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Temblor y otros cuentos perturbadores (J. Mordel)

Lo que nos perturba nos desasosiega e intranquiliza. Es la vulneración del orden, el corte de mangas del caos, la entropía, la caída de los cuerpos, los cantos de sirena de la nada, de la antimateria. J. Mordel (Navarra, 1986) en estos ocho relatos tiene en mente ese propósito: desasosegarnos y lo consigue merced a personajes que superan umbrales y cometen acciones que vulneran las leyes naturales y jurídicas: la violación, el suicidio, el crimen, la desesperanza o el nihilismo.

El Temblor es la nivola o relato más extenso que funciona como epicentro; el resto de los relatos serían las replicas del seísmo. En Temblor, el protagonista es un escritor que a falta de público escribe cartas para sí mismo. Sin futuro, con un presente mellado, la esperanza no forma parte de su vocabulario. Luego sabremos por qué. La literatura, que podría ser su redención, se formula como un abismo, tanto como la satisfacción de las apetencias sexuales. La violencia y la muerte parecen la conclusión lógica, la única salida.

En las réplicas antes citadas, hay relatos que buscan más enunciar que narrar, un anhelo de hacer cristalizar la TOTALIDAD sobre el papel, como en Historia contada de un vagabundo, con un cicerone con querencia por la bebida que oficia de narrador en un teatro, para exponer de forma ordenada y cronológica la historia de la humanidad desde las primeras galaxias y el Big Bang -el punto inicial- hasta el momento presente, en ese maridaje entre humanidad (sin olvidar todas las bellas artes que nos acompañan) y ciencia que nos ha conducido al progreso, y también -ahí brilla el aparato crítico del guionista del monólogo- como a un reparto desigual de los bienes, fruto de la insuficiente solidaridad.

El lugar de los deseos cifra bien lo que es capaz de hacer la literatura sobre el lector, en la capacidad que tiene esta para ensoñarnos, embebernos, embelesarnos y hacernos soñar con el momento en el que cogeremos un libro y nos daremos a la lectura. El protagonista es huérfano, y pasa el verano en la casona del abuelo paterno. El relato se precipita en lo fantástico y abre una puerta (la de un «laboratorio»; la típica puerta que está cerrada en toda película de terror) que le permite al joven fantasear con la posibilidad de desvelar la misma esencia de la Existencia, una especie de imposible pacto fáustico. Muy alto es el precio a pagar: el de ver cumplidos los deseos, como se ve. Son interesantes los anhelos del joven. El deseo que este quisiera ver cumplido.

El mensaje plantea la situación en la que un joven recibe un mensaje al móvil con una hora y dirección. Y ni corto ni perezoso decide acudir. La trama deriva en lo lúbrico, la voluptuosidad llamando a la puerta. Un ritual, una ofrenda, un DIOS al que satisfacer. Una vida por la inmortalidad del resto. La posibilidad de ver el cosmos, como el universo en el aleph borgiano.

En Estúpidamente real, lo perturbador consiste en levantar la mano contra uno mismo. Y el autor sigue devanándose los sesos con lo eterno e inmutable, con las cuestiones del alma y la trascendencia, pero entre manos el intervalo que va entre la nada y la nada: lo que llamamos vida. Una vida sin sentido, el protagonista «No quería a nadie». Su vida es una continua asfixia vital, el relato jodidamente triste.

Morfeo Eterno puede ser el hermano mellizo del anterior relato. Lo terrorífico consiste en desaparecer y que nadie te eche de menos. Porque también aquí el protagonista vaga solo por el mundo, sin nada que lo fije al tiempo y al espacio. Puro nihilismo. No ya solo no dejar recuerdos en la mente de nadie, sino desparecer y no ser echado en falta. Aterrador de solo pensarlo.

Superluna. La última Superluna que verá la Humanidad. El escenario es apocalíptico. Puede ser cosa de dios, del cosmos. Lo humano y lo cósmico aquí interrelacionados. Como en El mensaje también hay una ofrenda sacrificial. Dios no está o mira para otra parte y acontece la violencia sexual y el exterminio. Ofrenda innecesaria cuando el final parece resultar inexorable e inmediato.

Igor es un relato de aventuras por tierra, mar y aire, algo más alegre que el resto, con su punto fantástico. De nuevo la lectura logra sus efectos salvíficos, tanto como un jaramillo que pone bajo Igor a un ser fantástico. Igor incluso disfrutará de los parabienes del sexo, del placer colmado. Y será testigo de las fornicaciones ajenas, ajenidad que no le impide en su condición de vidente voyeurista alcanzar con los fornicadores una unión especial. Aquí lo cósmico y lo humano, al igual que en Superluna, van de la mano.

J. Mordel. Temblor y otros cuentos perturbadores.
140 páginas.
2021.
Autopublicacion.

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Breviario provenzal (Vicente Valero)

Breviario provenzal, el último libro publicado de Vicente Valero, por la editorial Periférica, reúne dos textos publicados con anterioridad.

Cuaderno de Provenza que formó parte de Diario de un acercamiento y Junio en casa del doctor Char que lo podemos encontrar en su libro de poemas Canción del distraído.

La pandemia sigue y esto afecta a nuestra manera de viajar. Leer es hoy (y siempre) un formidable y seguro medio de viajar a través de las palabras que leemos. Gracias a Vicente Valero viajaremos por la Provenza.

