Bienvenido al norte

Muy grata sorpresa la que me llevo cuando descubro que en el camping existe un rincón para la lectura y una biblioteca surtida con obras notables, como Me muerden los relojes de Ángel Guache, donde el autor pergeña una especie de memorias mínimas donde irá dando cuenta de los seres queridos que se han ido, recuerdos de la niñez y juventud, su relación con la escritura y la pintura, con un tono melancólico, como esa invitación al clasicismo paterno a cuyos presupuestos clásicos se acabará acogiendo a una edad pareja.

Ángel Guache (Luanco, 1950) es de Asturias y cuando uno viene aquí de vacaciones a menudo, que llueva (o jarree durante horas y días) en julio o en agosto acaba siendo algo normal y asimilable, tanto como la bruma y los cielos grises. Así, de los distintos textos que componen estas memorias me quedo con este, porque sin ser asturiano lo siento como tal.
Ángel Guache

IMG-20180718-WA0004

Dulce al fin y al Cabo

Después de una buena tunda caminando desde Busto, pueblo próximo a Luarca, hasta el Cabo de Busto, atravesando un bosque que impedía que a pesar de estar barruzando no acabáramos calados hasta los huesos, sin apenas disfrutar de la vista de los acantilados, dado que se cernía la niebla, al regresar al pueblo nos encontramos con la pastelería Cabo de Busto. Veni, Vidi, Vici. Más que ver lo que hicimos fue deleitarnos con los pasteles que elaboran. Una delicia.
Pastelería Cabo de Busto
La vida es dulce
Cabo de Busto
Acantilados desde Cabo de Busto

IMG_20180717_114940

Madame Bovary

Paseábamos por los jardines de la Fonte Baixa, visita ineludible si uno se deja caer por Luarca, cuando frente a unas hortensias nuestro guía nos dijo que atendían al nombre de Madame Bovary, disparándose al instante mis alarmas flaubertianas. Es esta que va en el encabezado. De paso la acompaño con otras cuantas fotos de otras hortensias a cual más bonita.
Mucho ojo no os de un golpe de color al verlas.
Begonia blanca
Begonia
Begonia
Un paseo entre begonias

www.devaneos.com

La Eneida (Publio Virgilio Maron)

Al leer la Eneida me surgió la duda de si hacerlo en prosa o en verso. He optado por hacerlo en verso, en las obras completas de Publio Virgilio Maron (Virgilio, 70 a. C.-Brundisium, 19 a. C.), que editó Cátedra (anteriormente algo comenté de Las Geórgicas, comprendidas en este volumen), con traducción de Pollux Hernúñez.

En los versos podemos apreciar y deleitarnos al mismo tiempo con la cadencia y el ritmo de la narración de Virgilio, y es recomendable leerlos en voz alta, como proponen aquí, pues así el efecto que depara la lectura creo que es más intenso.

La Eneida es un libro muy entretenido, aunque su lectura no sea fácil y obligue a echar mano del diccionario a menudo y a consultar en la red el sinfín de personajes que aparecen, si queremos situarnos y comprender lo leído, en donde al igual que sucede en La Odisea no faltan las aventuras y en ambas hay también un periplo marítimo por el ponto vinoso. Hacia la mitad y hasta su parte final se centra en el aspecto bélico y es más del estilo de La Ilíada, donde se va dando cuenta de la guerra entre los Teucros y los Rútulos (en un mano a mano entre Eneas y Turno) y las distintas tribus que entonces habitaban la península itálica. Las escenas de guerra son muy gráficas y muy brutales, con miembros amputados, cabezas cortadas, dispuestas luego en las picas del ejecutor y se citan un buen número de nombres de los que van cayendo en el frente del batalla, a los que rinde así Virgilio su particular homenaje, como hacía Homero en la Ilíada. En el texto se habla continuamente de la guerra y de la paz, en una continua tensión entre las que pendulean y se desangran en guerras civiles esos pueblos, como si la paz fuera consecuencia de la guerra, y no hubiera otra manera de alcanzarla.

Cada capítulo de la Eneida se denomina Libro, y viene a ser tal, pues si consultamos por la red, encontramos cómo cada Libro (son XII) da pie a una ingente producción literaria. Así por ejemplo Vicente Cristóbal traduce para Hiperión, el libro II de la Eneida, titulando su poema La última noche de Troya. Autoras más jóvenes como Irene Vallejo en su novela El silbido del arquero, ficcionan cómo pudo ser la relación imposible entre Eneas y Dido, que en la Eneida se trata sucintamente en su Libro IV, dado que hados impulsan a Eneas hacia Italia, lejos de la desdichada Dido
Sobre el libro V, la profesora gallega Eva Castro, ve publicado su trabajo en la prestigiosa revista Hermes. Adrián Nazareno, al hilo del Libro VI y reflexionando sobre sueño y vigilia, trae a colación a Borges.
Antonio Alvar Ezquerra nos ofrece el Libro VI con traducción rítmica y escribe a su vez un interesantísimo artículo titulado el El mar en la Eneida

Como colofón os animo a escuchar esta conferencia de José Luis Vidal, titulada Virgilio, El poeta de occidente, que es una auténtica maravilla.