Camping Completo

El asfalto se deshacía ante el morro del auto, hacía un calor de mil demonios y el camping estaba completo o eso decía el cártel. Pura fachada. La crisis había secado los “brotes verdes” y allí había muchos huecos, en un camping que no era otra cosa que un secarral. Ya nos íbamos cuando el dueño nos advirtió de un 3×2. A mi actual pareja no le pareció mal la promoción, ni que mi ex se viniera con nosotros a fin de repartir gastos. Anteponía lo monetario a lo espiritual, mi abultada cartera le ponía más que mi abultada entrepierna. Debía rehacerme a cada momento.
No se pueden hacer fiestas dijo el jefe del camping. Vale, asentimos con caras de niños buenos.

A la noche, hacía aún más calor que a la tarde, así que compramos bebidas e hicimos un quinito antes de cenar. Nos pusimos a cantar, a hacer el trenecito con unas de Pucela las cuales después de 48 horas allí ya no tenían nada que decirse. Conocimos a dos mozos de Sanse, que pegaban patadas a un balón y todo el mundo se acordaba de sus madres, víctimas de los balonazos. Se juntaron dos alemanes que bebían cerveza a razón de tres litros a la hora. La líamos parda.

Esa noche mi novia actual, dejo de serlo. Ya en la tienda, se giró hacia el lado equivocado de la esterilla y acabó haciéndolo con mi ex, o eso me dijo al día siguiente porque yo no recordaba nada de nada, perdiendo así lo ocasión de ver un espectáculo por el que hubiera pagado lo que fuera. Las encontré dentro del mismo saco. Su olor desató algo en mi interior y mientras descifraba el código aromático me desahogué en los baños, bajo la atenta mirada de una cincuentona de grandes tetas, que ocultaba sus gordas manos bajo un periódico británico que apenas tapaba parte de sus pantorrillas.

No me despedí de ellas. Fue la última vez que las vi, también la última vez que pisé un camping.

Lanzarote, erial gastronómico, tongazo turístico

Pablo, nuestro colaborador episódico, nos ofrece aquí su desternillante crónica sobre su viaje a las Islas, a Lanzarote en concreto.

Lanzarote es una isla desértica y volcánica amada por el turismo a granel de sol y playa, y bien planificada para pasar una semana de total relajo. No puedes escaparte de un perímetro de 40×20 km. Los coches de alquiler son baratos (100€ por semana) y la gasolina tiene precio coste.

Vivir la experiencia de turismo masivo sol y playa tiene su punto, máxime si no eres practicante y lo observas con cierta retranca. Digamos que te meten en un avioncito en una ciudad periférica, pongamos por caso, Vitoria, Pamplona, Logroño, y empiezas a observar a la fauna que disfruta de esta semana mítica: parejas acarameladas, familias con hijos guerreros, maduritos con sus segundas y algún flipao escapando de la normalidad.

Vuelas un par de horas y te recibe un siroco que te deja bien claro que llegas a África a pesar de que estés en la Unión Europea. Un minibus te reparte por los diferentes mamotreto-hoteles que existen en la costa (costa Teguisse, Arrecife, Punta Blanca, etc.).

Y llegas al gran centro balneario, en este caso al Hotel Beatriz SPA Costa Teguisse, un típico ejemplo de pelotazo urbanístico en forma de hotel para 900 personas con todas las terrazas mirando al mar, y como patio trasero una inmensidad de terreno baldío, desértico y que los lugareños llaman malpais. Pronto eres consciente de que el viento no te abandonará en toda la semana porque si miras al mapa estás en pleno atlántico y el viento hace las delicias de los amantes del Windsurf.

El hotel es superior, amplias habitaciones, terraza sin igual mirando al mar, un buffet libre donde cogerás esos 5 o 10 kilos de más para engrosar, si no lo estás ya, la lista de los sobrepeso u obesos, una piscina caribeña con jacuzzi, y si te aburres un animador cubano que hará tus mañanas una delicia con una combinación mítica de petanca, tiro con arco, waterpolo y aerobic.

Y además, que decir, si has pillado el ofertón en tu agencia de viajes de confianza y te ha salido tirao en esta crisis del turismo patrio que nos asola.

