Sobre la traducción

Hoy se celebra el Día Internacional de la Traducción. Ahora que con el pirateo la gente a duras penas recuerda el título del libro que está leyendo, ni el del autor, del traductor ya ni hablamos. A quienes compran libros les sucede otro tanto. El nombre del traductor, muy a menudo, no cuenta para ellos y resulta la suya una labor invisible. Para otros, entre los que me incluyo, valoramos la labor del traductor, cuya tarea creo que merece todo nuestro reconocimiento. Algunas editoriales ya incluyen el nombre de los traductores en la portada (Impedimenta, Volcano, Libros del Asteroide, Eterna Cadencia, Gallo Nero, Acantilado, Sexto Piso, Pre-Textos…) junto al del autor. Me parece muy bien. Debería hacerse siempre. En las páginas web de venta de libros y en las de las propias editoriales este dato, el nombre del traductor, nunca debería omitirse, como a veces sucede. Un traductor traduce o interpreta un texto como decía Ce Santiago en una entrevista, por eso no hay dos traducciones iguales.

Hace poco leí Guerra y paz, lectura que llevé a cabo únicamente cuando pude tener entre manos la traducción de Lydia Kúper, y hay novelas como Berg, Edén, Edén, Edén, Castellio contra Calvino, o Animal en el que el nombre del traductor actuó como acicate de mis lecturas. Leí hace meses ¡Absalón, Absalón! y volveré a leerla dentro de un tiempo aprovechando que hay nueva traducción, ésta de Bernardo Santano Moreno. En este sentido las traducciones aportan vitalidad a las novelas, que con las nuevas traducciones reverdecen y enganchan a nuevos lectores, adaptando las traducciones a los nuevos tiempos, y quien sabe si, en el mejor de los casos, mejoran el original (enmarcado éste en las traducciones previas). No está de más tampoco en la reseñas hacer mención al responsable de la traducción.

Si para enjuiciar o valorar la labor de un traductor como es debido resulta ineludible leer el texto en su lengua original, lo cual rara vez se hace, ¿qué es lo que estamos enjuiciando exactamente cuando encaremos una traducción? pues el texto resultante y si éste nos complace, autor y traductor-escritor habrán de repartirse la gloria en la proporción que corresponda, que no sé cuál es. Y para acabar, ¿cuántos libros se han visto favorecidos por una excelsa traducción/escritura del traductor? y viceversa ¿puede una mala traducción haber echado por tierra un buen libro?. Ahora todo el mundo a comentar, que para esto no hace falta cita previa.

3 pensamientos en “Sobre la traducción

  1. Manuel

    Nos damos cuenta de su importancia cuando cae en nuestras manos un libro que parece traducido por Google. ¡No son tan raros! Claro que puede echar por tierra a un buen libro: la irritación que produce es incompatible con el placer de la lectura. Resulta curioso que, en ocasiones, los fallos sean tan evidentes que no necesitamos ni cotejar la traducción con el original. Salta a la vista. Por no hablar de cuando las frases están torpemente redactadas (conviene conocer los dos idiomas). A veces, quizás influyen las prisas. O no entender bien el texto original, cuando es complejo. Pero es verdad que el nivel general es muy alto (o así me lo parece), y que el buen traductor merece ser considerado, como tú insinúas, el mejor amigo del lector. Un saludo.

  2. Francisco H. González

    Hola Manuel, sí yo creo que el nivel de los traductores en España es muy bueno. Una cosa que me llama la atención es que autores gallegos, vascos, catalanes, como Manuel Rivas, Bernardo Axaga, Irene Solà, Eva Baltasar, Harkaitz Cano o Eduardo Berti en su último libro (escrito en francés), no se encarguen de la traducción al castellano de sus obras escritas en otra lengua (gallego, vascuence, catalán) cuando son bilingües y podrían hacerlo perfectamente, entre otras cosas porque son sus autores, sin embargo deciden ponerse en manos de profesionales de la traducción, algo que igual tiene sentido porque cuando vemos a los actores hablando en inglés, francés, alemán y luego doblándose a sí mismos al castellano, a menudo, algo chirría.

  3. Manuel

    Quizás porque serían «dos» libros diferentes de un mismo autor. Para mí es un enigma, en cualquier caso. Creo que preferiría hacer yo la traducción (si supiera hacerla bien, claro). Algunos músicos, como Mozart, no desdeñaban hacer ellos mismos versiones más sencillas de algunas de sus composiciones, lo que también puede sorprender. Es el caso de algunos conciertos para piano y orquesta de Mozart, simplificados por el propio compositor para que se pudieran interpretar en contextos más de aficionado. Una lección de humildad quizás. Saludos

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