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Cenador Amós una experiencia gastronómica

Menú degustación cenador amós

El acto de comer depara muchas satisfaciones. Más allá de saciar el apetito, de calmar esa pulsión primaria, podemos ir en la búsqueda de nuevas sensaciones. Comer entonces se convierte en un placer. A tal fin acudimos este sábado al Cenador de Amós. El restaurante está sito en Villaverde de Pontones, pueblicito que se halla a unos 20 minutos en coche de Santander. El lugar es precioso. El restaurante cuenta con un arco de piedra que da lugar al reciento interior. Nada menos que una casona de piedra del siglo XVIII, con salones y amplios cesped, apto para todo tipo de celebraciones. La primera vez que pisamos el cenador fue precisamente en una boda. En aquel entonces ya contaba con una estrella michelín que aún conserva, desde 1995. Nosotros comimos una vez pasados los baños, en un patio, cubierto con claraboyas.

No hay platos a la carta, sino que hay que optar por uno de los tres menús que tienen. Los precios oscilan entres los 47 euros del menú más económico hasta los 82 del menú más caro. El IVA va incluido. Lo que no incluye, ni este ni cualquier otro menú de estas características, es el vino. La carta de vinos es extensa e incluye un buen número de denominaciones de origen. Nos decantamos por un Finca de Ramirez Ganuza Reserva de 2005.

Una vez seleccionado el menú. Nos fuimos al menú más caro, comenzó el festival. Antes se comenzar a servirnos nos dieron una hoja, la que aparece en la foto, con todos los platos que íbamos a degustar.
Comenzamos con una crema de avez y foie, que fue una deleite. Nunca había tomado el foie en crema y el resultado es subyugante. Posteriormente nos sirvieron la Morcilla sin sacrificio y el Tomate pimiento de cristal, ambos en el mismo plato. Se trata en este caso de entrantes, de aperitivos, que adoptan la forma de bocaditos. Luego vino la guindilla, que no picaba, rellena de un tartar de tomate, cebollino y cebolleta.

Luego le llegó la hora al juego alrededor del foie; una bandeja con foie, preparado en tres formas diferentes. Una un bloc, con crujiente de patata frita, otra foie al punto con mermelada de cafe, y otra que visualmente paracía un champiñón, pero que en la boca dinamitaba los sentidos.

Tras la carne vino el pescado, y le llegó el turno a la ostra margarita. Primera vez que pruebo una ostra. Fue como darle un bocado al mar y sentirte parte del mismo. Increíble.

Con el estómago ya algo templado, todavía restaban otros siete placeres más que darnos. Proseguimos con la cebolla tierna con queso divirín y oregáno fresco. Cada bocadito de cebolleta con un toque de plancha con el queso divirín fundido combinaba de maravilla.
Luego vinieron las pochas en caldo de arroz venere, después como un cuscús de lenteja, el ravioli de apio-nabo con brandada de bacalao, el salmonete, calabaza y salycomea, la molleja de ternera con alcachofas y queso de almendra y finalmente la albóndiga de pichón y anchoa.

Antes de los postres nos dieron la oportunidad de probar una selección de quesos, y al menda, que los quesos le vuelven loco, pues dimos nuestro beneplácito. Tuve ocasión de probar cuatro quesos diferentes, el último un queso cántabro, un picón de Tresviso macerado en sidra , parecido al cabrales. El anterior era un queso de Teruel, de corteza negra, parecido al camembert, hecho con leche cruda de oveja (no recuerdo el nombre del queso). Los otros dos, uno similar al camembert, pero más graso y más fundible y el otro, como un gamoneu del puerto asturiano. En resumen, que la cata fue un deleite. Luego venían los postres.

Como postre yogur con manzana e hinojo, lo cual me pareció bien curioso, al no estar acostumbrado al empleo del hinojo en un postre, y finalmente el sobao caramelizado, leche y tapioca, el cual es sorprendente, pues te lo presentan con una burbuja de crema de leche. En el fondo es donde está el helado con sabor a sobao pasiego, aderezado con tapioca.

Los cafés vinierion acompañados de unos entretenimientos dulces, a saber; algo parecidos a unas gominolas.

El servicio fue excelente. La comida nos llevó algo más de dos horas y media. No se hizo en absoluta larga. Tiempo justo y necesario para asimilar tantas sensaciones. Jesús Sánchez, el maestro de todas estas creaciones, salió a saludar a los que allí estábamos comiendo, dedicándonos unas palabras a cada uno, preguntando sobre qué nos había parecido la comida.

Como anécdota comentar, que al igual que hay personas que vamos a un sitio como este avisados, sabiendo a qué atenerte, otros parecen que pasaban por allí y entran de casualidad. Así, un matrimonio al lado nuestro, de entrada viene avisando que le parece raro que no haya carta, segundo que un menú para ellos es muchísimo, porque son de poco comer, tercero que ¿cuál es el vino de la casa?, y cuarto, cuando Jesús sale a saludar, le sueltan en toda la jeta, que lo más les ha gustado de todo es es el pan de pasas.

Restaurante Japonés en Logroño; Miyako Teppanyaki

Miyako Teppanyaki Restaurante japonés en Logroño

En la Gran Vía de Logroño, donde antaño estuvo el pub Robinson, tras muchos años cerrado el local, finalmente en su lugar abrió el 3 de junio, Miyako Teppanyaki, un restaurante japonés. No había tenido ocasión todavía de comer en él, pero me apetecía mucho, ya que restaurantes chinos hay unos cuantos, todos ellos de batalla, pero Japonés hasta la fecha no teníamos ninguno. Nos gustaría a los que vayáis a comer al Miyako Teppanyaki, que nos deis vuestra opinión, sobre lo que os parece el local, el servicio, la presentación, la comida, etcétera, a fin de que entre todos podamos valorarlo. Echando un vistazo a la carta que hay fuera del restaurante, sobre un atril, veo que hay posibilidad de probar una media docena de menús diferentes, y las especialidades como el sushi, tempura, sashimi, miso etc. Esta noche, 7 de junio finalmente hemos cenado en este restaurante.

