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La trenza (Laetitia Colombani)

En La trenza, la exitosa novela de Laetitia Colombani que en Francia ha despachado más de un millón de ejemplares, éxito que uno entiende pero no comparte (la novela no me ha gustado nada), la autora hace todo lo posible por congraciarse con el lector.

La novela nos presenta la vida de tres mujeres, que confluyen al final por los pelos. Una vive en Canada, la otra en la India y la última en Italia. La mujer india se gana la vida limpiando letrinas y quiere para su hija joven una vida mejor que la suya. Un país el suyo en el que la mujer es un cero a la izquierda. La canadiense es una exitosa abogada y la joven italiana trabaja en el negocio familiar dedicado hace generaciones al tratamiento y comercialización del pelo.
Más allá de su distinta situación económica, las tres se ven en el atolladero, y necesitan un empujón vital que les haga ir en otra dirección.
La india una noche coge a su hija y toma las de Villadiego con idea de mudarse al sur, en donde viven unos primos suyos. A la canadiense le descubren un cáncer, la joven italiana por su parte verá como su padre sufre un coma, para descubrir poco después entre los papeles del escritorio que la empresa familiar está en la bancarrota.
Todo esto es el momento de bajada. Algo parecido a la típica imagen en la que alguien se está hundiendo y de repente abre los ojos y comienza a nadar frenéticamente hacia arriba, hacia la superficie, hacia la luz, hacia la esperanza, así la novela.

Las tres historias transcurren en paralelo, alternándose en los distintos capítulos y avanzando consecutivamente en cada una de las historias, hasta su punto final. No se ahonda demasiado en ninguna de las historias que se despachan y metamorfosean prontamente, del desahucio a la esperanza.
Hay cosas que me chirrían bastante, como la actitud de Sarah, la canadiense, que necesita un cáncer para descubrir que su vida es una mierda (a pesar de sus éxitos laborales) que no ha dedicado el tiempo suficiente a sus hijos, que a partir de ahora acudirá a todas las representaciones escolares, etcétera. No se puede ser más previsible y menos imaginativa. La autora exhibe entonces lo peor de sí misma, mostrando una psicología de baratillo, simplona, sumamente superficial, con una prosa de muy escaso vuelo y escaso brillo, meramente funcional, para llevarnos en volandas hasta la felicidad ternaria.

Salamandra
Traducción de José Antonio Soriano
207 páginas

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