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Relaciones y soledades (Arthur Schnitzler)

El cierre de los kioscos es un hecho evidente en todas las ciudades de España. Así en Logroño. En uno de los pocos que todavía permanecen abiertos adquirí este libro de aforismos de Arthur Schnitzler (con traducción de Joan Parra), autor que tengo en alta consideración después de haber leído novelas suyas como Relato soñado, Morir, Apuesta al amanecer, Tardía fama o El teniente Gustl.

Como bien se apunta en el prólogo, el aforismo viene a ser una cápsula de pensamiento condensado que revela no solo a la filosofía del autor, sino también sus debilidades personales. Aquí el pensamiento se mueve a sus anchas, sin atadura de ninguna clase y destapa preguntas ocultas, mucha de ellas de plena actualidad:

La tolerancia frente a la intolerancia es el peor de todos los crímenes. Ni siquiera la intolerancia es tan grave.

Todo ese criterio insensato. Sentirse patriota. ¿Cómo sirve uno a su nación?, ¿Cómo le demuestra su amor? ¿Vociferando: soy un buen alemán, somos los mejores? ¿Dejando por los suelos a todos los demás? Ser patriota es procurar esforzarse al máximo dentro de la capacidad de cada uno; así prospera cada ciudadano y prospera la nación. Para la patria sólo cuentan los que trabajan; los que se limitan a sentirse patriota están de más.

Si te sientes propenso a la reconciliación, pregúntate, ante todo, qué es lo que te ha hecho tan manso: la mala memoria, la comodidad o la cobardía.

La inteligencia y la bondad prefieren presentarse sin máscara.

Franz Kafka

Carta al padre (Frank Kafka)

Kakfa escribe esta carta a su padre, que éste nunca leyó, en 16 días, del mes de noviembre del año 1919. En la edición que he leído de Debolsillo son 75 páginas (sin contar el prólogo y las notas), que he leído compulsivamente. Es interesante saber lo que pasó con la carta, porque parece ser que Kakfa no tenía intención de que se hiciera pública y que al final, como ha sucedido -en beneficio nuestro- cualquier fulano de cualquier parte del mundo y de cualquier época, posterior al deceso de Kafka pudiese conocer de primera mano cuales eran los sentimientos de Kafka hacia su padre.

Dicen que este carta es el documento autobiográfico más completo, más sincero, y de mayor recorrido temporal de cuantos legó Kafka a la posteridad.

Sincero sí que resulta, porque Kafka deja su alma en cueros, y dirige hacia su padre unas palabras en los que éste se erige como un tirano, que siempre desaprueba lo que sus hijos dicen y hacen, sus sueños e inquietudes, sus amistades y compañías. De este modo, día a día, la férula paterna va haciendo mella en Kafka, depositando en su interior un sentimiento de culpa y una falta de autoestima que le acompañarán por siempre, así como miedo y temor hacia figura paterna, la cual nunca reflexiona sobre lo que hace o dice, sin darse cuenta por tanto del daño que genera a su alrededor, y que a Kafka no deja de lacerarlo en todo momento. De niño Kafka echa de menos en falta a un padre más comprensivo, un pecho en el que llorar, alguien con quien hablar, y luego cuando consigue sortear los estudios primarios y de bachillerato, hace derecho y consigue un puesto de funcionario que sabe que no le aportará ninguna satisfacción, pero al que parece verse abocado. En el terreno amoroso tampoco le irá bien, no acaba de ver la luz con ninguna de sus pretendientes, y la potencial emancipación que conllevaría el enlace matrimonial, se queda en agua de borrajas.

Lo original de la epístola es que después de lamentarse de todo lo que hace su padre, durante toda la carta, le da a éste un turno de réplica -poniéndose en su lugar-, en la que Kafka reflexiona en qué medida, la influencia de un padre puede condicionar la existencia de un hijo, y llegar a desbaratarla. Y en qué medida la forma de ser del hijo hace que sea más permeable a la influencia paterna.

La carta resulta prolija, certera, precisa, meditada y los sentimientos del Kafka niño son explícitos en el afecto que no recibe, en la violencia paterna que no es física, pero que hiere igual o más que esta, en el desprecio paterno ora latente, ora patente, en la educación basada en la fuerza, el ruido y la ira (demoledora la escena de la galería), el uso de la ironía paterna, el ser reñido en tercera persona; todo ese caldo de cultivo en donde ciertas existencias se diluyen, así Kafka.

Debolsillo. 118 páginas. 2012. Traducción de Joan Parra