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Los cuerpos partidos (Älex Chico); Candaya 2019

Los cuerpos partidos (Álex Chico)

Álex Chico (Plasencia, 1980) va en busca de la memoria de su abuelo Nicolás/Manuel. No es un cazafantasmas (¿o tal vez sí?) es un escritor que trata de atrapar una existencia con la escritura. Pienso entonces en una frase que aparece en la última novela de Ricardo Menéndez Salmón: La literatura no es una red que podamos aplicar sobre la existencia. Cuando se trata de hacer una biografía todo es precario, máxime cuando los materiales son tan endebles. Viene a ser como coger una moneda en la que está acuñada la faz del biografiado, situar un folio encima y rascar por encima con la mina de un lapicero. Aflora algo que parece un rostro, que curiosamente será de perfil, metáfora de esa existencia que aflora difusa y de refilón. Álex lo sabe, es consciente de que su labor es ardua. Lo impele a ella un libro magnífico. Afirmación que viene a resultas de haberme leído el libro de Vicente Valero, Los extraños, cuyo último capítulo es el de Valero yendo detrás de las huellas de su abuelo. Álex hace aquí lo propio acompañado de su hermano. Se van a Francia, a Bousbecque, a la rue Papeterie, número 4. Allá vivió su abuelo cuando dejó Granada y se fue a Francia a ganarse la vida. Ahí surge el desarraigo. La bisectriz, el cuerpo partido, la semilla del regreso. Cuenta Álex que su abuelo cuando regresa de Francia y se instalan en Barcelona y ya en la vejez siente la muerte inminente quiere volver a casa, a Granada, a Cúllar Vega y lo consigue, porque el suyo, un cuerpo partido, alcanza el doble tránsito, el de regresar para morir.

La emigración, el exilio, son temas complejos, de naturaleza proteica. Cada historia es distinta. Se corre el riesgo de caer en generalidades. Por eso Álex quiere individualizar a su abuelo, singularizar su existencia, apartarlo de la masa migrante y buscar la singularidad. Esa marcha, una fuga no voluntaria, impuesta por las circunstancias, lo lleva -a su abuelo y otros muchos miles de españoles- lejos de casa, a un país ignoto, con lenguas que desconocen. Se les recibe con recelo. No dejan de ser otra cosa que mano de obra barata. Muchos deciden regresar y lo hacen, pero no al lugar de origen. Muchos de ellos tras dejar Andalucía, Murcia, Extremadura y recalar en Francia, Bélgica, Alemania, regresan a España para completar una segunda migración, ésta interior, y van a ganarse la vida a Madrid, Barcelona. Este es el caso de los abuelos de Álex, que se instalan en una vivienda del Barrio de Sants (al principio en un piso piloto). Muchos otros, no tan afortunados, encontraron acomodo en las barracas de Montjuïc, en Somorrostro. Sobre ellos Álex pone el foco, tratando de entender cómo fue la vida de aquellas personas en esas viviendas, en aquellos barrios estigmatizados por el lenguaje que les ceñía como un cepo adjetivos como marginalidad, delincuencia.

Lo interesante del libro más allá de confirmar lo difícil que es biografiar una memoria correosa, un pasado que no acabará de pasar, pero que al no posar, no ofrece una foto fija, sino fotogramas cazados al vuelo, convertido el narrador en un viajero que desde el vagón ve atónito como todo va tan rápido que no logra asentar nada en la mente. Hay apuntes, conversaciones (como la postrera que Álex mantiene con una hermana de su abuelo. Ahí la necesidad no es la de hablar del biografiado sino hablar de ellos, de su vida, de aprovechar la oportunidad de tener un interlocutor dispuesto a escuchar atentamente. Recuerdos que se vierten con sorpresa y con ansia, pues en su día todo eso se guardó en el trastero de la memoria y cuando toca orear todo vuelve en aluvión. Habla ahí Álex de Goytisolo, y yo pienso en el libro Como una rana en invierno. Tres mujeres en Auschwitz, pues también estas tres mujeres callan su experiencia y cuando quieren hablar no le ven sentido porque creen que ya está todo dicho, que todas las historias se parecen), recuerdos. Una amalgama estéril. Queda pues fiarlo todo a la imaginación. Construir un personaje. Habitar una piel ajena, quizás quemada. Seguir el rastro. Mudar el grafito en carbono 14 sobre el papel en blanco. Analizar la emigración desde el mayor número de perspectivas posibles. Un viaje que es, aquí, de ida y vuelta. Con varias preguntas sobre la mesa. Las mismas que se hacen todos ellos. Volver o no volver. Volver a dónde. Qué relación tiene el que se fue con el que regresa. Cómo hacer de la existencia un pegamento que junte las dos mitades, la de esos cuerpos partidos (partir es partirse, Halfon lo sabe), aquellos tajados por la marcha, la fuga, la ausencia, el vacío, la soledad, la de todos aquellos para quienes el derecho a quedarse nunca fue una opción.

