El hombre es un animal de costumbres

Es verdad que los humanos somos capaces de adaptarnos a casi todo. Esa excesiva maleabilidad y flexibilidad posibilita que mientras unos explotan, someten, humillan y esclavizan a su antojo, otros tengan que aguantar el chaparrón hasta que el cuerpo aguanta o acaban con sus cuerpos en el depósito de cadáveres.

Esa capacidad de sufrimiento y aguante permite que haya tantos jefes aborrecibles, despóticos y explotadores, empresarios pretotentes, maridos ultraviolentos, niños irrespetuosos y adolescentes que campan a sus anchas. Podremos objetar miles de cosas que nos obligan a tragar con todo lo que nos echan: una hipoteca que nos ahoga, una futuro laboral nada claro, una relación amorosa mal entendida, quien no tiene papeles y debe alimentar a una familia a miles de kilómetros.

El colmo del asunto venía plasmado en la noticia de un periódico que leí hace unos días. Un sujeto que había pasado casi toda su vida en reformatorios y cárceles finalmente había obtenido la libertad. A los pocos días de estar fuera, solicitó de nuevo el ingreso en la carcel, la cual para él era su casa, su mundo, su ambiente, su todo.

Hay mujeres para las cuales sus maridos también son “su mundo”, que monopolizan su existencia, fuera del cual no hay posibilidad de subsistir, por eso el 70% de las mujeres fallecidas en el 2006 no denunciaron a sus agresores. Pensaron que sus maridos o parejas nunca serían capaces de asesinarlas, pero la denuncia es el primer paso para salir del blucle letal de los maltratadores, el que permite ver que hay otro mundo más allá. Un mundo, sin palizas, sin vejaciones, humillaciones, ni maltratos, donde prime el amor, el respeto, la confianza, donde el diálogo con palabras es posible.
Hay días, cada vez más, en los que uno siente vergüenza de ser hombre, visto las cosas de las que son capaces de hacer los de nuestro sexo.

Un pensamiento en “El hombre es un animal de costumbres

  1. L.Manteiga Pousa

    Pues no estoy muy de acuerdo con eso de que el hombre sea un animal de costumbres. Obviamente las tiene, y bastantes, incluso muchas, pero es que los otros animales tienen todavía más. Por lo tanto el hombre es el animal con menos costumbres. Aunque es cierto que nos repetimos con bastante frecuencia, de un modo más o menos constante y/o intermitente, y esto tiene sus aspectos buenos (evitas darle demasiadas vueltas a algunas cosas al tener esos automatismos, te da estabilidad mental…) y malos.

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