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Lectura veraniega

Aunque aún no ha entrado el verano, en Logroño, las temperaturas del mes de mayo, y lo que llevamos de junio, son propias de julio y agosto. Ante semejantes calores me apetecen lecturas refrescantes. De cara al verano, la lectura seleccionada ha sido Los hermanos Karamázov de Dostoievski. Leí en su día, con escaso aprovechamiento la edición de Cátedra. Aprovechando la nueva traducción de Alba, a cargo de Fernando Otero, Marta Sánchez-Nieves y Marta Rebón, en una edición primorosa, volveré a caer sobre una novela que para muchos lectores y escritores, como Freud, es la mejor novela jamás escrita.

Pues no. Ha habido cambio de planes respecto a lo que pensé y escribí en el mes de junio. Un libro como el de Dostoievski para leer en la playa me parece poco práctico, así que he cambiado de tercio y he virado hacia Proust. En 2010 leí Por el camino de Swann. Vuelvo a él este verano, doce años después, ayudado por mi mala memoria. Lo que llevo leído, unas doscientas páginas, me está encantando. Qué manera tan portentosa tiene Proust de describir un paisaje, un campanario o un sentimiento. La vez anterior leí solo los dos primeros libros de En busca del tiempo perdido. Veremos qué sucede en esta ocasión.
Leyendo frente al mar
Proust me acompaña como un perro fiel a la playa, la piscina, la cafetería, la tienda de campaña…

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