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Grandes pelmazos de las letras universales (Enrique Gallud Jardiel 2015)

Habiendo disfrutado mucho leyendo Historia estúpida de la literatura y Jardiel: la risa inteligente, ambos de Enrique Gallud Jardiel, con este, su último libro titulado Grandes pelmazos de las letras universales y publicado hace nada, me esperaba disfrutar otro tanto.

Si con Historia… sentí algo parejo a la euforia cuando acabé de leerlo, con estos Grandes pelmazos…, Enrique casi puede pasar a formar parte de tan selecto grupo, de pelmazos.

Quizás fuera el efecto sorpresa, la falta de sueño, el exceso de colesterol, el reflujo de las mareas, la luna llena, o…, pero he decir que tras la lectura de Historia… esto es más de lo mismo. Lo cual no estaría mal si fuera eso: más de lo mismo, si Enrique mantuviera en este libro el mismo tono, el mismo nivel de exigencia, plasmado en páginas corrosivas, inteligentes, humorísticas.
No es el caso, porque estos Grandes Pelmazos, parece ser más bien, usando la jerga fílmica, una secuela, un libro de recortes, de material sobrante, por mucho que el autor alegue que todo lo escrito por él, tiene un orden, una estructura, y que no publica todo lo que quisiera.
Me parece estupendo. Faltaría más que un escritor no cumpliese unos mínimos de ortografía, de léxico, pero a fin de cuentas lo que deja la lectura de un libro, lo que nos depara, son sensaciones, y las emociones vividas mientras leemos y en esta ocasión, diré que estas parodias de Gallud, exigen, creo, conocer al dedillo a los autores (autoras solo hay dos: Agatha y Murasaki, quizás porque no son tal pelmazas) parodiados, lo cual no es mi caso, de ahí que seguramente me haya perdido un montón de chuflas que son graciosísimas y sus páginas, sus rimas, sus refritos, me han parecido más corrientes y de vuelo gallináceo que otra cosa.
Recurrir o arremeter, por ejemplo, contra los bestsellers (Dan Brown mediante), actúa en mi ánimo casi como un Trankimajín de 2 gramos.

En tres cosas coincido con Gallud.

Una, no hace falta leer un libro para hablar/comentar/reseñar sobre el mismo. Hete aquí un ejemplo.
Dos. Todos debemos responsabilizarnos de nuestros errores y fracasos.
Tercera. Las reseñas de libros no sirven para nada. Esta tampoco.

A modo de póstlogo decir que a mí los refritos me producen reacidez.

La parola contraria Erri de Luca

La parola contraria (Erri De Luca 2015)

Erri de Luca
2015
Feltrinelli
62 páginas

Al escritor italiano Erri De Luca le preguntaron en un periódico si el sabotaje y los actos vandálicos (practicados contra la Tav) eran lícitos. A lo que él replicó que eran necesarios para hacer comprender que la Tav era una obra nociva e inútil.

La Tav se trata de la línea de alta velocidad que quiere comunicar Lyon con Torino. Una línea a la que Erri y otros muchos se oponen desde su inicio por considerarla dañina para el medio ambiente, al encontrarse sobre el terreno, por ejemplo, altas proporciones del letal amianto.

Tras esas declaraciones la compañía L.T.F. acusó a Erri de incitar o instigar a la violencia, creando consenso entre los activistas No Tav.

Ante esta situación y a la espera de que el juez decida si Erri va o no a la cárcel, el autor del libro nos habla en este breve testominio defensivo, de como le transformó cuando era joven la lectura de Homenaje a Cataluña de Orwell, de como intelectuales y escritores como Pasolini se la jugaban en periódicos en los que escribían con su nombre, asumiendo las querellas y perjuicios que la adhesión a ciertos planteamientos puedieran ocasionarlas.

A fin de cuentas lo que Erri nos demuestra es que al igual que siempre habrá gente dispuesta a morir por los demás, habrá otros dispuestos a jugársela y arriesgar su porvenir por aquello que cree justo. A Erri la Tav le parece una aberración, y ante eso se rebela, él y otros muchos, más como ciudadano que como escritor, manifestando su postura No Tav personándose en las manifestaciones contra la misma.

Respecto al título esa parola contraria, Erri alega que el Ministerio Público entiende y constriñe la palabra sabotaje a una acepción, aquella que implica daños físicos y materiales, pero Erri va más allá y para él sus actos de sabotaje tal como recoge la lengua italiana van más allá de eso, y pueden simplemente ser un acto de negligencia o de desobediencia cívil, perpetrados por personas que se consideran a sí mismos ciudadanos y no súbditos de nadie, un sabotaje entendido más bien como una obstrucción.
Para Erri, además, la acusación contra él sabotea su derecho constitucional a la palabra contraria, ya que para el Ministerio sabotaje solo tiene un significado bajo el cual se ejerce la imputación a Erri, dejando en solfa además su derecho a la libertad de expresión.

#iostoconerri

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Bartleby, el escribiente (Herman Melville)

Herman Melville
Editorial Eneida
68 páginas
2014

He quedado muy lejos de la plusmarca mundial de Robert Stwizknle que se leyó este libro, o relato, en poco más de 15 minutos, mientras ascendía corriendo al Empire State.
Aquellos a quienes os de pereza esto de leer, pero queráis al mismo tiempo lavar vuestras conciencias catódicas, esta historieta de Melville seguro que os complacerá.

