Archivo del Autor: Francisco H. González

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Leyden Ltd. (Luis Sagasti)

Leyden Ltd. es un artefacto narrativo de Luis Sagasti subyugante. Un proyecto narrativo inusual, consistente en hacer literatura desde los márgenes, o en este caso, desde los pies de página, para contarnos, con pequeños fragmentos indirectos, a través de esas notas a pie de página convertidas en el cuerpo del mensaje, la historia de Leyden Ltd, una sociedad secreta, oculta, a lo Pynchon, a lo Salinger, que paradójicamente cobrará relieve merced a su ocultación, a su afán de no querer dejar rastro. Entre las notas hay muchas referencias musicales, a los Beatles, a la histeria en sus conciertos, a ver al grupo siempre corriendo y así retratado, o a su disolución en Disneylandia el 29 de diciembre de 1974; a los grupos británicos que destrozaban los hoteles más allá de su territorio, el cual dentro, mantenían impoluto. El festival de Woodstock, una semana después de los crímenes de la familia Manson.
Referencias a la guerra del Vietnam, a los traumas de las guerras, al reguero incesante de suicidios entre los soldados. Para mantener un estado de alerta y disminuir la ansiedad, desde 1966 hasta 1969, las Fuerzas Armadas estadounidenses consumieron en Vietnam 225 millones de tabletas de estimulantes, en mayor medida Dexedrina.
La prostitución de alto nivel del creador de Playboy. El arte moderno ofrece también anécdotas curiosas, como una obra de arte que consiste en poner una bolsa de plástico sobre una mesa y va el personal de la limpieza del museo y la tira la basura. Notas que nos informan que el escándalo hoy en el arte moderno no viene tanto por el contenido de las obras, sino por su valor de mercado. Ser dueño de una obra de arte es tener la potestad de decidir quién puede contemplarla y quién no. Apuntes de corte naturalista. Que no haya ningún puente sobre el Amazonas, que la Gran muralla China no atraviese el curso de ningún río, que existan islas flotantes (la Isla de Basura o la Isla Plástico) hechas de basura. Referencias a Disneyland, un mundo aparte o a Fordlandia, flor (casi) de un día. El rumor, no desementido, de la pertenencia de Julian Assange a Leyden Ltd. Referencias filmicas: es el discernimiento lo que nos derrota. Soliloquio del coronel Kurtz en Apocalipsis Now. Y otras muchas notas de todo tipo. En Liechtenstein hay más empresas radicadas que habitantes. En 1854 el empresario circense P.T Barnum organiza el primer concurso de belleza femenina. Una protesta popular lo obligó a cancelarlo. La sumisión total puede ser una forma de libertad. Todos los ciudadanos del Vaticano nacieron en el extranjero. El único nacimiento registrado en el Vaticano es el de un gato que perteneció al papá León XII en 1825.
Referencias pictóricas: y oí que un grito interminable atravesaba la naturaleza. Eduard Munch. Recién en 1844 aparece la lluvia en una pintura occidental.
El texto incorpora algunos cuadros, en reducido tamaño y en blanco y negro, quedando así muy desvirtuados.
Notas sobre las redes sociales: para una mayor comprensión: Facebook es la continuación del Reader’s Digest por otros medios.
El ánimo modernista invocado parece obligado a concitar una imagen de Google Street. Aquí la de la Casa Blanca, que arroja un trozo de césped y la sombra de un árbol. El fulano que creó Leyden Ltd fue un tal Paul Wilkes de quien se filtran entre las notas jirones de sus diarios: si tan solo pudiera pensar en ella, sería completamente feliz. Pero no pienso en ella, sino en mí con ella. De nuevo yo, como un estorbo contra mi propia felicidad. Diario, octubre de 1997.

Todo este cúmulo de notas, al margen del texto principal, del libro que las genera y se nos hurta, dan lugar a un texto nuevo, proteico, de lectura muy sugerente, al abordar un sinfín de temas, algunos con la extensión de un aforismo. Hay aquí la necesidad de ejecutar una lectura muy activa, convertida en un gozoso e inteligente pasatiempo, en la que cada nota es un hilo del que tirar. Como en ese texto en el que se tachan ciertas palabras y son precisamente aquellas obliteraciones las que el lector busca con ahínco, saber qué ocultan, algo parecido sucede con las notas al pie de una novela tan real (proyectada sobre la mente del lector) como inexistente.

