Archivo del Autor: Francisco Hermoso de Mendoza

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La belleza (Roger Scruton)

En su ensayo La belleza, Roger Scruton, el autor, parte de seis obviedades:

La belleza nos da placer. Una cosa puede ser más bella que otra. La belleza siempre es un motivo para prestar atención a lo que la posee. La belleza es el objeto del juicio: el juicio del gusto. El juicio del gusto se refiere a algo bello, y no al estado de ánimo de quien lo formula. Cuando describo a un objeto como bello, lo que describo es el objeto, no me describo a mí. No obstante, los juicios de belleza sólo pueden ser personales. No me pueden convencer sin que yo mismo formule mi propio juicio, ni tampoco puedo convertirme en experto en belleza mediante el simple estudio de lo que otros han dicho sobre los objetos bellos, sin experimentar y juzgar por mi cuenta.

A lo largo del ensayo Scruton no definirá la belleza, pero si mentará a otros que lo han intentado, como Hutcheston, para quien la belleza era la unidad en la variedad. O Kant (filósofo muy presente en el ensayo), para quien lo bello es lo que satisface inmediatamente y sin conceptos. Para el autor la belleza nos ofrece un lugar de solaz del que nunca nos cansaremos, aunque la belleza vaya desapareciendo de nuestro mundo porque vivimos como si no fuera importante. Y diferencia entre la belleza verdadera y la belleza falsa: el kitsch (que no es, en primera instancia un fenómeno artístico, sino una enfermedad de la fe), la afectación y la cursilería. Y entiende la belleza como objeto del juicio estético. Porque la contemplación nos lleva a juzgar estéticamente las cosas y a contrastarlas con nuestra experiencia.

Yendo a Kant, Scruton afirma que solo nosotros -criaturas dotadas de lenguaje, conciencia propia, razón práctica y criterio moral- tenemos la prerrogativa de la experiencia de la belleza. El autor va abordando la belleza humana como objeto del deseo, la belleza natural como objeto de contemplación, la belleza cotidiana como objeto de la razón práctica y la belleza artística como forma de significado y objeto del gusto.

Uno de los apartados más interesantes del ensayo tiene que ver con los criterios que necesitamos para el juicio de belleza. A qué atenernos para saber si algo es bello o no, como algo objetivo y no como fruto de nuestra subjetividad, y por ende, de nuestros gustos. La solución que ofrece Scruton es que necesitamos un juez fiable. De tal manera que los juicios sobre el vicio o la bondad precisarían la misma objetividad que los juicios sobre la belleza, que nos marca el camino, no de lo que somos sino de lo que queremos ser.

Un ensayo este de Scruton (traducido por Jordi Ainaud i Escudero) que nos permite abordar la belleza desde muchos puntos de vista, analizando el estudio de la belleza desde el comienzo de los tiempos, el papel que juega la belleza en el erotismo y en el arte, la profanación del arte y la religión a través de lo kitsch o el escaso interés que suscita hoy la belleza (quizás por el esfuerzo y el sacrificio que supone aspirar a ese ideal), apartada ahora por la violencia y la pornografía.

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Felizidad (Olga Novo)

Felizidad siento yo al leer los poemas de Olga Novo. Palabras que piden a gritos ser recitadas en voz alta, o bien cantadas, si nos dejamos mecer por las repeticiones que operan una suerte de musical y arropador estribillo. La transmisión de genes, la vida nueva, conecta padres e hijas, que pasan a ser madres, y en ese continuum el arado de la memoria va desbrozando recuerdos hasta el núcleo del sentimiento, porque ser madre es renaser, recibir bocados de alegría y esperanza. La poesía es el impetuoso corazón que da vida y cuida a las palabras, precisas, carnales, cenitales.

Traducción de Xoan Abeleira.

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Jugadores de billar (José Avello)

Publicada en Alfaguara en 2001, Trea recupera en 2018 la espléndida novela de José Avello. Justificadas las más de quinientas páginas, en el logrado empeño de José por describir al detalle las naturalezas humanas que conforman la narración; la del grupo de hombres que se reúne para jugar al billar en el Mercurio y cuyas existencias se irán desgranando con prolijidad.

Hilos narrativos que se van desprendiendo de la gran madeja que fue la guerra civil y un hecho sucedido en Oviedo.

Son hijos de los vencedores que atesoran un pasado obscuro, cuyos viles actos son ocultados hasta que una suerte de justicia venidera desvele un crimen pasado, ligándolo a otro presente y renovándolo.

El narrador es el cuarto amigo, anónimo, conocedor de la historia de los demás al dedillo. Así nos referirá los abismos a los que aboca el deseo insatisfecho (el que siente Álvaro hacia Verónica), las crisis de pareja (entre Manolo “Arbeyo” y Carmina), las consecuencias venenosas de la codicia (como la de Borja Molina), el amor timorato (de Floro por Adelina), la maldad en encarnada por el tío Álvaro, los abusos que mancillan dignidades.

Los saltos temporales están muy bien ejecutados y no suponen perder el hilo de la narración en ningún momento.

José maneja con destreza e inteligencia los sagaces diálogos, insufla el texto de humor e ironía, sin sustraerse al dramatismo que menudea de principio a fin, retratando los claroscuros del alma humana, la escala de grises en la que se plasman los sueños, ambiciones y anhelos de todos ellos.

Aquí las palabras tienen peso y gravedad, sentido y significado.

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Hypericon (Manuele Fior)

En 2022 se cumplió el centenario del descubrimiento de la tumba del faraón Tutankamón.
La joven Teresa obtiene una beca para acudir a Berlín a preparar una exposición sobre dicho descubrimiento, a mediados de los noventa.

Si la estancia en Berlín le proporciona la deseada independencia, tanto como la posibilidad de visitar una ciudad para ella desconocida, su vida se trastoca cuando conoce a Rubén, un joven italiano que exprime las ubres de la vida amamantado por la manutención mensual que le pasan sus padres, la cual le posibilita llevar una vida bohemia, habitando inmuebles okupados, caminando por el lado más salvaje de la vida, frecuentando locales donde menudea al desenfreno alcohólico y sexual.

Surge entre Teresa y Rubén el amor, y algunas viñetas presentan sexo explícito.
El caso es que entre ellos se crea un lazo difícil de romper, más allá de sus respectivas inseguridades, dudas y deseos.

Hypericon

El descubrimiento de la tumba de Tutankamón, uno de los dos hilos narrativos del cómic, fue todo un hallazgo, al descubrirse completa junto a todos los tesoros. El artífice fue Howard Carter, del cual leeremos algún fragmento de sus diarios.

Hypericon

El título, Hypericon, hace mención a la flor que formando una corona encontraron en la máscara funeraria de Tutankamón. Un amuleto que servía para espantar los demonios y que hoy se sigue comercializando por sus beneficios para la salud.

Fior alterna los colores cálidos, ocres, en la historia que sucede en Egipto, con otros colores más fríos en la historia que transcurre en Berlín. Incide asimismo en retratar al detalle los rostros de los protagonistas. Las viñetas explicitan bien la intimidad de la pareja, sus emociones y temores. Fior ofrece variedad en sus dibujos y dinamismo en la narración.

Traducción de Regina López Muñoz.

Bueno.