Libros electrónicos

Parece ser que los suplementos dominicales se ponen de acuerdo a la hora de abordar ciertos temas. El domingo pasado el suplemento del periódico El País y el de La Rioja, el suplemento XL del grupo Vocento, hablaban sobre esos soportes físicos que permiten albergar cientos de libros electrónicos. Los dos artículos eran muy similares, y se reducían a citar las empresas, como Amazon (Kindle), Bebook, que se han aventurado con la fabricación de los soportes que permitirán en un futuro reemplazar al libro en papel, tal como lo conocemos, hablando de paso de las ventajas de este soporte, principalmente en cuanto a almacenamiento, fácil manejo del aparatito, etc.

No he tenido un aparato de estos en mis manos, y no sé lo que experimentaré cuando esto ocurra, pero a día de hoy me gusta recorrer con la mirada las estanterías atiborradas de libros que conforman mi biblioteca, detenerme en los libros de cocina, las guías de viaje, las novelas, coger uno y consultarlo, tocar las hojas, leer las dedicatorias. Cada uno de los libros tiene una historia, va ligado a un recuerdo, algo similar a lo que sucedía anteriormente con los vinilos, antes de la llegada de los mp3. Me acuerdo de muchas de esas portadas, de los títulos de las canciones, de las letras, no como ahora, donde la descarga masiva de temas llega incluso a indiferenciar a los artistas, pasando de mano en mano cedés o deuvedés con discografías completas que casi nunca llegan a escucharse integramente.
Hay demasiado material y muy poco tiempo. A mí siempre me han gustado los libros y bastante uso el ordenador como para seguir conectado a un aparatito, en mis ratos libros, digo libres. !No contéis conmigo!. Me va el papel. También el de fumar, por supuesto.

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