El Redentor (Jo Nesbo RBA 2012) Crítica libro

La editorial RBA publicó a mediados del mes de pasado de este año 2012 la cuarta entrega de la serie del inspector noruego Harry Hole, (ya hemos hablado aquí de Petirrojo, Némesis, La estrella del diablo) del escritor Jo Nesbo. Como en las entregas anteriores Nesbo es capaz de hacer que la tensión vaya en aumento hasta un final que te deja baldado.

Todo comienza con un asesinato. El asesino desaparece entre la multitud sin dejar rastro. Como nadie preveía un hecho así, cuesta prestar atención a un acto como ese. Resulta que el asesino no es otro que «el pequeño redentor«, que sufrió en sus carnes la guerra de los balcanes, cuando los serbios masacraban a los croatas. El pequeño redentor, desempeñó un papel fundamental en las filas croatas, pues su corta edad, su agilidad, y su valor le permitiría poner bombas en los bajos de los tanques serbios que veían así mermada su maquinaria pesada.

El pequeño redentor, ahora adulto es una máquina de matar perfectamente engrasada, quien recibe el encargo de cometer un asesinato en la ciudad de Oslo. Tras cometer el encargo, repara en que ha errado, que no matado a quien debía, así que debe seguir con el plan previsto.

Como telón de fondo unos personajes que se mueven en ambientes fríos, gélidos, de suelos nevados y cielos grises y lluviosos, donde los humanos enturbian sus corazones con toda clase de vilezas, en resumen todos ellos contribuyen a hacer un mundo sórdido. De entrada, la narración comienza con la violación de una joven. A su lado los también adolescentes, Robert y Jon que tendrán un papel protagonista en la historia. Como si todo acto tuviera su consecuencia lógica, vemos que cada cual debe pagar por sus errores. Si no se da tal circunstancia siempre habrá un redentor encargado de hacer justicia.

Harry Hole sigue protagonizando estas aventuras. Sufre una nueva recaída en el alcohol. Acude a alcohólicos anónimos. Sigue distanciado de Oleg y Rakel, si bien esta lo quiere tener cerca de nuevo. Su magnetismo sexual sigue siendo evidente para las mujeres, y acabará acostándose con una compañera que acude a las sesiones de alcohólicos anónimos y con Martine una joven que se queda prendada de él.

Al jefe de Hole, ya lo tenemos en Bergen, disfrutando allí de su jubilación, que no es nada dorada, pues como veremos también él ha tenido que pagar su precio. Como sustituto de este, tenemos a un ex fuerzas especiales, de espíritu didáctico que enriquece a sus pupilos con anécdotas bélicas de militares japoneses, con las cuales trata de explicar lo que él entiende por disciplina, lealtad, confianza, valor, etcétera.

Beate sigue aportando sus conocimientos en el reconocimiento de los rostros, sale con Halvorsen, y parecen felices, pero hay personas a las que la felicidad les está negada por una u otra razón.

Leer un libro de 540 páginas en tres días, no refleja otra cosa que el interés que ha suscitado en mí como lector esta nueva entrega de Nesbo. A pesar de lo cual haciendo un ranking fijaría Némesis como mi libro preferido, seguido de Petirrojo, luego este y finalmente La estrella del diablo.

No sé si como consecuencia de la traducción o porque Nesbo estaba algo más espeso que en entregas anteriores, su prosa me ha resultado a ratos bastante banal, como de relleno, algo para salir del paso. La profusión de los diálogos hace que la historia avance y se propulsione en su tramo final. Nesbo mantiene eso sí el climax, pero en Némesis, su prosa era más depurada, creando una mayor significación, tanto ambiental como espiritual (los personajes eran personas). En El Redentor, todo parece escrito para ser olvidado casi de inmediato.

Ahora solo deseo que RBA no tarde otros dos años en publicar otro libro de Nesbo.
En Noruega ya hay publicados unos cuantos más:

-(2007) Snømannen
-(2009) Panserhjerte
-(2011) Gjenferd

No olvidemos que El pequeño redentor fue escrito en 2005. En breve creo que Domingo Villar nos ofrecerá una nueva aventura de Caldas. Mendoza también publicará en breve, el mes que viene, así que el futuro se presenta inmejorable.