Para escapar de la agotadora agenda: opíparo desayuno, tumbona en la playa, arena en la entrepierna, algas en la espalda, ducha, piscina, comida, siesta de 3 horas, piscina, ducha, cena a tutiplé y mojito amenizado por los pajaritos y Viva España de Manolo Escobar, puedes hacer un plan alternativo que consiste en carrerita por la mañana, visita a diferentes puntos de la isla durante la mañana, un poquito de playa y por la tarde algo de lectura.

Aun así, tampoco hay mucho espacio para la sorpresa, el amigo Cesar Manrique se lo montó de cine. Te pegan la clavada en todos aquellos sitios declarados centros de arte y cultura: Jameos del Agua, Cueva Verde, Mirador del Rio, Casa Cesar Manrique, Parque Timanfaya, etc. En todos los garitos el tipo se montó su restaurante y te meten unos 8€ por barba (los sitios, no los restaurantes) y como no hay más que visitar, pues toca pasar por el aro.

En lo gastronómico un erial, como el terreno, malpaís, libra el pescado fresco, el mojo picón y el vino malvasía, sobre todo por lo que cuesta que allí crezca algo. Es peculiar observar las cepas rodeadas de rocas volcánicas y también como asan la carne sobre las brasas de los volcanes.

Cuando te has aclimatado sorprende la sensación de soledad y vacío existente pese a todo el turismo hacinado. No hay pueblos, ni plazas, ni ciudad ni vida al cuadrado. Lo ganado al desierto, a los volcanes, al viento permanente, a la insularidad más absoluta, es puro deseo de supervivencia.

Aprendí de sus palabras, jameo, Timanfaya, Haria, Geria, Teguisse, malvasía, malpaís que sugerían más de lo que ofrecían.

Y cuando ya te has tostado suficiente, de forma consciente (gente en la playa 12×7) o inconsciente (paseando por la isla) y has llevado a cabo la cura de engorde permanente, siestas interminables, antistress y demás terapias contra la vida del siglo XXI te vuelven a meter en un minibus, que te conduce al avión, que te lleva a tu coche aparcado en el parking, que finalmente te llevará a tu casa, donde abrirás tu maleta y harás unas cuantas lavadoras y pensarás que allí al menos no existía el reloj, y hasta el año que viene, pero esta vez sin turismo de sol y playa.

Vacaciones en Roma notas de una viaje

Roma es una ciudad que no cansa. Hace pocos días regresé de unas vacaciones en Roma, en la que permanecimos 10 días y me supieron a poco. Roma ofrece tantas cosas al viajero que por muchos días que estés siempre quieres más. Las compañías de bajo precio como Ryanair nos ofrecieron la posibilidad de volar desde Zaragoza a Roma, sin escalas, en algo menos de hora y media.

Hacía calor en Cesar Augusta y también en Roma a nuestra llegada. El avión aterrizó en Ciampino, el otro aeropuerto de Roma junto al de Fiumicino. Allí cogimos un autobús urbano que nos dejó en la parada de metro de Anagnina.

Una vez en el metro y tras una docena de paradas, nos encotramos en la Piazza della Repubblica. Con la mochila a la espalda, cargados hasta los topes y tirando de dos carros de niño la experiencia no podía ser más apasionante.

Enfilamos la vía Cernaia, luego Vía Goito, dejando a nuestra espalda las Termas de Diocleciano, para enfilar luego la Vía XX Settembre, y desviarnos luego por la vía Piave, hasta nuestro apartamento.

La calle Piave, donde residimos, mostraba este aspecto el domingo. Una calle desértica al estilo «Abre los ojos«. Luego comprobamos que la zona era tranquila.

Piave Roma sembra Abre los ojos

El dueño del apartamento estaba dentro pero al no decirnóslo cuando hablamos con él por móvil nos tiramos un rato abajo a la espera, con las cervicales a punto de nieve, pegajosos, exahustos, con sueño, y un hambre de mil demonios. Enfrente del apartamento había una pizzería, cuyas ventanas quedaban eclipsadas por un alud de pegatinas, y recomendaciones varias en periódicos y revistas italianas.

