Días de noviembre

Caminando por el parque del Ebro, sin acusar éste los zarpazos del botellón los últimos días y ante una naturaleza inmaculada, tras cruzar la pasarela, atravesando por delante del matadero municipal ahora convertido en Casa de las Ciencias, llego al cementerio, desierto, sin el tumulto de los días señalados, camino entre las tumbas, y aunque la muerte nos iguala a todos, después de muertos muchos vivos quieren sobresalir a sus difuntos, alzarlos con el panteón más grande y aparatoso. Flores mustias, otras de inerte tela, nombres borrados, fotos y ausencias irreparables, siempre. El cielo hurtado hoy es un sudario. La mirada una bruma insensata. Oraciones que hablan del perdón, del pecado, la tierra, el cielo… Me encamino hacia la puerta, a mi espalda suena una oración, un canto, de la fosa a los fossores, en una lengua muerta que la siento muy viva. Me alejo y dos minutos después leo: Vini, vidi, bici. Lo dicho.

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