Archivo de la categoría: Literatura americana

Los reyes de lo cool

Los reyes de lo cool (Don Winslow 2012)

Don Winslow
335 páginas
2012
Random House

Los reyes de lo cool es la precuela de Salvajes, que Oliver Stone llevó al cine. Los personajes principales son los mismos. Ben, Chon y O.

Winslow hace del minimalismo su bandera y del lenguaje televisivo su estilo y así es capaz de despachar tres capítulos por página, y algunos capítulos con tan solo un palabra, o un «que te jodan». Para Winslow lo negro y lo grotesco es todo uno.

Esta forma de narrar tan acelerada la podemos entender por ritmo. La historia va de tráfico de drogas al sur de California, de cárteles de méxico, de policías corruptos o con ganas de medrar, de una joven multiorgásmica como O que no tiene otro pito que tocar que saber quien es su padre, de jóvenes como Chon o Ben, que ven en la droga un medio, no exento de riesgos, de ganarse muy bien la vida.

Winslow construye personajes a brochazos y crea atmósferas que son como cohetes de feria: explosivas y nada más. Mete buenas dosis de violencia y sexo, algunas reflexiones de todo a cien, sobre el devenir de la sociedad americana de los años 70 hasta la primera década del siglo XXI, ciertos juegos de palabras que a los americanos les harán cierta gracia, devaneos etimológicos y un empeño en superar ciertos clichés, que a su vez son otro cliché.

Todo lo que se lee es rápido, fragmentario, episódico, epidérmico, provocador a ratos, ramplón casi todo el tiempo y si te pilla con la guardia baja, hasta entretenido.

Otra vuelta de tuerca

Otra vuelta de tuerca (Henry James 1898)

Henry James
119 páginas
1898

Esta novela debe ser leída con mucha calma y tranquilidad. Toda la tranquilidad que nos permita un texto plagado de interpretaciones, fantasmas/alucinaciones y trágicos finales, a fin de sacar el jugo a un texto que hace de la ambigüedad un arte.

La novela recoge el texto que escribió una institutriz, quien antes de morir legaría el texto al joven que tenía entonces a su cuidado, un tal Douglas, que transcribiría después el texto a un manuscrito, un manuscrito que una vez abierto será el que amenizará la velada nocturna de los amigos de Douglas, quien afirma tener entre manos una historia de fantasmas que va más allá de lo convencional: otra vuelta de tuerca más al género, al ser dos niños quienes ven los fantasmas. Douglas estuvo enamorado de la institutriz, diez años mayor que él y lo que ella plasmó sobre el papel, así como lo que se pudo poner o quitar en la transcripción, es susceptible de sospecha, de mentiras veladas, de verdades incompletas, ocultamientos y/o falseamientos deliberados.

Todo en la novela son enigmas, no sabemos por qué a Miles lo han echado del colegio, qué relación mantenía Miles con Quint, si la sirvienta también difunta, la señorita Jessel, tuvo alguna relación con su patrón, si Flora y Miles ven a los fantasmas, o si son imaginaciones de la nerviosa e insomne institutriz que parece enamorarse en un principio del hombre que la contrata, el tío de los dos niños huérfanos, que luego desplaza su amor, o su querer, o su delirio hacia Quint, fantasma de uno de los empleados de la casa que murió y finalmente quedar prendada y febril del niño, no tan niño, Miles, por quien siente una pasión amorosa irrefrenable, que James oculta, como todo el texto, bajo múltiples matices, interpretaciones, señales, delirios, bajo confesiones que se contradicen casi en el momento de ser proferidas. No sabemos tampoco de qué quiere salvar la institutriz a los niños, cómo piensa liberarlos de la influencia o a qué se refiere Miles cuando se empeña en querer contarle a su tío «todo«, etc.

Libro este de Henry James complejo y exigente que necesita ser releído más de una vez, para apreciar todos los detalles que esta obra de apenas cien páginas atesora. Una pieza de orfebrería, una joya engastada de enigmas y prolija en misterios.

Elegía

Elegía (Philip Roth)

Philip Roth
2006
Random House
160 páginas

Mirando la contraportada de este libro nos dicen que esta novela de Philip Roth versa sobre la pérdida, el arrepentimiento y el estoicismo. Sí y no.