Quien nos alquiló el apartamento, mapa en mano, nos hizo en el mismo unas anotaciones, acerca de en donde se encontraba el supermercado más cercano, aquel que abría los domingos, donde comer un helado de altura, tomar unas pizzas de verdad, o degustar las delicatessen que ofrece la gastronomía italiana, así como poder visitar un establecimiento que sólo vendía quesos. Las recomendaciones fueron acertadas, y ya de entrada me dijo que me olvidara de la pizzería de enfrente, porque las pizzas eran asquerosas. Luego tras papearnos una margarita y otra con quesos varios, puedo decir que sin ser asquerosas, tampoco fueron las mejores pizzas que comeríamos los días sucesivos.

Para moverte por Roma, si vas sin niños, lo puedes hacer perfectamente a pie, pues una vez en el cogollito, entiéndase Vía del Corso, puedes acceder fácilmente, sin fatigarte a lo más popular de Roma, ya sea la Fontana de Trevi, a la que se llega tras dejar el Corso y coger la Vía delle Muratte, o a la Piazza Navona, pasando previamente por el Templo de Adriano, el Pantheon, el Palazzo Madama.

Piazza Navona

Una vez en Piazza Navona y tras ver las tres fuentes, recomiendo llegar a Campo dei Fiori, echar un vistazo en los múltiples puestos de alimentación, ver el Palacio Farnesse y el Palazzo Spada, para ir a parar frente al río Tevere. Una vez allí, si cruzas el puente Sisto, entras en el barrio de Trastevere, donde las calles se ven plagadas de trattorias y negocios de restauración. Allí merece la pena ver Santa María en Trastevere y regresar cruzando de nuevo el río, esta vez por el Puente Garibaldi, a fin de ver la Isla Tiberina, la isla habitada más pequeña del mundo.

Bellos rincones en Trastevere
Trattoria en Trastevere
Muralla en Trastevere

Como decía antes, si te encuentras en la Vía del Corso a tiro de piedra, está la Plaza Venezia, el impresionante monumento dedicado a Vittorio Emanuele II, una mole blanca al que llaman la «máquina de escribir», para luego ir caminando hasta el foro, y acabar en el Colosseo, cuya visita es obligada, pues impresiona tanto o más por dentro como por fuera. Junto al coliseo y al Arco de Trajano estaba esta estatua del Costaricense Deredia

Deredia en Roma

No queda lejos tampoco Santa María in Cosmedin, una iglesia griega, donde al fondo de la puerta que da acceso al recinto sagrado, hay una pieza de piedra circular (dicen que una antigua alcantarilla), donde se mete la mano en la boca, la bocca de la veritá, y pides un deseo. La iglesia por dentro es una preciosidad, por lo que tiene de sencillo.

En cuanto a iglesias, lo de Roma es un punto y aparte, porque por las calles que cortan a la Vía del Corso, si te dejas ir, deambulando por ellas, raro es no encontrar una iglesia en cada una de ellas. Eso por no hablar de las catedrales como la de Santa Maria Maggiore o San Giovanni im Laterano, que bien merecen una vista. Esta última, tiene al lado el centro comercial Coin, al que merece la pena entrar, si es época de rebajas, como eran cuando estuvimos nosotros.

De arte paso de comentar nada, porque hay miles de libros estupendos que saciaran la sed de conocimientos artísticos de los viajeros. Prefiero más hablar de la comida, de la cantida de puestos de comida rápida que ofrecen sustento a todos esos que no comen en casa sino cerca del trabajo y crean un oferta en restauración abundante. Cerca de casa, en la calle Alessandria teníamos un horno que preparaba además de pizzas, otras exquisiteces, como calabacines a la grillia, berenjenas marinadas, tomates, pimientos rellenos, etc..

En lugar de pan, comíamos pizza en blanco, que es la base de la pizza, sin nada encima. Al estar en un apartamento frecuentamos a menudo los supermercados, y comprobé que el aceite de oliva virgen extra rondaba los tres euros, si bien los DOP, llegaban a costar 9 euros el medio litro, como las dos botellitas que compré de la DOP Chianti classico y DOP Riviera Ligure.

Disfrutamos con el café Lavazza y el Cafe brasileño Kimbo, pero sabe mejor en el bar.

