Archivo de la categoría: Ardicia Editorial

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Mi Carso (Scipio Slataper 2013)

Scipio Slataper
Editorial Ardicia
2013
138 páginas
Traducción: Pepa Linares

En ciertos libros viene bien reconocer el terreno que se pisa, que se lee. Si hubiera estado alguna vez en Trieste, seguro que la lectura de este libro del triestino Scipio Slataper me hubiera causado, aún, mayor efecto.

Scipio (Trieste, 1888-1915) habla por ejemplo de la bora, y uno sabe lo que es, pero nunca la ha sufrido, de ahí que por mucha bora que haya por aquí o por allá, para mí es un término huero. De la misma manera, la lectura del libro de Scipio no es fácil para quien no conozca al dedillo el entramado político, social, cultural y empresarial de Trieste, no de comienzos del siglo XXI, sino de los años en los que está escrito el libro, a comienzos del Siglo XX.

El relato rompe la estructura narrativa y el protagonista, el propio Scipio, echa mano de sus recuerdos, que irá insertando en su presente, mezclándolo con sus ideas y pensamientos, dando lugar a un prosa fragmentada, a ratos enfrebrecida, dotada de una gran potencia narrativa y lírica (gran labor la traducción de Pepa Linares), donde está presente una tensión verbal sostenida y unas ganas de vivir y de morir, consecuencia del dolor y la angustia ante la pérdida de su amada, por parte de Scipio, con las que como lector cuesta poco conectar y prendarse.

Scipio Slataper
Scipio Slataper

Algunos de los párrafos de este libro, que Scipio escribió con 23 años, son deliciosos. Ahí va uno.

Me conocía la tierra sobre la que dormía mis noches profundas, y el cielo grande y resonante de mi grito de victoria, cuando saltaba con las aguas bajando los torrentes quebrados o me despeñaba por los cerros con un torbellino de piedras y de mantillo y, frenando con el pie, interrumpía la carrera para arrancar un florecilla azul celeste.

Corría con el viento, expandiéndome por el valle, saltando con alegría los muros de cerca y los enebrales, recorriéndolo todo; hondazo sibilante. Arrojándome de la rama al tronco, aterrizando de pie en los tocones y en el suelo, daba un salto furibundo y atronaba el bosque como un río que excava su lecho. Y desmelenando con rabia la última rama obstaculizadora, me precipitaba afuera, el cabello erizado de palitos y de hojas, el rostro arañado, pero el alma fresca y ancha como la blanca huida de las palomas atemorizadas por mis ásperos gritos de azuzamiento.

Jadeante, me tiraba de cabeza al río para quitarme la sed de la piel y empaparme de agua la garganta, la nariz y los ojos, casi ahogado por los sorbos enormes que tomaba nadando bajo el agua con la boca abierta como un lucio. Iba a contracorriente, aferrando en la brazada los regolfos que tropezaban espumeantes contra mi cuerpo, mordiendo la ola avispada, como los matojos de hierba florecida cuando subía a la montaña. (pág 46-47)

Tras Doctor Krupov, Vigilia Inquieta o Los Caníbales, otro interesante título más, de la joven editorial madrileña Ardicia Editorial

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Doctor Krupov (Alexandr Herzen 2014)

Alexandr Herzen 2014
Ardicia Editorial
107 páginas
2014

Ardicia editorial ha publicado este año dos novelas cortas del ruso Alexandr Herzen (Moscú 1812-1870) bajo el título de Doctor Krupov (que a su vez es el título de uno de los dos relatos o novelas breves, junto a La urraca ladrona).

En el Doctor Krupov el protagonista está especializado en psiquiatría. Para él, la Historia, es la autobiografía de un loco sin apreciar grandes diferencias entre los locos oficiales y los cuerdos, y para ello da ejemplos de lo más jugosos.

Su pasión por las enfermedades mentales le viene a Krupov de joven, al tener como amigo a Levka, el típico bicho raro con el que todo el mundo se ceba, objeto humano al que humillar, para elevarse los otros sobre sí mismos, dado que nada reconforta tanto como tener un tonto a mano.

El comportamiento de Levka, a Krupov, en lugar de incitarle pasiones insanas, le animará a reflexionar sobre el porqué de su conducta, la de Levka, y en especial la de los otros para con él. Aunque el padre de Krupov es diácono y quiere que su hijo persevere en la fe, finalmente Krupov logrará su objetivo de hacerse psiquiatra y ahondar en sus teorías con el tratamiento de pacientes como Anna Fiodorovna, donde el autor da muestra de su liberalidad y agudeza.

– Para usted es fácil decirlo, no sabe lo que es el matrimonio.
– No lo sé, pero me lo imagino: la violencia amistosa de vivir juntos cuando se quiere vivir por separado, y el lujo absoluto cuando se quiere y se puede vivir juntos, ¿no es así?. (página 56)

O cuando aborda el caso de Matrenka, aquejada de alienatio mentale. Mujer de 30 años, casada, a quien su marido maltrata, pero a quien debe asumir, porque Dios se lo ha dado. Ejem.