Cenador Amós una experiencia gastronómica

Menú degustación cenador amós

El acto de comer depara muchas satisfaciones. Más allá de saciar el apetito, de calmar esa pulsión primaria, podemos ir en la búsqueda de nuevas sensaciones. Comer entonces se convierte en un placer. A tal fin acudimos este sábado al Cenador de Amós. El restaurante está sito en Villaverde de Pontones, pueblicito que se halla a unos 20 minutos en coche de Santander. El lugar es precioso. El restaurante cuenta con un arco de piedra que da lugar al reciento interior. Nada menos que una casona de piedra del siglo XVIII, con salones y amplios cesped, apto para todo tipo de celebraciones. La primera vez que pisamos el cenador fue precisamente en una boda. En aquel entonces ya contaba con una estrella michelín que aún conserva, desde 1995. Nosotros comimos una vez pasados los baños, en un patio, cubierto con claraboyas.

No hay platos a la carta, sino que hay que optar por uno de los tres menús que tienen. Los precios oscilan entres los 47 euros del menú más económico hasta los 82 del menú más caro. El IVA va incluido. Lo que no incluye, ni este ni cualquier otro menú de estas características, es el vino. La carta de vinos es extensa e incluye un buen número de denominaciones de origen. Nos decantamos por un Finca de Ramirez Ganuza Reserva de 2005.

Una vez seleccionado el menú. Nos fuimos al menú más caro, comenzó el festival. Antes se comenzar a servirnos nos dieron una hoja, la que aparece en la foto, con todos los platos que íbamos a degustar.
Comenzamos con una crema de avez y foie, que fue una deleite. Nunca había tomado el foie en crema y el resultado es subyugante. Posteriormente nos sirvieron la Morcilla sin sacrificio y el Tomate pimiento de cristal, ambos en el mismo plato. Se trata en este caso de entrantes, de aperitivos, que adoptan la forma de bocaditos. Luego vino la guindilla, que no picaba, rellena de un tartar de tomate, cebollino y cebolleta.

Luego le llegó la hora al juego alrededor del foie; una bandeja con foie, preparado en tres formas diferentes. Una un bloc, con crujiente de patata frita, otra foie al punto con mermelada de cafe, y otra que visualmente paracía un champiñón, pero que en la boca dinamitaba los sentidos.

Tras la carne vino el pescado, y le llegó el turno a la ostra margarita. Primera vez que pruebo una ostra. Fue como darle un bocado al mar y sentirte parte del mismo. Increíble.

Con el estómago ya algo templado, todavía restaban otros siete placeres más que darnos. Proseguimos con la cebolla tierna con queso divirín y oregáno fresco. Cada bocadito de cebolleta con un toque de plancha con el queso divirín fundido combinaba de maravilla.
Luego vinieron las pochas en caldo de arroz venere, después como un cuscús de lenteja, el ravioli de apio-nabo con brandada de bacalao, el salmonete, calabaza y salycomea, la molleja de ternera con alcachofas y queso de almendra y finalmente la albóndiga de pichón y anchoa.

Antes de los postres nos dieron la oportunidad de probar una selección de quesos, y al menda, que los quesos le vuelven loco, pues dimos nuestro beneplácito. Tuve ocasión de probar cuatro quesos diferentes, el último un queso cántabro, un picón de Tresviso macerado en sidra , parecido al cabrales. El anterior era un queso de Teruel, de corteza negra, parecido al camembert, hecho con leche cruda de oveja (no recuerdo el nombre del queso). Los otros dos, uno similar al camembert, pero más graso y más fundible y el otro, como un gamoneu del puerto asturiano. En resumen, que la cata fue un deleite. Luego venían los postres.

Como postre yogur con manzana e hinojo, lo cual me pareció bien curioso, al no estar acostumbrado al empleo del hinojo en un postre, y finalmente el sobao caramelizado, leche y tapioca, el cual es sorprendente, pues te lo presentan con una burbuja de crema de leche. En el fondo es donde está el helado con sabor a sobao pasiego, aderezado con tapioca.

