Cambiemos a Andrés por Emilio, la novela por el cómic, la lluvia amarilla por los cielos esclarecidos, pero mantengamos un pueblo de la España hoy vaciada (ubicado en el cómic en Teruel), y ampliemos el arco temporal (aquí contenido en la siembra, cosecha y labranza) para ir desde los años posteriores al final de la Guerra Civil hasta nuestros días.
Echemos la vista atrás y pensemos cómo ha cambiado España en estas siete últimas décadas. El cómic de David Sancho fija su atención en uno de estos pueblos, a quienes la modernidad fue vaciando, a medida que sus vecinos fueron a buscarse la vida en las grandes ciudades, como semillas buscando un suelo más fértil. La tecnología introdujo luego tractores que reemplazaron los arados y la mano de obra en el campo resultó sobrante, a medida que el sector primario perdía peso en el PIB respecto al sector terciario.
El libro incluye los años de la dictadura y el crucifijo, la llegada de la democracia, las primeras elecciones, el advenimiento de la televisión en color, el agua corriente, y más recientemente los pueblos desiertos pero alfombrados de paneles solares.
Muestra buena mano David para los diálogos; oralidad que cifra bien la esencia rural en su modos y costumbres. Alguna ilustración, ilustra muy bien, valga la redundancia, aquello de Pueblo pequeño, infierno grande, cuando los dimes y diretes, los chascarrillos y las maledicencias conviertan al prójimo en objeto de nuestros ataques.
Barbecho me ha resultado una interesante aproximación a los cambios acaecidos en nuestro país, desde la perspectiva de un pueblo, a través de los ojos de un nonagenario.
¿Qué pasa con esta tierra? Es la pregunta que pone fin al libro; pregunta muy gráfica y pertinente a medida que la despoblación es ya una realidad inexorable.