La parola contraria Erri de Luca

La parola contraria (Erri De Luca 2015)

Erri de Luca
2015
Feltrinelli
62 páginas

Al escritor italiano Erri De Luca le preguntaron en un periódico si el sabotaje y los actos vandálicos (practicados contra la Tav) eran lícitos. A lo que él replicó que eran necesarios para hacer comprender que la Tav era una obra nociva e inútil.

La Tav se trata de la línea de alta velocidad que quiere comunicar Lyon con Torino. Una línea a la que Erri y otros muchos se oponen desde su inicio por considerarla dañina para el medio ambiente, al encontrarse sobre el terreno, por ejemplo, altas proporciones del letal amianto.

Tras esas declaraciones la compañía L.T.F. acusó a Erri de incitar o instigar a la violencia, creando consenso entre los activistas No Tav.

Ante esta situación y a la espera de que el juez decida si Erri va o no a la cárcel, el autor del libro nos habla en este breve testominio defensivo, de como le transformó cuando era joven la lectura de Homenaje a Cataluña de Orwell, de como intelectuales y escritores como Pasolini se la jugaban en periódicos en los que escribían con su nombre, asumiendo las querellas y perjuicios que la adhesión a ciertos planteamientos puedieran ocasionarlas.

A fin de cuentas lo que Erri nos demuestra es que al igual que siempre habrá gente dispuesta a morir por los demás, habrá otros dispuestos a jugársela y arriesgar su porvenir por aquello que cree justo. A Erri la Tav le parece una aberración, y ante eso se rebela, él y otros muchos, más como ciudadano que como escritor, manifestando su postura No Tav personándose en las manifestaciones contra la misma.

Respecto al título esa parola contraria, Erri alega que el Ministerio Público entiende y constriñe la palabra sabotaje a una acepción, aquella que implica daños físicos y materiales, pero Erri va más allá y para él sus actos de sabotaje tal como recoge la lengua italiana van más allá de eso, y pueden simplemente ser un acto de negligencia o de desobediencia cívil, perpetrados por personas que se consideran a sí mismos ciudadanos y no súbditos de nadie, un sabotaje entendido más bien como una obstrucción.
Para Erri, además, la acusación contra él sabotea su derecho constitucional a la palabra contraria, ya que para el Ministerio sabotaje solo tiene un significado bajo el cual se ejerce la imputación a Erri, dejando en solfa además su derecho a la libertad de expresión.

#iostoconerri

Bicicleta prohibida

PROHIBICIÓN DE CIRCULAR POR LA ZONAS PEATONALES EN DIRECCIÓN OPUESTA.

Queremos informar que el Ayuntamiento de Logroño ha decidido comenzar a multar a aquellos ciclistas que circulen en dirección contraria por las zonas peatonales. Ya se han dado casos de ciclista multados en la Calle Portales por circular de Oeste a Este (entrada por Escuelas Trevijano y Gota de Leche) con importes de 60 euros y con amenazas de 200 euros. Con esta decisión se corta de raíz el eje fundamental y más importante en la movilidad ciclista de Logroño.
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bartleby-el-escribiente-de-eneida-1171-2447221-1ac

Bartleby, el escribiente (Herman Melville)

Herman Melville
Editorial Eneida
68 páginas
2014

He quedado muy lejos de la plusmarca mundial de Robert Stwizknle que se leyó este libro, o relato, en poco más de 15 minutos, mientras ascendía corriendo al Empire State.
Aquellos a quienes os de pereza esto de leer, pero queráis al mismo tiempo lavar vuestras conciencias catódicas, esta historieta de Melville seguro que os complacerá.

¿Les suena eso de «Preferiría no hacerlo»?. Esa frase icónica que junto al careto del Ché aparece en muchas camisetas. Pues bien, ese preferiría no hacerlo es la frase que profiere una y otra vez Bartleby, un escribiente, que trae de cabeza a su jefe y a su compañeros de curro, pues esas tres palabras conllevan pasotismo, indolencia, independencia, insumisión. Nada bueno, vaya.

Sin abundar en el argumento, en cuyo caso ya estaría hablando de su fúnebre final, apuntar que hay algo que me ha resultado muy interesante y es que cuando el jefe de Bartleby quiere tomar una decisión buenista, siempre hay algo: la sociedad, el que dirán, su prestigio, su reputación, los otros en definitiva, que le obligan a darle una segunda vuelta a sus pensamientos originales, a domesticar sus instintos primarios (bonhomía, benevolencia, tolerancia, solidaridad, etc) y filtrarlos bajo una mirada social, lo que hace que el pobre Bartleby acabe como acaba, o quizás es que su destino ya estaba apalabrado de antemano y todo lo anterior no fue otra cosa que prolongar su agonía. A saber.