuda de la PAH (impagables y muy sustanciosas las actas y conversaciones mantenidas en el ateneo arnarquista), mientras las autoridades se afanan en buscarla para ponerla bajo a techo, a buen recaudo, es decir, bajo observación y tutela, de nuevo.
Patri, quien se las tiene que ver con el monstruo judicial, dando su testimonio, a fin de determinar judicialmente si Marga debe ser esterilizada o no.

Habría de ser esta valiente, incisiva y mordaz (en las antípodas de cualquier complacencia) novela, riquísima de ideas (lo de Lectura fácil del título tiene su retranca, porque avanza en vertical) ambientada en Barcelona, de dominio público, estar presente en cada instituto, en cada casa, en cada biblioteca, en cada puesto de trabajo, en cada asamblea, en cada barra de bar, en cada pareja y familia, pero de momento y ya que esto es como pedirle peras al olmo, una utopía, que significa un no lugar, para empezar, leámonosla. Gramófono en mano.

Lectura fácil ha sido una lectura acojonante. Lectura acojonante significa que al leer se te caen las compuertas mentales (si de entrada no nos da por cerrarlas, buscando el repliegue, porque la autora va pisando callos y soltando patadas a la entrepierna todo el tiempo), tal que al oír en la radio hace nada hitazospaternalistascarcelarios como “Déjala que baile con otros zapatos/ Unos que no aprieten cuando quiera dar sus pasos/ Déjala que baile con faldas de vuelo/ Con los pies descalzos dibujando un mundo nuevoooooo” me dan ganas de vomitar.

www.devaneos.com

Escarcha (Ernesto Pérez Zuñiga)

El pensamiento es una forma inteligente de emocionarse

Gonçalo M. Tavares

Si hace algo más de dos años gocé lo indecible leyendo No cantaremos en tierra de extraños de Ernesto Pérez Zuñiga, con Escarcha me ha sucedido lo mismo. Escarcha es Granada, el territorio de la emoción y la madurez literaria, la de Ernesto.

Escarcha es novela de aprendizaje, sí. No sólo el alumbramiento es un abrirse a la vida a través del llanto. Más tarde, en el tránsito de la niñez a la adolescencia y la pubertad, Manuel Montenegro Moncada, Monte, el protagonista (un Monte, que me trae en mientes otro Monte, el Monteverdi ordesiano), irá experimentando todo tipo de vivencias: las pérdidas filiales, los albores del sexo y su indefinición, los amores que vienen, van y examinan, la cruz de navajas sobre su cuerpo, la fijación pederasta que se cierne y expulsa su aliento sobre su cogote madurando el fruto antes de tiempo, el miedo a hablar, el miedo a callar, el vacío, el grial del presente, el sostén del grupo, la herencia familiar: dos abuelos, uno franquista, el otro republicano, la autodestrucción, una madre cercana en sus presupuestos morales al padre del protagonista de Call my by your name; un crecer que siempre es exploración, ir tocando a ciegas los bordes filosos del yo.

Ernesto deja para el recuerdo personajes memorables, no ya solo Monte, sino su madre Elvira, su abuelo Ramón, su profesor Robin, su hermana Diana, su prima Sara, el infausto Bernardo, el hermano de Manuel, Miguel, la truncada Olga, etc. Cada uno tiene su espacio, su aliento, su historia, y el autor de la novela durante casi quinientas pletóricas páginas de pura vida (muchas de ellas de una belleza arrebatadora, como el capítulo que cierra el libro Hammán y que me lleva a un artículo que leí en su día que traigo aquí: El regreso del agua), erige una monumental historia con alrededor de 50 personajes, y los acompaña en su viaje, iniciático para unos, postrero para otros, unos cuantos años, un viaje a finales de los años 70 y comienzos de los 80 que también es el nuestro, un viaje en el que no falta Rimbaud, Lorca, Baroja, Stevenson, la heroica de Chopin, los discos de Tartini (Mientras haya música no hay muerte) los madelmán, todo aquello que si echamos la vista atrás conformó (con otros objetos, canciones, películas y esperanzas) el tesoro de nuestra niñez.

Dos de las novelas que más ha disfrutado el presente año han sido Permafrost y ahora Escarcha. ¿Cuál será la siguiente?.