En el caso de ir con hijos pequeños, ir andando es una matada, porque si ya es fatigoso de entrada, con un calor sofocante los desplazamientos son agotadores, por lo que recomiendo coger el autobús. Nosotros a partir del tercer día, nos movíamos a todas partes en bus, para sorpresa de los que allí iban montados, porque no es habitual ver carros de niño en un bus, y nosotros íbamos nada menos que con dos sillas, y menos mal que casi todos los autobuses tenían al menos un espacio dedicado para sillas de niños o de ruedas, y no iban atestados, lo que nos permitió coger todos los autobuses deseados.

En los autobuses, el conductor no te cobra, sino que debes meter el billete en una maquinita. Nosotros lo ticamos una tercera parte de las veces, y afortunadamente no vimos ningún revisor, porque de haberlo visto, la multa hubiera sido de 50 euros, si te pillan sin haberlo ticado.

No faltan en Roma fuentes como esta. El agua que mana de ellas está muy rica, y así te evitas que te den el sablazo como a los Japoneses que salían hoy en el telediario donde les había cobrado un ojo de la cara por comer en concepto de propina y no sé que barbaridad por un botellín de agua en un puesto callejero, que tiene más peligro que Berlusconi con un micrófono.

Fuentes de Roma

El tráfico en Vïa del Corso es asfixiante, tanto que tras tres horas caminando por ella, al llegar a casa, la camiseta olía a mierda, una mezcla de sudor y polución. Las motos se cuentan por miles y toman las primeras posiciones en los semáforos y parecen superarn en número a los coches.

Me resultó sorprendente no ver apenas niños en las calles. En los autobuses que cogimos con frecuencia sólo coincidimos con una pareja con niños, que también eran extranjeros. Por las calles concurridas tampoco los vimos, eso quizá explique por qué, ciertas personas se quedaban mirando nuestras niñas con una cara de sorpresa manifiesta. En lugar de mirar discretamente, examinaban las criaturas como el que ve un cuadro, con la boca abierta, apreciando todos los detalles, los cuales generaban en nosotros cierta incomodidad al no estar acostumbrado a que miren a nuestras niñas con tal énfasis e interés, pero la escasa natalidad de la ciudad de Roma explicaría el hecho de que los bebés y los niños de corta edad llamen tantísimo la atención a la gente de esta ciudad. Del mismo modo, la gente les tiraba piropos por la calles, del tipo; que niñas más bellas, que preciosidad, que ricura, Dios te la bendiga y expresiones de esa índole.

Dicen que los Romanos desayunan en los bares y cierto es que si el café que puedes comprar en los supermercados, nada que tiene ver con tomarte un espresso en un bar. Dimos cuenta de unos cuantos en barios locales. El espresso se sirve en una taza minúscula y el café, apenas son dos dedos, pero te lo tomas y es un chute de cuidado que te pone las pilas para toda la mañana. Eso es algo que en España no tenemos, ya que el tratamiento que en la restauración se le da al café es demencial, por norma general y además es algo más caro que en Italia.

En la galería Alberto Sordi vi al actor Matthew Fox, Jack de la serie Perdidos, lo vi meterse en la tienda de Zara y preparé la cámara para cuando reapareciese, y lo hizo, y pasó a mi lado, y le pedí hacerme una foto con él, y me dijo que nada de fotos, y lo vi perderse por la galería y reaparecer poco después con gafas de sol, y meterse en una librería Feltrinelli, y se me acercó un italiano y me preguntó si era el de Perdidos, sí majo le repliqué, el mismo, pero no pictures, y me llevé una pequeña decepción, que no sé si achacar a que el actor peca de discreto o de gilipollas. Iba vestido de lo más normal, con una pantalón vaquero negro, un pañuelo asomando por el bolsillo de atrás y una camiseta de algodón que lo mostraban alto y espigado y poco musculado pero aparente menos años de los que tiene.

Ya que ir con hijos pequeños a un restaurante se puede convertir en un martirio, como tuvimos ocasión de comprobar, con una niña cagada y sin parar de llorar a causa de no dormir y la otra tocando todas la copas y queriendo ir al baño cada dos por tres, optamos por hacer la compra en tiendas cercanas y pertrecharnos allí de calabacines a la brasa, berenjenas rellenas, pimientos y tomates rellenos, sfoglia di buffala, polpettone gustoso, verdure al forno, verdure miste, fantasia di cereali, aceitunas rellenas, flores de calabacín rebozadas, mortadella de verdad, y demás exquisiteces, las mismas que se ven en las fotos. No faltaba la pizza en blanco, que hacía las veces de pan, todo ello regado por las cervezas italianas típicas: Peroni, Moretti y Nastro Azzurro.