El protagonista es un publicista de 70 años que dilapida la mayor parte de su tiempo en una camilla de urgencias, siendo intervenido y reparado, saliendo airoso hasta la fecha.

Se trata además de un consumado adúltero y al final de sus días cuenta en su haber con tres ex mujeres y varios hijos. La primera mujer después de tantos años de matrimonio nos la pinta como abnegada y buena. Pero como él es un necio y le gusta mucho el sexo y meter el dedo en ojetes ajenos se acostará con jóvenes de las que pronto se hastiará, al comprobar que son casi tan simples como él.

A sus 70 años verá como la muerte ronda cerca y hace entonces un análisis de lo que ha sido su vida. Un análisis apenas riguroso, donde pide perdón con la boca pequeña, por haber dejado a su esposa por otra mujer más joven, en un culto al culo que provoca más risa que otra cosa.

Respecto al estoicismo esto sale en la contraportada porque el protagonista dice que admite su situación con estoicismo, sin más. Una idea sin desarrollo, donde todo pasa por ver como todos sus amigos van muriendo de cáncer o enfermedades análogas. La vida o vejez (o muerte) plasmada como una masacre.

Y esas son las pérdidas de las que hablaba en un principio. Pérdidas no sólo físicas, pues también alejará de su lado a su hermano Howie, un dechado de virtudes que lo tiene todo, y que es el contrapunto perfecto para hundirlo aún más en su medianía.

El protagonista es simple, carece de cualquier relieve, sus reflexiones son naderías y no me creo nada de lo que me cuenta. Nada. Así que sobre esa premisa, su arrepentimiento me parece una pose, un estoicismo que no es tal.

Además y lo que es peor, Roth, se despacha con una forma de narrar tan simplona, sublimando lo banal y superficial, hasta cotas tan elevadas que hace de lo vulgar y mundano su bandera y (al menos en este libro) estilo.
A pesar de que Everyman (título original de la novela) nos pueda concernir a todos, no se debe emplear una prosa vulgar para narrar una existencia vulgar.

Lean Stoner, y entenderán a lo que me refiero.

Años luz

Años luz (James Salter 1999)

James Salter
1999
Editorial Salamandra
384 páginas

Un libro te lleva a otro, una lectura a otra, una reseña a otra, un autor a otro.

Hace más de dos años leí este artículo de Antonio Muñoz Molina en El País, donde decía cosas como estas:

«Qué importancia puede tener una literatura que no induzca al insomnio y no nos deje en un estado de vehemencia parecida a la fiebre. Estuve leyendo Light Years (Años luz) a lo largo de toda una noche y sólo cuando alcé los ojos tras la última página me di cuenta de que había empezado a amanecer».

Finalmente, hace tres semanas, compré este libro de la editorial Salamandra, en bolsillo, por ocho euros lo leí y muy complacido quedé.

Algo, o mucho de lo que dice Molina hay en la prosa de Salter, la cual sin apenas estridencias te mete de lleno en ese arroyo que fluye, que borbotea, que se ralentiza y luego se remansa a lo largo y ancho de dos décadas, con una prosa de frases cortas como latigazos, con la que el autor nos va contando una(s) historia(s) que mete(n) el dedo en la llaga en lo tocante a las relaciones de pareja, a la asunción de la paternidad, al encaramiento de la adolescencia de los hijos y el posterior abandono del nido, a la fuga del deseo, al aburrimiento parejil, a esa anhelada libertad y la conquista de otros mundos, de otros territorios, de otras zonas de la personalidad eclipsadas e imposibilitadas por el matrimonio, una prosa exuberante, unos párrafos que inundan esta preciosa novela que vale la pena remontar varias veces, releerlos, fruta madura a la que ir sacando el jugo.

Personajes los de Salter que superados los cuarenta años parecen estar ya casi en su ocaso, en sus postrimerías, esperando un final, la muerte quizás, la cual lo cura toda, incluso la enfermedad de vivir.

Libros como este convierten la lectura para mí en un pasatiempo ineludible. Lean a Salter, está a Años luz de casi todos los escritores.