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El frágil orden del universo (Eduardo Quijano Sánchez)

El libro de relatos El frágil orden del universo supone el interesante debut en la escritura de Eduardo Quijano Sánchez.

Son veinte relatos divididos en seis secciones que mantienen una unidad.

A tenor de los nombres de los personajes, de la querencia del autor por Bukowski (hay una cita de Charles en el vestíbulo del libro: Estamos aquí para reírnos del destino y vivir tan bien nuestra vida que la muerte tiemble al encontrarnos) y de la taxonomía humana presente, abundante en perdedores, borrachuzos, harleys, carreras de caballos (en el relato California en el que parece que hay gente a la que es imposible que la suerte le sonría por mucho que lo intente, la suerte)… todo me lleva a situarme mentalmente en cualquier villorrio de los Estados Unidos.

En la mayoría de los relatos los protagonistas son dos hombres, pueden ser amigos a los que les vale compartir el mismo tiempo y espacio mientras la vida sucede (Tormenta) o como en una secuencia torrentiana abrirse a hacerse unas pajillas y ver qué pasa (Los accidentes suceden), que quedan para cazar y descubran llevar en las cabezas cornamentas similares a las piezas de caza que quieren liquidar (Sensatos hombres blancos), que deciden amputarse un brazo como un acto de solidaridad con un amigo manco (El precio de una amistad) o como el resultado de una apuesta (El frágil orden del mundo), o bien por una discusión cinéfila, a cuenta de Blade Runner, son capaces de llegar a las manos (Sirenas) o un padre y un hijo, que son tal para cual, (Ratas), aunque también hay espacio para las relaciones de pareja vencidas por la monotonía y aliviadas por las Aficiones (que da título al relato) como los gusanos de seda; el amor, aunque como no podía ser de otro modo, sea con una mujer que tiene el corazón de hielo (Múnich), o bien ese amor que conduce a una mujer tan enigmática, y a la que es tan difícil llegar a su núcleo, que esta situación en manos de un científico, deviene en una ecuación irresoluble, y que solo puede tener un final (Un hombre racional).

Los relatos se despliegan como flores carnívoras en diálogos cortos, entre aquellos que se conocen tanto que no precisarían hablar para comunicarse. Y como bien se apunta en la contracubierta, el texto sí me arrima al comic underground norteamericano (espléndida la portada de Francisco José Asencio) y me imagino las palabras servidas en bocadillos de texto, porque las situaciones planteadas son alocadas, delirantes y animadas por un espíritu que se sustrae a toda corrección política, tanto en el lenguaje empleado como en las acciones llevadas a cabo por los personajes en los relatos.

Y la manera de trascender lo prosaico para entonces elevar la cabeza del ombligo, de la botella de bourbon, de las cervezas calientes o de las nubes es echar mano de la ironía, de la imaginación; de este modo desfilarán por los relatos la Vida (A golpes con la vida), la Muerte (Lo último que pasó justo antes de irse todo a tomar por culo), el Destino y sus imprevistos (como se ve en el jocoso relato La penúltima decisión de Louis K con el destino), la Estupidez (Idiotas) o la Enfermedad (Insondable condición humana), planteando diversos cara a cara a los humanos, ante una batalla que siempre sabemos perdida pero que no nos impide librarla, porque validando la cita de Bukowski hay que reírse del destino, no queda otra.

Un relato que creo que sintetiza muy bien el espíritu gamberro y transgresor del libro es “Cadena de montaje” que pienso hubiera sido un buen epílogo para el libro, cuyos irónicos títulos vemos qué desdicen lo que luego desarrollan.

Eduardo Quijano Sánchez
El frágil orden del universo
2024
115 páginas
Cazador de Ratas Editorial

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