Todas estas exquisiteces costaban un ojo de la cara, porque algo tan económico como un calabacín por muy a la brasa que sea, subía a más de veinte euros el kilo, pero siempre resulta más económico que comer fuera y los platos combinados que nos preparábamos: bresaola con rucola y parmeggiano, ensalada caprese, o antipasti variados, mostraban este aspecto tan apetecible.

No obstante lo anterior, cerca de donde vivíamos cenamos dos noches en la Trattoria Cadorna, la cual tiene fama, bien ganada de que las raciones son abundantes.

Trattoria Cadorna verduas a la grillia
Como se ve, esto es cierto, porque pedimos un plato de verduras a la plancha: calabacín, berenjena, judías verdes, achicoria, tomate, pimiento rojo, que mostraba este aspecto tan suculento. Así como dos platos de pasta, una a la carbonara y la otra con nata y nuez moscada, que a duras penas logré acabar porque era pesada en demasía. El tamaño de los platos da cuenta de las generosas raciones, si a ello añadimos que el plato de pasta costaba unos 7 -9 euros, podemos afirmar que con un buen plato de pasta y unas verduras para dos, comes a las mil maravillas, acompañado ello de una cerveza, ya sea la Nastro Azzurro grande de 66 cl o de una artesanal, por menos de veinte euros por persona.

Entiendo a esos que dicen que en Italia comieron fatal, sobre todo si no les gusta mucho la pasta, y no la comen al dente. No recuerdo haber comido ni carne ni pescado, en los 10 días. Nos alimentamos de pasta, en todas sus variantes, de quesos y de vegetales. Bueno un día comí un Kebab, en un local, que tenía mucha fama, y donde los kebab no son como los que se ven en Logroño o cualquier otra ciudad. Los rulos de carne, los formaban filetes de pollo, de cordero, incluso había un kebab de pescado, y se distinguía los filetes, no como aquí que son un mazacote homogéneo bien engrasado. Había otras cosas además de kebab tales como cuscus y otros platos turcos. El kebab que comí mixto de ternera y pollo estaba estupendo. Costaba cinco euros, y a la carne se le añadió lechuga, tomate, salsa de yogurt y salsa picante. Todo ello envuelto en pan de pita, luego en papel de aluminio y asentado en un vaso de plástico para llevar a casa. Era de tamaño gigante, porque ocupaba un plato con creces y estaba riquísimo. El local en cuestión es este de la foto.

El Kebab compite con la pasta

Hizo calor del 4 al 14 de julio, pero nos libramos de una masa de aire caliente procedente de África que iba a asolar Roma al irnos nosotros. Al calor propio de los rigores veraniegos, el humo de los coches y motos, el tráfico intenso, el asfalto recalentado, que convierte la ciudad en una parrilla, así que los turistas buscamos la sombra desesperadamente ya sea en Piazza Navona, o en las escaleras de la Plaza de España, echando mano de botellas de agua fresca o calmando el reseco con helados que en Roma saben a gloria.

Turistas en las escaleras de la Piazza de Spagna

La Plaza de España

El día que visitamos la Plaza de España, llegaron una riada de jóvenes españoles, adolescentes en viaje de estudios, que se pusieron a hacer el Paquito el chocolatero. Las jóvenes flipaban con los italianos y consiguieron hacerse una foto con los jóvenes italianos de la foto. !se les caía a ellas la baba!

Italianos y jóvenes adolescentes españolas

Con peques además es obligatorio buscar la sombra, y el frescor del verde de algún parque. Así que a fin de conciliar los anhelos turísticos de verlo todo, y las necesidades de ir al parque de los más pequeños, la jornada se repartía entre callejear por las mañanas e ir de parques a las tardes. Así yendo por Vía Nomentana, tras pasar Vía Trieste, llegamos a un parque con árboles piñoneros, y columpios que cumplía todas las expectativas infantiles. Otro día fuimos al parque de enfrente en Villa Torlonia, con entrada de lujo, palmeras, sala para conciertos y tras bajar y subir unas cuestas, llegar a un parque infantil, éste con columpios y toboganes, y arena fina que pisar.

