Ya puestos en ruta hacia la zona de marcha, hicimos una parada en una plaza al final del paseo, frente al mar, iluminado de barcos que guiñaban sus ojos al faro, donde tocaban un grupo de Cali, llamado «Ecos de Colombia»,que embutidos con pasamontañas guerrilleros interpretaban las canciones con ráfagas de metralleta. Nos fuimos de allí escopeteados.
La noche avanzó hacia nuevos abrevaderos. Dejamos las pateras fueras y entramos en La Escollera, donde nos deleitamos con el pitilingorri (kas limón con vino blanco). El camarero estaba triste, consciente de que le quedaban 1000 ladridos para convertirse en un perro de presa devorador de lolitas.
Para luego entablar conversación con una chica que hacía arquitectura. Empezamos con las asignaturas troncales y cuando ya se iba, me gritó al oído (desde entonces me dan vértigos con frecuencia) que desde que su novio la cogía con vicio, estaba aprendiendo a moverse (algo me contó de unos movimientos acrobáticos que ambos realizaban al unísono en dirección norte-sur, que la dejaban agusto). Le repliqué que desde pequeño era hiperactivo y que el movimiento y la fuerza para mi eran normales, una ciencia sin misterio alguno.
En el templo del bebercio organizamos una buena. La mitad del camping estaba presente, y comenzamos a desgranar licores. Llegaron entonces los de la «Asociación de Amigos del Botellón» que con su » Decreto para la normalización del uso del calimotxo» y su loada «Ley de Mezclas» nos dieron la nochecita. Acusaban al tío del bar de incumplir lo dictado por «La Ley de Mezclas» en cuanto al porcentaje de vino precisado para formular un calimotxo legal.
Ante la reprobación general hubo de pasarse a la cata, mediante una ráfaga de quinitos rápidos. Llevaban razón, aquello no era calimotxo ni nada parecido, solo sabía a cola loca. Como era la tercera falta cometida, vinieron los nacionales, que tras unos tragos de porrón, se lo llevaron preventivo a una celda de castigo en Caceres II, total para nada, volvió como se fue, sin sentir ningún aprecio ni por la cultura nipona ni por su bandera. Sigue leyendo →