Recojo los fragmentos del libro en los que Cervantes saca a colación el falso libro sobre la figura de Don Quijote que puso en circulación Avellaneda.
Pasó adelante y vio que asimesmo estaban corrigiendo otro libro; y, preguntando
su título, le respondieron que se llamaba la Segunda parte del Ingenioso Hidalgo
don Quijote de la Mancha, compuesta por un tal vecino de Tordesillas.
-Ya yo tengo noticia deste libro -dijo don Quijote-, y en verdad y en mi
conciencia que pensé que ya estaba quemado y hecho polvos, por impertinente;
pero su San Martín se le llegará, como a cada puerco, que las historias fingidas
tanto tienen de buenas y de deleitables cuanto se llegan a la verdad o la
semejanza della, y las verdaderas tanto son mejores cuanto son más verdaderas.
…así, menudeaban libros nuevos y viejos, que era una maravilla. A uno dellos, nuevo, flamante y bien encuadernado, le dieron un papirotazo que le sacaron las tripas y le
esparcieron las hojas. Dijo un diablo a otro: »Mirad qué libro es ése». Y el
diablo le respondió: »Ésta es la Segunda parte de la historia de don Quijote de
la Mancha, no compuesta por Cide Hamete, su primer autor, sino por un aragonés,
que él dice ser natural de Tordesillas». »Quitádmele de ahí -respondió el otro
diablo-, y metedle en los abismos del infierno: no le vean más mis ojos»
»¿Tan malo es?», respondió el otro. »Tan malo -replicó el primero-, que si de
propósito yo mismo me pusiera a hacerle peor, no acertara». Prosiguieron su
juego, peloteando otros libros, y yo, por haber oído nombrar a don Quijote,
a quien tanto adamo y quiero, procuré que se me quedase en la memoria esta visión. Sigue leyendo