Eterna Cadencia. 2019. 112 páginas

Qué leer

Ahí van algunas sugerencias librescas de corta extensión para lidiar con la cuarentena.

El coronel no tiene quien le escriba (Gabriel García Márquez)
Entre culebras y extraños (Celso Castro)
La perra (Pila Quintana)
Los cachorros (Mario Vargas Llosa)
Para una tumba sin nombre (Juan Carlos Onetti)
Andanzas del impresor Zollinger (Pablo D’Ors)
El perseguidor (Julio Cortázar)
Sylvie (Gérard de Nerval)
Invierno (Elvira Valgañón)
Las retrasadas (Jeanne Benameur)
Caballo sea la noche (Alejandro Morellón)
La leyenda del Santo Bebedor (Joseph Roth)
Los extraños (Vicente Valero)
El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr Hyde (Robert Louis Stevenson)
Tardía fama (Arthur Schnitzler)
Mendel el de los libros (Stefan Zweig)
La soledad del cometa (Luis Rodríguez)
El Horla (Maupassant)
Bola de sebo (Maupassant)
Último día de un condenado a muerte (Victor Hugo)
Mi Carso (Scipio Slataper)
La isla (Giani Stuparich)
Verde agua (Marisa Madieri)
El copartícipe secreto (Joseph Contad)
La siesta de M. Andesmas (Marguerite Duras)
Los naufragios del Batavia: Anatomía de una masacre (Simon Leys)
Dicen (Susana Sánchez Arins)
Señora de rojo sobre fondo gris (Miguel Delibes)

El extraño caso del Dr. Jekyll  y Mr. Hyde

El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (Robert Louis Stevenson)

Hay novelas breves que pasan a la historia por méritos propios. Cuando Robert Louis Stevenson publicó en 1886 a sus 35 años El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde y le fueron llegando comentarios a su obra, algunos de los cuales cuestionaban ciertas partes de la novela, por su falta de verosimilitud, o mejor, porque ciertas cosas que se decían no parecían propias de un rufián como Hyde, Stevenson se defendía aduciendo que si hubiera tenido un año para escribirla y no unos pocos meses y mucha estrechez económica, además del socavamiento de una maltrecha salud, la novela hubiera sido otra. Mejor no, muy probablemente.

Leída hoy, el lector ya va avisado, porque la novela de Stevenson y el binomio Jekyll y Hyde forman parte ya de nuestra cultura moderna. Hay adaptaciones cinematográficas para aburrir. Hace nada estaba viendo la sexta temporada de la serie Once upon a time y salían Jekyll y Hyde y aquello -junto a las horas confinado en el domicilio, y a que para un lector voraz y buen amigo esta novela sea su preferida- actuó como acicate para esta lectura. Lo interesante sería saber qué sentiría un lector cuando tuviera entre manos a finales del siglo XIX una novela como ésta, precursora -como se anuncia en la introducción a cargo de Manuel Garrido– de géneros como la novela de detectives y la ficción científica. En el plano psicológico parece que el entramado de Freud, sería a su vez, como algo creado ad hoc para explicar la novela de Stevenson. Henry James se preguntó al leerla si aquella era una obra de elevada intención filosófica o la más ingeniosa e irresponsable de las ficciones. Esta pregunta ya va a cuenta del lector de una obra que ha mantenido vivo su espíritu con el paso de los siglos, como se ve.

Stevenson genera suspense desde el comienzo y hasta casi el final no se desvela el pastel y esto redunda en favor de la tensión narrativa, generando una atmósfera enfermiza, un climax sostenido y muy bien dosificado que se acrecienta en su final, cuando queda finalmente claro qué relación existe entre Jekyll y Hyde, cuando el doctor trata de explicarse y entenderse por escrito, aduciendo razones psicológicas para desentrañar la disociación que experimenta, los dos polos personales que no se tocan, actuando uno como contrapeso del otro, pero sin la fuerza necesaria para que Hyde no se desmadre y se rinda a sus obscuras y letales pasiones, ante lo cual solo la muerte (doble) parezca resultarle a Jekyll una opción válida.