Villa Torlonia parque de juegos para niños

De vuelta por la Vía Nomentana pasamos ante un restaurante español, costumbrista se entiende por lo del torito y las tapas. La calle muere en la Porta Pía, donde había combinaciones de autobuses para casi todos los lugares de la ciudad.
Toros y Tapas clasicismo español

A quienes guste el cine al aire libre en la Piazza Vittorio estos meses habían programado un buen número de películas, para ser vistas en el parque, al aire libre.

Piazza Vittorio cine al aire libre

Es cita obligada pasarse por El Vaticano. Nosotros lo hicimos un domingo, a primera hora. Ya en el autobús, unas españolas muy dicharacheras hablaban con sus familiares a voces, en concreto una lo hacía con su vástago en estos términos: ¡Voy a ver al Papa, sí hijo al Papa, no, a tu papá no, al otro Papa, al que va todo de blanco!.

A pesar de ser hora temprana, la plaza ya estaba abarrotada, y las colas para entrar en el Vaticano eran largas. Tras pasar el primer control, y un segundo, dejamos las sillas de niño donde las taquillas, pues era obligatorio y tuvimos que entrar en la Catedral con la pequeña en brazos. Me hicieron quitarme la gorra y dejar mi cabeza pelada al descubierto.

Deslumbrados por los flashes de las cámaras y esquivando gente, tuvimos la suerte de presenciar, desde unas vallas de madera el desfile de los curas que iban a dar misa entonces. Una procesión de más de cincuenta prelados. Cuando los últimos abandonaban el pasillo y los perdíamos de vista, ya se oían los cánticos de los primeros que ya habían cogido posición y estaban a su tarea.

No dejan entrar en el Vaticano ni con pantalones cortos ni con tirantes, es decir que no se puede enseñar carne de ningún tipo, más allá de la que hay en manos y cabeza. De ahí que algunas mujeres taparan sus hombros con chales y fulares y algunos hombres subieran sus calcetines hasta las rodillas, tirando de sus pantalones hacia abajo, sin éxito, porque el que controlaba en la puerta, hacía su labor con el empeño propio de un matón de discoteca, con la excepción de que aquí las tías buenas si iban descubiertas, no entraban.

A la salida del Vaticano, con un sol de justicia y autobuses llegando por doquier a la Plaza de San Pedro, enfilamos la Vía Cola di Rienzo, una calle con multitud de negocios. La pena fue que la tienda de Geox estaba cerrada y no pudimos comprobar si en Italia estos zapatos estaban más baratos que en España, que sería lo propio pues los fabrican allí. Si transitas por esta vía y cruzas el puente vas a parar a Santa María del Popolo, cosa que no hicimos pues cogimos el autobús que nos dejaría al lado mismo de casa, pero que sin saber cómo, acabamos donde el Teatro di Marcello, una especie de Colosseo muy espectacular, pegado al río Tiber. De allí nos llevaron en autobús a la concurrida parada que hay frente a una de las salidas de la Galería Alberto Sordi, donde hay un coche de los carabinieri haciendo guarda permanente. Pasamos frente a la estatua del Tritón, vimos otra estatua de Deredia sita en la Plaza Barberini y subimos por la Vía Vittoria Benetto, una avenida arbolada que era un oasis de frescor y oscuridad, hasta la Vía Calabria.

En la Piazza del Fiume, que se encuentre donde muere la Vía Piave y se ve cortada por la Vía del Corso, hay un Music café llamada Friends, local muy animado al que acudimos una noche, para finalizar la jornada, a trasegarnos un mojito, que nos supo a gloria, bien cargadito de albahaca fresca. Lo mejor del asunto es que por la consumición tenías derecho a acercarte con un platillo a la barra y rellenarlo con entrantes tales como pasta cocida fría, bruschettas con tomate, mortadella, paté de aceituna negra, y salsas varias, entre otras cosas. Así que secundando los mojitos cayó una buena panoplia de antipastti italianos, de buena calidad. Aquella refrescante copa, de reminiscencias caribeñas, sin nosotros saberlo nos ofreció inopinadamente algo parecido a una cena.