Ambos casos están plagados de páginas ingeniosas, agudas, divertidas, satíricas, donde Herzen arremete contra muchos de los males de la sociedad en la que vivía (la primera mitad del siglo XIX)

Alexandr Herzen
Alexandr Herzen

En La urraca ladrona, la conversación entre caballeros versa sobre el papel de las mujeres eslavas en el teatro, y la falta de buenas actrices, lo que da pie para que conozcamos la desgraciada y sentida (por el lector) vida de una de ellas, una actriz notable, una tal Aneta, supeditada a un principe dictatorial, a quien Aneta ridiculiza, entendida su existencia como un callejón sin salida, donde todo tiene que salirle mal.

Alexandr Herzen, liberal y filósofo, nos brinda dos novelas cortas, jugosas y divertidas, de lectura amena, interesante y gozosa, agudas e inteligentes. Ahí es nada. Ganas me dan de seguir con Herzen, con su libro El pasado y las ideas.

António Patrício
Ardicia Editorial

Vigilia inquieta (António Patrício 2014)

António Patrício
Ardicia editorial
139 páginas
2014

Siento ardicia por la buena literatura.

Ardicia, es el nombre de una editorial madrileña que comenzó su andadura el año pasado. Leído Vigilia inquieta, del portugués António Patrício (Oporto, 1878-1930), colmáre mi ardicia leyendo más títulos de esta editorial, pues les tengo ya echado el ojo a varios (Mi carso de Scipio Slataper, es uno de ellos).

Vigilia inquieta suma cinco relatos, de una extensión de unas veinte/treinta páginas cada uno, cuya portada ilustra Bea Crespo.

El primer relato lleva por título Veiga, un chupatintas que labora en un juzgado y que irá perdiendo el juicio, o ganándolo, según se mire, toda vez que una mujer dedicada al oficio más viejo del mundo le rompa primero el corazón y luego el alma, eviscerándolo, encaminándolo hacia un precipicio donde no hay nada, donde la locura se enseñorea en cada acto. A Veiga le dará por la vena panteísta, por entrar en contacto con ese mundo primigenio y natural con el que conjurar el fracaso y la derrota. El narrador, es el testigo de la desdicha y recuperación de Veiga, un personaje tierno, un perdedor, al que quiero sin apenas esfuerzo.

La luz de la una era de éxtasis, deliciosa y el imbécil que iba trepando por la calle, abatido, ahogaba sus sollozos en el pañuelo, cerraba la boca seca como en un trismo y lo impulsaba un único anhelo: ir a despertar a su madre en su oscura alcoba para llorar junto a ella, como hacía de crío cuando se burlaban de él en el colegio. Solo eso podía consolarlo: oír su voz, sus palabras de ternura, sentir sus manos arrugadas en el pelo (pág 23).

Diálogo con un águila es el encuentro entre un hombre y un animal. No se trata de zoofilía, no, es algo más espiritual y filosófico. El animal, un águila, tiene un pico de oro, y así a base de perorar, logra poner a nuestro hombre en el brete de abrirle la jaula para que alce el vuelo, rompa sus cadenas, sea libre. Tarde, cuando el águila ya ha sido domesticado y añora la comodidad y la rutina como cualquier humano. Entre medias, el águila hace ver al hombre lo espurio de sus afanes, su apego a lo material, ese ver sin ver, las jaulas invisibles, etcétera.

Precoz es un relato que ahonda en lo misterioso y fantástico. El protagonista es un niño enfermo camino del más allá y hasta ese momento, su madre se afanará en salvarlo, en un vibrante alegato sobre la maternidad, hasta ir desvariando, asociando el fulgor lunar con la muerte y desvaríos similares, embebebida en su misticismo estéril.

El hombre de las fuentes es el encuentro casual y sin hablar de dos hombres en diferentes rincones del globo (Granada, Roma, Constantinopla, Florencia..), hasta que finalmente acontezca la charla, y así nos enteraremos de que uno de ellos, rico por herencia, devenido en un tritón-poeta desterrado, no tiene otro quehacer que recorrer el mundo contemplando y pintando en un cuaderno bocetos de fuentes, de ahí el título de este relato, fluido y bello, que conjuga la música, la arquitectura con la musicalidad del agua.

António Patrício
António Patrício

Suze es un relato de desamor, de amor inconcluso, de una pérdida, de un desgarro. La que se ha ido es Suze una cocotte inclasificable, amante de la belleza, libre, independiente, volátil, para quien todo, incluida su propia muerte es un detalle, algo intranscendente, de lo que no preocuparse.

António Patrício fue poeta y dramaturgo, y esa vena poética está muy presente en la fluida y potente prosa de António, en la búsqueda y el encuentro de la palabra justa, dotados todos los relatos de un ritmo constante y creciente, de un lirismo pomposo pero certero, con la suficiente profundidad como para dejar poso y huella.

A ver si se publican más obras de António Patrício para seguir disfrutando de su escritura. Este libro de relatos bien merece ser leído.