Encuentro una errata en la página 220, que analizada no parece tal. La letra a, es también aquí, y en comunión con el texto, una letra migrante. Desaparecido, muda en Desparecido.

Candaya. 2019. 256 páginas

Editorial Alfaguara 
2013
www.devaneos.com

Mar de mañana (Margaret Mazzantini 2013)

Margaret Mazzantini
Editorial Alfaguara
2013
136 páginas

Después de haber leído y comentado Bagheria, novela de Dacia Maraini, hablo ahora de Mar de mañana, la última novela publicada por Margaret Mazzantini (italiana de adopción nacida en Dublín en 1960). Esta es la primera novela que leo de Margaret. Sin embargo sí había visto dos películas basadas en novelas suyas: Non ti muovere y Venuto al mondo. Ninguna de las dos me gustó especialmente.

Mar de mañana es una novela breve e intensa. En menos de 140 páginas, con una prosa acelerada, lacerante y fragmentaria la autora aborda muchos temas y varías décadas de la historia reciente de Italia y Libia.

Libia e Italia
Italia y Libia dos países y el Mediterráneo por medio

En la primera historia una madre y su hijo, Jamila y Farid, al morir el marido/padre abandonan su poblado en el desierto cuando Libia se convierte en un polvorín. Juntan todos sus ahorros, llegan a la costa y montan madre e hijo en una patera rumbo a la costa italiana. Con cuatro pinceladas la autora se las ingenia para mostrar lo precario y contingente que es la vida humana cuando todo el futuro pende de un hilo, a lomos de un puñado de astillas con forma de barca, rumbo a la nada o la salvación, porque todo es tan inconsistente y frágil como la evanescente espuma marina.

Al otro del lado del Mediterráneo están Vito y su madre Angelina. Angelina es hija de aquellos italianos que cruzaron el mar rumbo a Libia a finales de los años 30 cuando este país era una colonia italiana. En Trípoli se labraron un porvenir, vivieron en paz con sus vecinos, revedercieron el árido terruño. Después de alcanzar Muamar Gadafi el poder tuvieron que dejar el país como deportados, en los años 70, regresando a Italia como parias, Tripolinos pobres entre los pobres. Su historia es la historia del desarraigo, viviendo desde entonces entre dos aguas, a lomos de dos orillas, sin pertenecer a ningún sitio, viviendo siempre en un pasado truncado.

Margaret Mazzantini
Margaret Mazzantini

Quien se ha ido siempre sueña con volver y Vito vuelve a Trípoli con su madre y su abuela para actualizar el pasado, levantar acta de que mueren las personas, desaparecen las playas debajo del asfalto, las catedrales se reciclan en mezquitas, que aquel amor que se prometía único en la adolescencia, no lo era para nada, más allá de promesas incendiadas de romanticismo, como comprueba y sufre Angelina en su ánima demudada.

Mazzantini aborda el sufrimiento de los que emigran, de los deportados, de los que se juegan la vida en el mar buscando otra vida, de los que regresan de un exilio forzado y no encuentran acomodo, de los que dejaron
sus recuerdos en otra parte y saben que ir en su busqueda será su perdición y salvación.

Mazzantini escribe como si tuviera un látigo en la mano, a restelladas, haciendo surco en las carnes del lector. Escribe como un tigre que se defiende, que muestra las garras dando zarpazos y lo hace con una prosa sulfurosa: puro aceite hirviendo.

A veces a Mazzantini se le va la mano con un tono apocalíptico, trágico, calamitoso y quiere dotar de tanto significado y mordiente las palabras que maneja que algunas frases (El óxido de la nostalgia arañaba entre los dientes como arena, pag 37, Se quedaron solos como monos abradasados por aceite hirviendo pag 75, No hay nada peor que una vieja dinamitera. Sigue colocando mechas en tus pensamientos, pag 85, Era extraño aquel estancamiento, aquella cabina presurizada que atravesaba inmóvil el mar de sus vidas, pag 89, Estaba gordo y siempre quería comer y beber y chupar algo. Sin embargo tocaba el violín de manera ¿¿notablemente prodigiosa?? pag 94.>>) más que impactar producen hilaridad.

No sé si lo que leo en esta novela es todo puro humo y oportunismo: un acto de rebeldía y solidaridad con las víctimas de la injusticia, reducido a una pose, o sí por el contrario hay algo más profundo y sincero en estas historias apiñadas en un relato breve, historias complejas y profundas, como si lo que nos da Mazzantini fuera sólo el entremés para el bacanal que podemos darnos después, al finalizar el libro, para ir luego por nuestra cuenta tirando de todos esos cordeles que Mazzantini deja a nuestro alcance y desovillar la Historia, la nuestra, la tuya.

Tendré que leer algo más de Mazzantini para salir de dudas.