¿Les suena eso de «Preferiría no hacerlo»?. Esa frase icónica que junto al careto del Ché aparece en muchas camisetas. Pues bien, ese preferiría no hacerlo es la frase que profiere una y otra vez Bartleby, un escribiente, que trae de cabeza a su jefe y a su compañeros de curro, pues esas tres palabras conllevan pasotismo, indolencia, independencia, insumisión. Nada bueno, vaya.

Sin abundar en el argumento, en cuyo caso ya estaría hablando de su fúnebre final, apuntar que hay algo que me ha resultado muy interesante y es que cuando el jefe de Bartleby quiere tomar una decisión buenista, siempre hay algo: la sociedad, el que dirán, su prestigio, su reputación, los otros en definitiva, que le obligan a darle una segunda vuelta a sus pensamientos originales, a domesticar sus instintos primarios (bonhomía, benevolencia, tolerancia, solidaridad, etc) y filtrarlos bajo una mirada social, lo que hace que el pobre Bartleby acabe como acaba, o quizás es que su destino ya estaba apalabrado de antemano y todo lo anterior no fue otra cosa que prolongar su agonía. A saber.

Post data Simon Garfield (Taurus, 2015)

Postdata (Simon Garfield 2015)

Simon Garfield
2015
Editorial Taurus
518 páginas
Traducción: Miguel Marqués

Dedicar más de 500 páginas como hace Garfield a hablar de las cartas, de la correspondencia, a lo largo de la historia, es toda una proeza o quizás una gesta inútil, un acto de romanticismo. Algunos todavía hemos llegado a escribir a lo largo de nuestra vida unas cuantas cartas de puño y letra, pero para los más jóvenes esto de la cartas, lo del sobre, lo de pasar la lengua por el sello (ahora no, que son adhesivos) les debe resultar una reliquia, una antigualla.

Dice Garfield casi al final del libro que pasar de la carta, a las redes sociales, al correo electrónico, a los tuits, quizás sea el paso previo hacia la desaparición definitiva del acto de escribir. No lo creo en absoluto. De hecho las nuevas tecnologías hacen más fácil esto de comunicarse. De hecho, si esto que estoy yo haciendo ahora delante de un teclado lo tuviera que hacer empuñando una pluma, esta reseña seguramente no llegaría a materializarse (que dicho sea de paso, quizás fuese lo oportuno).

Además en aquellos tiempos la gente escribía cartas porque no existía otra alternativa. Hoy en día quien quiere seguir escribiendo cartas y mandándolas puedo hacerlo, si bien está claro cuales son las preferencias de casi todo el mundo al respecto.

La labor de Garfield en este libro pasa por seleccionar cartas relevantes y ofrecérnoslas, de todos esos millones de cartas escritas a lo largo de la historia por personajes que luego han pasado a la posteridad, ya sean escritores, políticos, físicos, etcétera.

En esa labor de filtrado me encuentro cosas muy interesantes, como las 900 cartas escritas por Cicerón donde irá desvelando los valores de la Antigüedad clásica, las cartas de Séneca entendidas como el primer libro de autoayuda de la Historia, la descripción de la erupción del volcán Vesubio (y destrucción de Pompeya y Herculano) contada por Plinio el joven al dirigirse a Tácito y explicarla a este la muerte de su tío Plinio el Viejo, las cartas de contenido erótico homosexual de Marco Aurelio a su querido Frontón, las cartas de Petrarca consideras como las primeras cartas modernas, escritas por un intelectual, las cartas «perfectas» de Erasmoy sus airadas cartas solicitando respuesta inmediata, las 1.300 caras de Madame de Sévigné y su labor, la de escribir cartas, en la que se aplicaba con denuedo cada día, las cartas de amor de Napoleón a Josefina, confesándolo lo cansado que está de tanto aniquilar enemigos y el poder que ella ejerce sobre él -durante un tiempo. hasta que al final se acaben divorciando y Napoleón se despida entonces de su ex de este modo: Me cuentan que te has puesto gorda como una granjera normanda, las cartas de Kerouac a Cassady durante la gestación de la novela Beat Generation (En la carretera) y así puedo seguir largo y tendido, pero para no dilatarme en exceso, comentar también que más allá de las cartas de gente afamada, Garfield dedica casi 70 páginas a la correspondencia mantenida entre Chris (Christopher Baker), soldado británico que batalló durante la II Guerra Mundial y su amada Bessie. Una correspondencia, entre el frente de batalla y el hogar, donde se va cociendo el amor que ambos van descubriendo a medida que se escriben.

Hay ciertos pasajes del libro que para mí no guardan el menor interés, como los dedicados a las colecciones privadas, las cantidades que se han pagado por las cartas de personajes famosos y curiosidades similares o como fue la génesis de los actuales correos electrónicos.

Lo más valioso de este libro es dar testimonio de todo aquello que las cartas lograron aportar a la Historia, y como de una manera no tan explícita, sino como algo más doméstico, más oculto, más íntimo y personal, nos permitieron conocer mejor a la persona que escribía esas cartas, yendo así más lejos de lo que un escritor es capaz de ofrecer y desnudarse en una novela, por ejemplo y de paso conocer más al detalle aspectos de la sociedad, de la economía, de la cultura y de otros muchos ámbitos, del siglo en el que se escribieron tales cartas.

De hecho y de acuerdo con lo anterior ya he visto por ahí libros de Historia que abordan los conflictos bélicos, las guerras mundiales, empleando únicamente (o casi) las cartas escritas por los soldados (a sus familias, amigos, novias…) de los países que participaron en dichas contiendas bélicas.