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Viaje a Laredo (Epílogo): Banda Sonora

Bandiera Rossa TrionferaNuestro compañero Chufo nos relató hace bien poco un viaje a Laredo en 3 partes (podéis leerlas: la primera, la segunda y la tercera), pero se dejó algunos puntos, entre ellos el musical.

Aunque no hemos conseguido ninguna grabación del chibirichá (todo se andará), sí tenemos otra canción que hizo furor en aquellos días de playa, alcohol y patos sin pagar. Urko, el que hacía surco, hizo una versión de aquella canción que posteriormente grabó y que ahora se puede escuchar aquí, remasterizada y remezclada con algún otro título emblemático social:

Otro Viaje | Viaje a Laredo

Pulse crítica película

Pulse cartel película Empiezo a hartarme de producciones de este tipo cortadas todas por el mismo patrón. Pulse es la versión americana de una película asiática, que estoy seguro que es mucho mejor que esta.

Las nuevas tecnologías, el internet y las ondas hertzianas son los medios por los cuales los fantasmas del más allá, entran en contacto con los parroquianos del más aquí. Al poco de comenzar la película vemos como un joven es atacado por un fantasma en un archivo. Al verse las caritas el fantasma entra dentro de su cuerpo.

Luego este joven recibe la visita de su novia y se suicida en su presencia. Los suicidios se suceden luego como un epidemia incurable. La novia del difunto ve como el resto de su pandilla de amigos se van también suicidando tras recibir a la parca bajo presencia fantasmagórica. De nada les sirve precintar sus estancias con esparadrapo rojo, con la idea de ahuyentar a los fantasmas catódicos. La película es un muermo que no tiene nada interesante a lo que prestar atención, es un refrito mal cocinado que indigesta por su burda preparación.

Los protagonistas ya sabemos que la van a palmar y que la chica y su amiguito (Ian Somerhalder, de la serie Perdidos) van a salvar el pellejo o cuando menos lo intentarán, más que nada por si hay que hacer una segunda parte.

Skizo crítica película

Skizo cartel películaIván, un caco de poca monta trama con Gorka, camarero del bar de una universidad, asustar a la chica que le gusta a éste, una tal Susana, a la que Iván dará un susto en el aparcamiento, atracándola cuando Gorka aparecerá como salvador. La cosa se complica cuando Susana ve la cara de su agresor y tras golpearla, deciden secuestrarla, sabedores de que los padres de la chica están forrados.

Si la película no fuera española la podría haber producido perfectamente Luc Besson por su toque macarra y su inanidad, aunque Skizo es muchísimo menos espectacular que las «Bessonadas». Los personajes son marionetas malhabladas o pusilánimes que sueltan perlas por sus boquitas, en una espiral de violencia gratuita y desenfreno.
Los secuestradores y la secuestrada van a parar a un caserón en un bosque, donde vive un hombre, de profesión escultor. Ocupan su casa y enseguida Iván se lo cepilla. Oscar Jaenada, como Iván, trata de darle cierta chispa a su papel, pero es tan odioso su personaje y dice tantas majaderías y hace tantas barbaridades que resulta insufrible y exasperante, tanto como el ñoño Eloy Azorín, que en las antípodas de Iván es el pasmado, alelado e introvertido joven que le sigue la corriente sin ser capaz de poner freno al desaguisado.

Si van a parar a ese caserón perdido en el frondoso bosque no es de modo casual. En él habita Aider, un hombre aquejado de esquizofrenia, el cual se violenta cuando percibe la violencia ajena.
Mezclar el chascarrillo con la intriga y el suspense puede dar buenos frutos cuando hay un guión trabajado que permite hacernos a los personajes creíbles o al menos divertidos, pero en Skizo no se salva nadie de la quema, tampoco la guapa Bea Segura, como la sufrida Susana.

