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Celebridad póstuma

Pero al mismo tiempo, inversamente, la suma de sus obras, conocidas solamente de los enterados en la época en que la señora de Swann patrocinaba sus tímidos esfuerzos de diseminación, ahora crecidas y vigorosas a los ojos de todos, había cobrado entre el gran público un extraordinario poder de expansión. Sin duda ocurre que sea únicamente después de su muerte cuando un escritor llega a hacerse célebre. Pero él era en vida aún y durante su lento encaminarse hacia la muerte, todavía no alcanzada, como asistía al de sus obras hacia la Fama. Un autor muerto es, a lo menos, ilustre sin fatiga. El brillo de su nombre se detiene en la piedra de su sepultura. En la sordera del sueño eterno no se ve importunado por la Gloria. Mas por lo que hace a Bergotte, la antítesis no era enteramente acabada. Existía aún suficientemente para que le hiciera sufrir el tumulto. Se movía aún, bien que con trabajo, al paso que sus obras, rebrincando como muchachas a las que tenemos amor, pero cuya impetuosa mocedad y cuyas ruidosas diversiones nos cansan, arrastraban cada día hasta el pie de su lecho nuevos admiradores.

El mundo de Guermantes. En busca del tiempo perdido. Marcel Proust. Traducción de Pedro Salinas.

Leyendo frente al mar

Por el camino de Swann (Marcel Proust)

Concluyo Por el camino de Swann (con traducción de Pedro Salinas), el primero de los siete volúmenes que conforman En busca del tiempo perdido de Proust. Y lo hago con ganas de seguir leyendo más. A pesar de lo que un amigo me comenta acerca de que según los entendidos en Proust no es necesario leer los siete volúmenes y se puede proceder a seleccionar algunos y desechar otros sin cometer un crimen. Veremos.

Lo que me resulta muy evidente es que Proust tiene la gran virtud, propia de los grandes escritores, de hacer interesante cualquier cosa que sea objeto de su pluma. Como un Rey Midas que todo lo que toca la convierte en oro, así Proust consigue dar vivacidad no solo a todo cuanto ve, escucha y lee, sino que en un ejercicio sisifiano de memoria, es capaz con virtuosismo y un detallismo extremo de contarnos durante cientos de páginas la relación, que, por ejemplo, mantienen Swann y Odette. Para Proust todo es literatura, así nos dice que el hecho de que algo de cuanto tiene ahí en mano en su realidad circundante le sea interesante o no, depende de que antes haya pasado por el tamiz de la literatura, es decir, que alguno de sus escritores favoritos haya incidido sobre ese paisaje, cuadro o campanario, viendo así acrecer su interés.

De hecho el narrador, el propio Proust, dedica sus días a la lectura y la contemplación, desde su más corta edad. Mediante continuas comparaciones Proust, logra que su prosa no resulte plomiza, sino vivaz y muy interesante, en las continuas observaciones, reflexiones y pensamientos que le asaltan en esa guerra sin cuartel que es echar mano de la memoria y traer al presente el pasado literaturizado.

Muy bueno.

A la sombra de las muchachas en flor. Volumen 2.