Archivo de la categoría: Literatura Rumana

El ojo castaño de nuestro amor

El ojo castaño de nuestro amor (Mircea Cărtărescu)

Mircea Cărtărescu
204 páginas
Traducción de Marian Ochoa de Eribe Urdinguio
Impedimenta
2016

El ojo castaño de nuestro amor de Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956) se inicia con el que me ha parecido uno de los mejores relatos del libro, Ada-Kaleh, Ada-Kaleh, cuyo título hace mención a una isla ubicada en el cauce del Danubio, que sería sepultada bajo las aguas con la construcción de una presa. Una isla mítica, o así la representa el autor, en un relato que mezcla la historia de la isla con la crónica periodística, rememorando a todos aquellos que escaparon de Rumanía y murieron cruzando el Danubio, con la esperanza de llegar a Yugoslavia, un relato que deja un poso de melancolía, ante ese mundo extinto, o del cual ya solo quedan ruinas pues como nos dice el autor, él ha madurado entre ruinas, ha estudiado entre ruinas, ha amado entre ruinas, y piensa que ser rumano significa ser pastor de las ruinas.

La sustancia que alimenta muchos de estos relatos, son las vivencias experimentadas por el autor en su niñez, juventud o madurez, así tenemos a Cărtărescu haciendo el servicio militar, o bien descubriendo esa otra droga que pasará a ser el Nescafé; seremos testigos de la muerte de su hermano, en un relato que cifra el mejor lirismo de Cărtărescu. La llegada de los jeans a las tiendas da lugar a un relato hilarante, donde la derrota se asume con entereza. Nos ofrecerá el autor una crítica explícita de lo que para él supuso vivir, primero con un gobierno comunista en el poder, y luego con un gobierno de mineros, hasta la llegada del capitalismo; su empeño una vez caído el muro de Berlín es poner el acento en todo aquello que une a oriente y a occidente, consciente de que lucha contra fuerzas potentes, como la personificación del editor alemán que quiere marginar sus libros al espacio físico del autor, a su localismo. Cărtărescu tiene que llegar a la cincuenta para dejar por primera vez en su vida las horribles casas de hormigón donde ha vivido hasta entonces y poder disfrutar de una casa en el campo, desde la cual ver el cielo cuajado de estrellas.

El Cărtărescu niño descubre con ocho años la magia de la literatura, de la letra impresa y comienza ahí su idilio con los libros, que devora, convertida así la lectura en una droga dura. Nos habla Cărtărescu de esos primeros libros que leemos y que nos dejan una impronta tal, que luego todas las historias después leídas se unen como delicados y resistentes hilos de seda, a esa primera historia que leí en la infancia. Luego, ya en la edad adulta, Cărtărescu, se erige como escritor, como poeta y novelista y se ve devorado por la pasión de las letras, por los cantos de sirena del papel en blanco y a medida que va publicando libros y haciéndose un hueco en las letras rumanas, quiere romper con los localismos, con su apellido acabado en –escu que lo convertiría en un escritor rumano más, porque la batalla que libra Cărtărescu consiste en trascender las fronteras, en despojarse de las etiquetas que lo reducen a ser un escritor de un país del este de Europa, que lo constriñen a ser un escritor rumano, cuando su empeño, su afán, su lucha, es la de que lo vean y lo lean como se lee a un escritor universal, sin importar el lugar de nacimiento, ni los lugares donde se ubican las historias que brotan de la pluma del escritor.

Cărtărescu cree en la palabra, cree en la literatura, pero sabe que todo cambia, que la poesía subsiste ya en las blogs, en las letras de las canciones, en todo acto que busque la belleza y se lamenta de la falta de lectores exigentes, «aquellos con la cultura necesaria para aprehender las alusiones, las referencias y la intertextualidad de cualquier fragmento de buena literatura”, se lamenta de “nuestra civilización sin cultura, una cultura sin arte, un arte sin literatura y una literatura sin poesía» y a pesar de todo esto, Cărtărescu tiene esperanza; la poesía sobrevivirá nos dice, la literatura sobrevivirá afirma, pues cree en las palabras de Mallarmé: “el mundo solo existe para llegar a un libro”.

Nos dice Cărtărescu que quiere competir con escritores de todas partes, a los que admira y aprecia. Leyendo este fascinante libro, puedo afirmar que Mircea Cărtărescu compite, y lo hace muy bien, lo cual redunda, como toda la buena literatura, en beneficio del lector.

Impedimenta 2010

El ruletista (Mircea Cartarescu 2010)

Mircea Cartarescu
Impedimenta
2010
62 páginas

Mircea Cartarescu si hacemos caso a lo que nos dice la editorial Impedimenta, que lo publica, es el más importante narrador rumano en la actualidad. El ruletista forma parte del volumen de cuentos Nostalgia (1993).

El libro es una novela de 46 páginas, el resto, es una introducción a cargo de la traductora, Marian Ochoa de Eribe Urdinguio y lo que consigue Mircea en una distancia tan corta es muy plausible, propio de un velocista potente, del trasunto rumano de Usain Bolt.

El narrador de esta historia, a la sazón escritor, afirma que la literatura es teratología, tras 60 años fajado en el bello oficio de escribir. Y dos páginas después ya se mete en harina, para precipitarnos, sin remisión, en una bajada a los infiernos (explicitando como el ser humano es capaz de cualquier monstruosidad), con la ruleta rusa como un instrumento, que le permitirá al ruletista apostar contra sí mismo, desafiando mucho más allá de lo razonable, al azar y sus consecuencias.

Mircea Cartarescu

(Mircea Cartarescu, que bien podría ser El hipnotista)

La prosa de Mircea Cartarescu vibrante e intensa, subyuga y el relato te deja sin aliento hasta el postrero epitafio y como les sucede a los grandes narradores (entiendo que Mircea suene con fuerza como candidato al Nobel) este relato que nos ofrece, es universal, como debe serlo la buena literatura que no entiende de fronteras. No hablo del argumento (aunque viendo el título del libro y al fulano de la portada, no hay que ser la inspectora Lebrel para atar cabos..), porque sería tanto como destriparlo y esto sería una injusticia. Y viendo lo que me ha gustado esta novela no tardaré en hacerme con el lote completo: próxima parada Nostalgia.