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Biografía de una idea y otros relatos (Sigismund Krzyzanowski)

Biografía de una idea y otros relatos, (seis más) comprenden este original libro de Sigismund Krzyzanowski (1887-1950), editado por Ediciones del Subsuelo con traducción de Marta Sanchez-Nieves (corresponsable de la espléndida traducción de Memorias de Anastasia Tsvietáieva) un perfecto desconocido para mí hasta hace apenas 72 horas.

El periplo de una Idea desde la mente del sabio que la concibe hasta las páginas que la acogen. Un vendedor ambulante de sistemas filosóficos que acaba regalando aforismos. Una estatua que cobra vida por una noche. Una reunión de amantes en la pupila de una mujer. El hombre que fabricaba puntos de interrogación. Un experto en falsificaciones que recibe una ayuda inesperada. Un poeta al que hay que extirparle ciertas palabras.
Leyendo esta información a modo de sinopsis ya entrevemos que Sigismund Krzyzanowski pretende captar nuestra atención desde el minuto cero con planteamientos originales, resueltos luego unos mejor que otros (Los poco-poquísimos, por ejemplo, sin ser de los relatos más extensos se me caía de las manos en sus postrimerías), porque no se trata tanto de epatar al lector sino de que el interés no decaiga, y la singularidad de la prosa del ucraniano residente en Rusia tiene mucho que ver con su formación personal, dado que Sigismundo era hombre de mundo, curtido en las lides intelectuales con estudios de matemáticas, astronomía, filosofía, lenguas varias, autor teatral…, un erudito con todas las de la ley que cuando decide derramarse sobre el folio en blanco (con el mal fario de no poder ver nada publicado en vida) en aquel período de entreguerras mundiales lo hace con una imaginación que funciona a pleno rendimiento, tal que cuando uno lee estos relatos piensa que son atemporales, alucinados y alucinantes, que abren vías tales que uno confirma que la literatura es capaz de abrirse a cualquier planteamiento, como bien demuestra Sigismund, pues su lectura es de las que abocan a la perplejidad y algo curioso, a pesar de la irrealidad delirante que recorre todos los relatos, uno se ausculta frente al espejo y traga saliva esperando encontrar ya no algo, sino a alguien, en la pupila. Casi nada.

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