Archivo de la categoría: Jenny Offill

Jenny Offill

Departamento de especulaciones (Jenny Offill)

Jenny Offill
Libros del asteroide
2016
174 páginas

Ciertos libros me irritan. Este es uno de ellos.

La autora va mezclando citas ajenas (Horacio, Weil, Elliot, Rilke, Dickinson, Keats, Zweig, Wittgenstein, Singer…), al tiempo que nos narra la relación con su pareja (y los problemas que van surgiendo con el paso del tiempo) y el crecimiento de su hija y no falta tampoco el yoga, el maestro zen, la cosmología, las mascotas, el tedio, la balsámica huida hacia parajes poco masificados…

Como esto de la pareja y los hijos afecta a buena parte de la población, parece que el éxito está asegurado, vía empatía. Que vivamos situaciones análogas (la crisis en la pareja es un lugar común), a las que refiere Jenny, tiene más de coincidencia y de olfato comercial que de literatura.

Y si la deriva de la literatura va por estos derroteros, razones hay de sobra para refugiarme en los clásicos (uno de los personajes recomienda leer a todos los filósofos pretéritos y en eso estoy de acuerdo), porque este tipo de literatura pop, me resulta tan superficial y banal que no puedo con ella.

Este elogio hacia lo cotidiano, hacia la nadería, no tiene nada malo cuando hay literatura detrás, una mirada aguda, pero cuando la autora parece aferrarse a la máxima de uno de los personajes del libro que afirma, que a la gente hay que darle lo que quiere, doy entonces la razón a Valéry cuando afirmaba éste que hacía falta menos para gustarle a mil lectores que a cien. Cuestión de exigencia.

Sobre una escritura de mínimos, conformista y de muy escaso vuelo, abonada con mucha frasecita lapidaria, Jenny encontrará sin duda multitud de adeptos, que loen lo ameno de la obra, lo fácil que se lee, lo divertida que les resulta, lo mucho que se identifican con lo leído. Sí, por eso tienen tanto tirón los libros de autoayuda.

Escribir es (o debe ser) ir más allá de jueguecitos, como dedicar una página para decir:

¿Cómo estás?

muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada
muyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustadamuyasustada

!Qué no os vendan amor sin espinas, ni os den gato por libro!

PD. El libro aparece recomendado en la contraportada por Jenn Díaz y Ricardo Menéndez Salmón («Un libro formidable en su solo aparente levedad»). Lo del asturiano me choca, porque creo que la bisoñez y levedad de Jenny están en las antípodas de la manera de escribir y de entender el mundo, que es lo mismo, de Ricardo, cuyo El sistema, sí que me está resultando una obra muy notable.