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El desierto y su semilla (Jorge Baron Biza)

Eterna Cadencia
Jorge Baron Biza
2022
223 páginas

Jorge Baron Biza solo publicó una novela, El desierto y su semilla. Una edición pagada por el mismo, en 1998. En 2001 se suicidó. El padre de Jorge, el millonario terrateniente Raúl Barón Biza, en 1964, lanzó ácido sobre el rostro de su mujer Clotilde, 19 años más joven, con la que se había desposado sin haber cumplido ella los dieciocho. El día siguiente Raúl se suicidó. La víctima de la agresión, en la novela Eligia, también se suicidó. En 1978.

Jorge, en la novela Mario, parece llevar encima el peso de una cruz muy pesada. Se pregunta si no será un vulgar imitador en la copa y el balazo. Hay una abertura en el abismo que parece mirarle a los ojos, captar su atención, para finalmente devorarlo.

La novela nos sitúa cuando Eligia recibe el ácido y es vitriolizada. A partir de ese momento, la ausencia de parte del rostro se convierte en un reguero de intervenciones quirúrgicas. Jorge acompaña a su madre a Milán, donde se practican las mismas. La narración describe las peripecias de Jorge, que alterna los cuidados hospitalarios a su madre, con sus deambuleos por la ciudad al conocer a Dina, una bacante que le brinda la oportunidad de vivir acontecimientos imprevisibles y asimismo va sacando a luz, al carboncillo su otro yo, o su único yo. Para ello un cocoliche de lenguas italianas, inglesas o alemanas, tomando el pulso al habla popular y traduciendo expresiones del italiano, las vertidas por Dina, por ejemplo, de manera casi literal: ¡Cómo te tomó en giro!. En italiano; Prenderti in giro. O tomarte el pelo. Y que así traducida resulta inteligible.

Eligia se convierte en una presencia fantasmagórica, traspasada y menoscabada por la realidad, paciente por duplicado y los avances que en su rostro se practican parecen ser mínimos. La ausencia de carne, mella la identidad, como si al faltar la faz no hubiera persona. No sabemos qué piensa Eligia, porque Jorge no nos lo dice. Se nos hurta su sufrimiento y pesar. Escuálida psicología en todos los personajes. Y el espíritu de la novela es ese: rehuir lo escabroso, trágico y sentimentaloide para abundar en el absurdo de muchas de nuestras conductas, también las más violentas e irracionales. Solo de refilón sabremos algo de Eligia, de su exilio político bajo el peronismo, de quién fue su padre (Amadeo Sabattini, Gobernador de la provincia de Córdoba), su pugna con Eva Perón, su férrea determinación por no ser compadecida…

Finalmente Eligia deja el hospital, retoma la política, sus inquietudes en educación, pero algo no va y acaba suicidándose. Raúl aborda el pasado no para reconstruirlo, más bien para trata de entender lo qué pasó, la conducta de su padre, el porqué de ese odio, odio que Raúl detesta pero igual práctica y el texto se convierte en un corazón, en la posibilidad de mantener la existencia gracias a la escritura, la posibilidad de una vida que no será. El abismo así colmado.

Muy bueno.

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