Los cafés vinierion acompañados de unos entretenimientos dulces, a saber; algo parecidos a unas gominolas.

El servicio fue excelente. La comida nos llevó algo más de dos horas y media. No se hizo en absoluta larga. Tiempo justo y necesario para asimilar tantas sensaciones. Jesús Sánchez, el maestro de todas estas creaciones, salió a saludar a los que allí estábamos comiendo, dedicándonos unas palabras a cada uno, preguntando sobre qué nos había parecido la comida.

Como anécdota comentar, que al igual que hay personas que vamos a un sitio como este avisados, sabiendo a qué atenerte, otros parecen que pasaban por allí y entran de casualidad. Así, un matrimonio al lado nuestro, de entrada viene avisando que le parece raro que no haya carta, segundo que un menú para ellos es muchísimo, porque son de poco comer, tercero que ¿cuál es el vino de la casa?, y cuarto, cuando Jesús sale a saludar, le sueltan en toda la jeta, que lo más les ha gustado de todo es es el pan de pasas.

Las formas de la pasta corta

Los formatos de pasta disponibles en el mercado son innumerables. Corta, lunga, lisa, cóncava, helicoidal. El caso es contentar a un público exigente. La pasta corta por ejemplo es recomendable para las sopas o menestras. Ya sabemos que en España conocemos poco más que los macarrones, gnocchi y los fusilli, aunque gracias a marcas como Barilla, cada vez tenemos la oportunidad de probar otras variantes. En cuanto a pasta corta hay nada menos que 24 variantes que paso a enumerar.

-sedani: pertenecen a la familia de los rigatoni. Son más pequeños y algo curvos. Adecuados para gratinar al horno.
-rigatoni: es una de las formas más conocidas, optima rellena al horno, con salsa o ragú.
-penne: probarlos all´arrabbita son una delicia.
-mezze penne: son la mitad de los penne. Se emplean para ensaladas de pasta fría.
-farfalle: adecuados servidos con queso.
-garganelli: sobre un cilindro se sitúa un cuadrado.
-fusilli: fenomenales para retener en ellos la salsa.
-ditaloni: adecuados para il minestrone, y para el ragú de carne y tomate.
-ruote: se suelen hacer de colores.
-pipe: en su interior se acumula la salsa. Son los caracoles que aquí usamos en las sopas.
-conchiglioni: ideales para contener la salsa en pastas rellenas al horno. Se cuecen antes como los canelones.
-maccheroncini: los hay lisos o rallados y son indicados para sopas.
-trofie: típica de la Luguria, con el pesto.
-cannelloni: de pasta fresca o seca. Después de cocerlos poco se rellenan y luego se meten al horno para gratinar.
-orecchiette: son de Puglia se sirven normalmente con le cime di rapa (similiar al brócoli)
-conchiglie: para todos tipos de salsa, con ragú de verduras, cortado en trocitos. Óptimo para pastas frías.
-cavatelli: típico formato de La Puglia, se hacen con la punta de los dedos.
-casereci: presentan una forma helicoidal.
-gnocchetti: provienen de la tradición sarda, son de semola de grano duro.
-ravioli: conocidos como agnolotti. Rellenos de carne, verduras, etc.
-panzerrotti: una variante de los raviolis o agnolotti. A menudo rellenos de ricotta.
-tortellini: pasta rellana, de tradición boloñesa, de forma especial.
-gnocchi: se hacen con pasta fresca de harina y patata, ideales para cocinarlos con salsa de queso y nata.
-maccheroni: son los más conocidos. En el Sur de Italia son alla chitarra, largos como los spaghetti.

EL FOTOGRAFO

Una pareja llevaba años de matrimonio y no lograba tener familia.
Vieron a un especialista muy renombrado quien, tras varios estudios, les dijo que la solución era buscar a un padre sustituto.
La señora preguntó:

– ¿Qué es un padre sustituto?

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