La cruel escena onírica es un desatino más en esta bufonada, aburrida, insulsa y desacertada película que ni me ha hecho reír, ni divertirme, menos aún asustarme, con un climax inexistente y unos personajes aborrecibles, hermanados en su vacuidad, donde el patético final es coherente con todo lo anteriormente visto. Lo mejor de Skizo es su escasa duración; ochenta insufribles minutos. Lo demás es mejor olvidarlo. Muy optimista e ingenuos tienen que ser los productores de esta película para pensar que el espectador va a pagar seis euros para ver una película tan mala como esta. Otro ejemplo más en el haber de aquellos que despotrican del cine español. A este título sumaría para hacer una «pira cinéfila» otros como Ouija, Somne, H6 diario de un asesino….

El libro negro crítica película

El libro negro películaAl comienzo me divertí, pero al final me aburrí un poco, con la dilación de las escenas y tantos giros argumentales que acabé medio mareado. La historia resulta folletinesca. El tema a tratar se enmarca nada menos que en la Segunda Guerra Mundial, y la acción se desarrolla en la Holanda invadida por los Alemanes, donde seguiremos las peripecias que vive Ellis, una chica judía que salva la vida de milagro tras una encerrona, cuando a bordo de una embarcación, ella y su familia se disponen a dejar Holanda, junto a otros judios adinerados, para ponerse a salvo. Los nazis, avisados de antemano, los esperan en el río para llenarles el cuerpo de plomo. Ellis logra escapar y entra en contacto con la gente de la Resistencia, encargada de plantar cara a los nazis.

Como al comienzo de la película vemos a Ellis viviendo en Israel sana y salva, ya damos por hecho que la chica saldrá exitosa de cuantas situaciones adversas se le planteen, lo cual va en detrimento del resultado final en cuanto a su desenlace. Sin embargo no sabemos que suerte correrán sus compañeros. Ellis está dispuesta a sacrificarse por la causa, si bien hay fricciones entre los holandeses judios y los que no lo son, como si la vida de unos valiera más que las de los otros. Sea como fuera, Verheoven tampoco hace sangre con la presunta pasividad de los Holandeses, ante el exterminio alemán y su «laissez faire».

Ellis conoce a Ludwig Müntze, un alto mando de las SS, en un tren, mientras éste ojea unos sellos, al que logra camelar, sólo al principio, pues luego éste descubre su verdadera naturaleza, aunque ésta se tiña el pubis de rubio para hacerse pasar por alemana y esconder sus raices judías. Si bien, una mujer lo es, sea judía o no, y el militar, ante el placer carnal, no pone objecciones xenófobas e incluso germina en su corazón la semilla del amor (o eso parece, aunque ese punto no queda apenas explicitado, más allá de algún revolcón).

No podemos tomarnos esta película muy en serio, pues muchas de las situaciones a pesar de su inherente carga dramática resultan cómicas, y Verhoeven está más empeñado en hacernos pasar un buen rato con esta película de aventuras que en arrasarnos las púpilas con la azarosa existencia de su protagonista, nadando día sí y al otro también en aguas procelosas.
Así por ejemplo, la muerte de un hombre que se hace pasar por miembro de la Resistencia, y es en realidad un informante de los nazis, a manos de Ellis y sus amigos, lejos de conmovernos, se convierte en un chascarrillo, cuando un chico católico incapaz de matar a una mosca, no tiene reparos en vacíar el cargador cuando su víctima blasfema, quedando así sentenciado a los ojos de su verdugo ultra-cristiano.

La frivolidad que impregna la cinta no es óbice para que más allá de su escasa carga dramática, la película me haya resultado interesante y divertida, al menos en parte, pues al final si que resulta ya un poco cargante y las dos horas y media que dura hacen mella.

La actriz Carice Van Houten, es lo que más me ha gustado de la película, con un cara de cachondeo constante, como si lo que le sucede no fuera con ella, inmune al desaliento, proclive al despelote que tanto gusta al director Holandés, muy en consonancia con esa apuntada frivolidad y superficialidad con la que se nos cuenta la historia, quizá con la idea de hacerla accesible a todos los público y explotar su vena más comercial.