Mine vaganti (Tengo algo que deciros) (Ferzan Ozpetek 2010)

Recién estrenada Mine Vaganti, traducida aquí como Tengo algo que deciros, Ozpetek, tras el drama de Cuore Sacro, y el fiasco de Un giorno perfetto vuelve aquí con una drama con tintes de comedia. Ese algo que decir, consiste en la pretensión del protagonista, Tommaso que reside en Roma de anunciar que además de querer ser escritor, es gay. Antes de poder anunciar la buena nueva en la comida familiar, su hermano se le anticipa. Sí, también es gay, y al padre, chapado a la antigua le da un infarto al no poder asumir la nueva noticia. Al hijo su padre lo quiere lo más lejos posible, lo echa del hogar, y lo despide de la empresa familiar, de fabricación de pasta donde trabaja. Viven en un sitio pequeño donde todos hablan de los demás, donde se calumnia y se chismorrea de modo habitual, y donde las malas lenguas pueden destrozar cualquier reputación.

Ante esta situación Tommaso ve como debe demorar dar su noticia, visto lo que le ha sucedido a su hermano. Mientras conoce a una chica que trabaja en la empresa, la cual no tiene novia y con quien comienza a hacer buenas migas.
El tema de la homosexualidad no confesada da mucho juego y permite crear unas situaciones que buscan la carcajada del espectador. En la galería de personajes (Ozpetek siempre busca la coralidad) hay una tía con afición por la bebida, la madre del protagonista que es una sargentona, el padre que es un carca, la abuela que alienta a todo el mundo a luchar por lo que uno cree, a líarse el mundo por montera, y desoír las voces de la convencionalidad.
Rodada en el sur de Italia, en Salento en la Apulia, la fotografía es luminosa, radiante, priman los encuentros familiares, las charlas en torno a una mesa bien provista de viandas, los chascarrillos, escenas desenfadadas proclives al petardeo. Ozpetek banaliza la condición sexual de los homosexuales (él lo es y es capaz a sus años de tommárselo con humor), para pergeñar una historia que no se sale de lo trillado, muy poco original y lo hace combinando el drama, de no poder vivir como uno quiere, a escondidas con situaciones hilarantes como la visita de los amigos del protagonista, que deben comportarse como si no fueran gays, e incluso suicidios poéticos, dulces a más no poder.

No obstante la película se deja ver sin apenas esfuerzo, con actores solventes como Riccardo Scamarcio (Tommaso), Ennio Fantastichini (que en No basta una vida hacía de un “gay” orgulloso de serlo y ahora es un escandalizado y recalcitrante padre de familia) y permite pasar un buen rato entretenido sin muchas más pretensiones. Pocas son las películas italianas que logran estrenarse en España. Mine Vaganti, ha sido una de las afortunadas.

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