El halo fantástico de la novela de Stevenson aboca irremediablemente a otra novela anterior, Frankestein, publicada en 1818. En 1882 Maupassant había publicado, a su vez, un relato fascinante, titulado El Horla, donde también se daba una disociación, narración con la que Maupassant trataba de expiar sus fantasmas personales, los mismos que lo conducirían a la locura y la muerte.

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Historia de la imaginación (Juan Arnau)

En estos momentos en los que restar en el domicilio deviene un imperativo legal (y aún más, ético), resulta muy oportuno abastecerse de buenas lecturas. El último libro que he leído y que recomiendo encarecidamente es el ensayo Historia de la imaginación de Juan Arnau. Un libro fascinante.

Arnau es filósofo y astrofísico y ofrece aquí una propuesta de humanismo radical. Según Arnau el filósofo no es ya el experto en silogismos, ni siquiera en argumentaciones o destrezas dialécticas; ahora se caracteriza por la agilidad, gracilidad y ternura de su imaginación. Es en esta donde la filosofía ha de buscar su camino. Las imágenes son para el intelecto lo que los objetos para los sentidos. Los fantasmas humanos, no las cosas, son los criterios de verdad del pensamiento, pues la experiencia propia de la razón discursiva no está constituida por cosas sino por imágenes.

La corriente del pensamiento que nos ofrece Arnau nos lleva desde el antiguo Egipto hasta el sueño de la ciencia, dedicando su espacio entremedias a la tradición hermética, los órficos y pitagóricos, la Grecia clásica, la visión de los filósofos, los gnósticos y neoplatónicos, la imaginación medieval, la Cábala, el sufismo, la magia del Renacimiento, el Romanticismo y los mitos, la imaginación científica, y el teatro de la mente.

Son capítulos no muy extensos de unas 20 o 30 páginas, en los que Arnau transmite su conocimiento y carga de erudición de una manera clara, sencilla, accesible, inteligible, lo cual es de agradecer cuando uno aborda temas como la Cábala, por ejemplo.

Pequeños ensayos que ejercen como un imán sobre nuestro vivo intelecto, en los que se aprende, al tiempo que uno se divierte, sin tener la sensación de que haya algo redundante, pues todo es mollar. Hay pasajes que he disfrutado especialmente como aquellos dedicados a la Divina comedia de Dante.

Toda la cultura europea está impregnada por la Comedia, por las emociones que evoca, por su intensidad y exactitud. Borges recomendaba olvidarse de la erudición y atenerse al relato. Poco importan las querellas entre güelfos y gibelinos, la batalla de Montaperti, las alusiones míticas o escolásticas. La poesía nació de la épica, y la épica es narrativa. De ahí que, si se desconoce el toscano medieval, sea preferible leerla en prosa (en verso castellano resulta agotadora). De este modo es posible seguir el hilo mágico de un relato que destaca por una inteligencia oriental. El proceso iniciático de Dante (el de cualquier hombre) reproduce el cosmogónico, idea recurrente en el vedismo y el neoplatonismo. Realizar las posibilidades del ser así lo exige. «¿No veis que somos larvas para formar la mariposa angélica que a Dios mira de frente?», dice Dante evocando a Ovidio y anticipándose a Kafka. El hombre está destinado a la metamorfosis, y estas son regresivas o evolutivas. Unos se convierten en planta o mineral; otros, como Beatriz, en ángel. El espíritu tiene una vocación ascensional, pero para cumplirla debe aligerarse. Los hombres, nacidos de la carne, no son sino gusanos, pero gusanos que lo divino puede transmutar en ángeles.

Por poner alguna pega, he de decir que he echado en falta un Índice onomástico al final, en donde van las notas, de cara a tener así acceso de una manera fácil a todo aquel aluvión de figuras históricas (filósofos, poetas, Dioses, mitos, historiadores, políticos, Reyes, conquistadores, magos…) que se dan cita en un libro que considero ya de consulta recurrente.

Editorial Espasa. 2020. 328 paginas