Primero fue un local en la calle Poeta Prudencio y ahora la franquicia Dehesa de Santa María ha abierto un nuevo local, el 6 de marzo, nada menos que en la Gran Vía Logroñesa, en el número 53, junto a la librería Santos Ochoa. Visto desde fuera se ve la barra, y una única mesa. Si entras hasta el final a la izquierda se abre un espacio amplio donde cabe otra docena de mesas. Nosotros pedimos unos redonditos ibéricos, que son cuatro bollos de pan redondos, con jamón serrano, morcón, lomo y tarta de queso. Cuesta cinco euros y la ración es generosa. En medio de los redonditos van unas patatas pajita. Lo que me llamó la atención es que en el cartel que hay fuera anunciaban un menu alsaciano que iba acompañada de una cerveza A.K Damm, mi favorita y eso fue lo que me animó a entrar. La cerveza en cuestión cuesta 2,20 la botella de 33 cl. En el local tienen colgados unos cuantos jamones, y se ven varios quesos manchechos, también «tarta del casar». No faltan tampoco los bocartes, los esparrogos, los cogollitos. Hay por tanto mezcla de iberícos, productos de la huerta, carnes a la plancha como la tabla de ibéricos.
No viene mal un local así, pues en la Gran Vía, no hay locales de picoteo, salvo el Entrepuentes, ya que los locales que se dedican al jamón serrano, se concentran en otras calles como Labradores o Vitoria.
Si has estado en el local y quieres dar tu parecer, pon un comentario, te lo agradeceré yo y las tres personas que cada día visitan este blog.
Estuve en este local hace un par de semanas, una semana después de la apertura, y realmente lo que más me sorprendió fue la poca gente que había un sabado a mediodía con un día espléndido y en un sitio tan céntrico, de nuestra ciudad.
La tapa de jamón en la barra, muy buena, luego una vez abierto el apetito pasamos y nos sentamos a comer, pedimos una ración de ibericos, otra de quesos, unos pimientos rellenos de verduras y morcilla, y una ración de carne (cuyo nombre no recuerdo). Todo se dejaba comer e incluso diría que estaba bastante bueno, el jamón espectacular. Lo peor los postres, y la lentitud del servicio tanto en barra como en el comedor, pero se puede volver y volveré.