Friends un local donde tomar algo en Pizza Fiume

En Villa Borghese, a la que accedimos por Vía del Corso, tras contemplar, la Propilei delle Aquile, frente a la Porta Pinciana, había estatuas dedicadas a escritores como Byron, Garcilaso de la Vega, Pushkin, Goethe, Victor Hugo, Gogol o a empereadores como Humberto I, no podemos dejar de ver la fontana dei Cavalli Marini, la Fontana dei Mascheroni e dei Tritoni, el Tempio di Esculapio, la Casa del Cinema y otras setenta cosas más, entre monumentos, fuentes, museos, teatros, galerías y academias. Recomiendo una vez visto el parque salir por la Piazza Flaminio para cruzar por la Porta del Popolo que da lugar a la Plaza del mismo nombre.

Lago en Villa Borghese

Por último comentar que a los italianos (y no sólo a ellos) les siguen gustando las mujeres de proporciones generosas. En la portada de la revista Panorama venía Cristina del Basso ex-concursante del Gran Hermano que iba a hacer el calendario de la revista para 2010, que salía a la venta, la semana próxima a nuestra partida. La chica en cuestión es esta y en la entrevista concedida para la revista afirmaba que lo primero que hizo al ser mayor de edad, fue operar sus pechos, darles mayor volumen. De ahí que entrara en el Gran Hermano Italiano (GF) y luego pudiera ser la chica del Calendario. La siliciona tiene estas cosas amigos.

Cristina del basso calendario Panorama

DOP ACEITE DE LA RIOJA marcas

Aceite de Cabretón, Propietario: SAT Pagos de Añamaza
Amanprana, Comercializa: Almazara Ecológica de La rioja
Arlaval, Comercializa: Eliseo de Marcos Ruiz.
Arzobispo Diego de Tejada, Comercializa: Bodegas Nestáres Eguizábal
Autrigón, Comercializa: Ceca Imperial
Barón Ladrón de Guevara, Comercializa: Bodegas Valdelana
Candor, Comercializa: Almazara Valle del Iregua.
Carpeum, Comercializa: T. Mengar.
5 Valles, Comercializa: Trujal 5 Valles
Conde de Casalarreina, Comercializa: Panadería Conde de Casalarreina
Familia Villar Santa María, Comercializa: Deviselectos
Finca La Grajera, Ámbito de distribución: 100 % en actos institucionales de Gobierno de La Rioja
Fresno Riaño, Comercializa: Hermanos Fresno Riaño.
Gantenea, Comercializa: Gantenea Servicios 2000.
Graccurris, Comercializa: Almazara Ecológica de La Rioja
Hejul, Comercializa: Almazara Hejul.
Ijalba, Comercializa: Bodegas Viña Ijalba
Isul, Comercializa: Almazara Ecológica de La Rioja
Izarbe,
Karey, Comercializa: Karey Agrícola
Lacrima Deum,
Lacrimus, Comercializa: Almazara Ecológica de La Rioja
Lealtanza, Comercializa: Finca Barbarés
Lectus, Comercializa: Kel Grupo Alimentario.
León Cambra,
Oleus, Comercializa: LR115 Almazara Riojana
Olivares Tiracanto,
Pagos de Añamaza,
Plenilunio, Comercializa: Almazara Ecológica de La Rioja.
Q de Aldama, Comercializa: Almazara Aldama.
Rioja Olive
Santificetur,
Trapetum
Trujal de Galilea,
Virgen del Roble,

Según reza la página web de Asolrioja, estas son las marcas de aceites de Rioja acogidas a la DOP Aceite de La Rioja. El número va en aumento.

Elaboradores DOP Aceite de La Rioja

Almazara Ecológica de La Rioja

Almazara El Alberque

Almazara Experimental Finca La Grajera

Almazara Hejul

Almazara Olivarioja

Almazara Valle de Añamaza

Almazara Valle del Iregua

Kel Grupo Alimentario

LR115 Almazara Riojana

SAT Galilea

Sociedad Cooperativa Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos San Roque

Sociedad Cooperativa Los Santos Mártires

Trujal 5 Valles