La publicidad un mal insoslayable

Hoy es imposible librarse de los pesados que llaman a media tarde para ofrecerte algún producto financiero, o contarte las maravillas de las adsl, eso sí, no entran en detalles, sobre como gestionar una futura baja, y los sinsabores y malos ratos que sufrirá el incauto consumidor si quiere llevar a cabo esa «procesión de Semana Santa» que supone lograr la baja de cualquier operadora de internet.

Luego, los buzones de las casas están cada día más atestados de publicidad. En muchas casas al lado de la puerta, la comunidad ha instalado un buzón a fin de que se deposite ahí la publicidad en lugar de en los buzones particulares de los vecinos o se pide que la publicidad se meta por debajo de la puerta «solo cinco ejemplares».

Otra opción es que al lado de los buzones haya una papelera, así directamente los folletos publicitarios van directamente del buzón a la papelera.

Es sangrante ver como nos bombardean diariamente con cantidades ingentes, toneladas de papel anunciando mil millones de cosas, para que luego, sin ni siquiera dedicarle una mirada vayan a la papelera. Qué malgasto de papel, de recursos limitados, que de seguir así tarde o temprano tocarán a su fin.

Parece que no es suficiente con las minutadas de publicidad que emiten las televisiones y las radios para que también nuestros buzones y nuestras líneas telefónicas estén atestadas día sí y al otro también de empresas que quieren vendernos algo.

Son los males de vivir en la era del consumismo, y ahora con la Navidad, ya ni te cuento.

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