Si con las recetas de Julie (amenísimo programa que podemos encontrar en RTVE) el periplo por los dominios galos tiene que ver con lo gastronómico, aquí el autor, viajando también bien coche, incide en lo pictórico y literario. La Provenza guarda una relación ineludible con la luz y la naturaleza. Sobre ella escribirán Petrarca, Handke, Ponge, Rilke, Mallarmé, o pintarán Van Gogh, Picasso, Manet, Cezanne…

El autor se sitúa en los mismos lugares que estos artistas, visita los cementerios que acogen los restos mortales, holla las cumbres de esas montañas tan inspiradoras para el arte como Sainte-Victorie, ve con sus ojos, desde la calle, lo mismo que vieron estos artistas y el lector desearía ahora mismo seguir los mismos pasos que Valero por tierras francesas, por la Provenza, enriqueciendo su mirada con las palabras y reflexiones del autor sobre el arte pictórico, y luego a la tarde, ya sobre la cama reposar los huesos con ese mismo libro para acometer los poemas de Junio en casa del doctor Char, para sentir la arena mojada, el batir de las olas, el salitre en la piel, las estrellas húmedas…

Leo:

el auténtico misterio de esta vida debe de ser la alegría.

Sea.

Vicente Valero en Devaneos

El arte de la fuga
Los extraños
Experiencia y pobreza. Walter Benjamin en Ibiza
Las transiciones
Duelo de alfiles
Enfermos antiguos

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La avenida (Francesco Pecoraro)

Francesco Pecoraro
La avenida
Periférica
Traducción de Paula Caballero Sánchez y Carmen Torres García
2021
533 páginas

Mientras termino por agotamiento este relato, escribe el narrador de la novela de Francesco Pecoraro, La avenida. Agotado después de más de quinientas páginas de escritura, después de haber ido al pasado para recordar aquellos tiempos de comienzos y mediados del siglo XX, en la ciudad de Roma, en los aledaños del horno Hoffmann, empleados en la continua elaboración de ladrillos que permitían la expansión de la ciudad, funcionando las 24 horas al día, con gente allá dentro dejándose la piel y la vida. Condiciones laborales que me traen en mientes otro relato muy vívido, el de Prunetti en Amianto.

Todo aquello ha sido barrido por la historia y Pecoraro quiere fijarlo sobre el papel, recordar a aquellos trabajadores y trabajadoras currando a destajo, labrándose un porvenir, combatiendo el fascismo, en un reducto conocido como la Pequeña Rusia, la cual llegó a recibir a Lenin, antes de convertirse en lo que fue. La batalla entre comunismo y capitalismo ganada de calle por el capitalismo. A pesar de lo cual el narrador sigue teniendo apego, querencia al comunismo a pesar de su ineficacia y su nefasta puesta en práctica.

La lucidez que despliega Pecoraro no solo va al pasado para iluminar aquella época, sino que se centra también en el presente, de la mano de su narrador, un historiador del arte que se amolda como funcionario, acusado de corrupción, que ahora a sus setenta años, jubilado, en la séptima planta de su vivienda hace, no sé si balance, pero sí memoria, y azuza su mirada para tratar de describir la actual situación, la falta de ideología y compromiso, la pulsión del deseo, reducido a algo virtual, inaccesible, los brotes xenófobos ante el paisanaje presente en la ciudad, y Pecoraro acaba agotado porque se afana en la descripción minuciosa, quizás porque se tomó al pie de la letra que la clave estaba en el detalle, y así surgen las listas, como los alimentos que podemos encontrar en el catálogo de Despensa, una tienda de alimentación, o el análisis pormenorizado de una película porno con dos mujeres trabajándose respectivamente sus sexos.

Bienvenidos sean textos como este de Pecoraro por su ánimo libertario, su prosa sin cortapisas, el análisis que nos brinda a ratos sociológico, a ratos histórico, a ratos urbanístico (el autor es arquitecto) con su mala uva y esa lucidez que le aboca al desencanto; la mirada de un testigo que siente la urgencia y la necesidad de contarlo todo y dejarlo por escrito, no porque alguien vaya a leerlo sino porque sabe que debe hacerlo. Que se lo debe.

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Las listas del pasado (Julie Hayden)

Las listas del pasado
Julie Hayden
Muñeca Infinita
Traducción de Inés Garland
2021
221 páginas

Las listas del pasado de Julie Hayden (1939-1981), es el primer título a la venta de la nueva editorial Muñeca Infinita. Comprende doce relatos con traducción de Inés Garland.

El punto de encuentro o desencuentro entre la vida y la muerte, el posterior duelo, la enfermedad previa, el alcoholismo, las distracciones pasajeras como la jardinería, las ausencias, todo cabe en estos relatos marcados por la sutileza, por la observación e hincapié en detalles en apariencia nimios, pues la autora se sirve de la cotidianeidad, en el día a día de gente normal y corriente que pulula por la ciudad vertical de Nueva York, amurallados en su soledad y aislamiento o bien el campo en un tratamiento con la naturaleza que los torna más humanos.

Las listas que aparecen en los relatos y en el título articulan las pequeñas acciones y pensamientos de los personajes, ordenan sus quehaceres, sustancian el tiempo venidero, organizan las existencias, otorgan algo de orden en un contexto difuso.