Al entrar nos comentaron si queríamos al lado de la plancha o en mesa, optamos por esto último. Nos dijeron que no había tronas para bebes, para niñas si te ponían unos cojines que arreglaban la situación. Neofitos en la materia, nos decantamos por el Menú Imperial, que exigía un mínimo de 2 comensales para su elaboración. De entrada nos pusieron una ensalada de pollo, aguacate, pimiento verde y rojo y salsa agridulce. Luego una tempura de langostino, calabaza y esparragop triguero, con forma de abanico. Más tarde vino el sushi, con makizushi de atún, salmón sobre un lecho de algo blanco que no sé lo que era, acompañado a ambos lados de la bandeja con jenjibre, wasabi y unas tacitas con salsa de soja. La traca final vino con una plato con forma de plano de casa, donde había un espacio cuadrado habilitado para los fideos salteados, otro para la ternera, uno similar para los langostinos y el último para lomo y setas. De postre nos dieron a elegir entre cuatro de los que componen la carta de postres; helado de té verde, con nata líquida y nueces caramelizadas y un pastel de sésamo y coco con nata líquida.

Tratándose de nuestra primera experiencia no está mal. Nos quedan ganas de volver y probar no ya un menú, sino situarnos al lado de la barra, donde quien estaba en la plancha era un chico joven, que era un cachondeo, pues hacía las cosas sobre la plancha y luego las mandaba directamente al plato de los que allí estaban sentados.

El menú imperial sale por 26 euros, sin contar la bebida que va a aparte. Además de palillos sobre la mesa también hay cubiertos. El local es una planta cuadrangular, un espacio diáfano, sin columnas, donde hay espacio suficiente entre las mesas para no sentirte agobiado. El cristal ahumado que de a la calle, permite ver el exterior sin ser visto. El servicio es muy correcto y eficiente. Se manejan perfecto con el castellano. Los baños son un primor. Pagamos en efectivo, no sé si admiten tarjetas de crédito.

Dehesa de Santa María en Logroño

Primero fue un local en la calle Poeta Prudencio y ahora la franquicia Dehesa de Santa María ha abierto un nuevo local, el 6 de marzo, nada menos que en la Gran Vía Logroñesa, en el número 53, junto a la librería Santos Ochoa. Visto desde fuera se ve la barra, y una única mesa. Si entras hasta el final a la izquierda se abre un espacio amplio donde cabe otra docena de mesas. Nosotros pedimos unos redonditos ibéricos, que son cuatro bollos de pan redondos, con jamón serrano, morcón, lomo y tarta de queso. Cuesta cinco euros y la ración es generosa. En medio de los redonditos van unas patatas pajita. Lo que me llamó la atención es que en el cartel que hay fuera anunciaban un menu alsaciano que iba acompañada de una cerveza A.K Damm, mi favorita y eso fue lo que me animó a entrar. La cerveza en cuestión cuesta 2,20 la botella de 33 cl. En el local tienen colgados unos cuantos jamones, y se ven varios quesos manchechos, también «tarta del casar». No faltan tampoco los bocartes, los esparrogos, los cogollitos. Hay por tanto mezcla de iberícos, productos de la huerta, carnes a la plancha como la tabla de ibéricos.
No viene mal un local así, pues en la Gran Vía, no hay locales de picoteo, salvo el Entrepuentes, ya que los locales que se dedican al jamón serrano, se concentran en otras calles como Labradores o Vitoria.

Si has estado en el local y quieres dar tu parecer, pon un comentario, te lo agradeceré yo y las tres personas que cada día visitan este blog.

Restaurantes italianos en Berlín Top 10 Italienisch

Aquí citamos algunos de los considerados como los mejores restaurantes italianos en la ciudad de Berlín. Nosotros estuvimos en Mora Mora y la pizza que comí con espinacas y gorgonzzola es de las que no se olvidan fácilmente, tanto por su presencia como por lo exquisito de su sabor. El Mora Mora (que en la carta y en la tarjeta que nos dieron reza como Di Vino) estaba en la misma calle donde nos alojábamos, en Grünberger, una calle deliciosa para pasear, donde por la noche, los locales sacan las mesas a la calle, iluminadas con velas y puedes cenar o tomarte unas copas al aire libre en un marco incomparable, que recuerda mucho a una ciudad mediterránea.

1. Al cotandino sotto le stelle.
Augustr.34 Mitte.

2. Il pecato
ABmannshausser Str.26 Wilmersdorf

3. Francucci´s
Kurfürstendamm 90 Charlottenburg

4. Mora Mora
Grünberger Str. 69 Friederischain

Mora Mora

5. Osteria Ribaltone
Motzstr. 54 Schöneberg

6. Il pane e la rose
Am Friederichschain 6, Prenzlauer

7. San Nicci
Friedrichstr. 101 Mitte

8. Trattoria la grotta azzurra
Torstr 169-171 Mitte

9. Osteria No. Uno
Kreuzbergstr. 71

10. Trattoria á muntagnola
Fuggerstr.27 Schöneberg

Si has comido en alguno de los restaurantes citados y quieres darnos tu parecer, hazlo así comprobaremos si son merecedores de tales laureles y parabienes.