Crítica de la película Alatriste

Alatriste cartel de la películaAlatriste ha sido el gran éxito del cine español el año pasado. Tres millones de personas y una «recaudación torrentiana” lo avalan. La inversión publicitaria previa a su estreno, plasmada en televisión y prensa surtió efecto. Revistas de cine como Fotogramasy reconocidos críticos de cine hablaban maravillas de Alatriste y entre los espectadores el boca-oreja funcionó, si bien en la blogosfera cinéfila, al estrenarse, era difícil encontrar alguna crítica positiva a la película, alimentada de términos como aburrimiento, sopor, tedio, lenta, pesada…..
En las nominaciones de los próximos premios Goya, Alatriste es la película que opta al mayor número de galardones, nada menos que 15.

Una vez vista la película tengo claro que en aspectos varios: fotografía, vestuario, decoración, iluminación, dirección artística, etc Alatristre arrasará en los Goya, pues su puesta en escena y su factura técnica es magnífica, pero en cuanto a los premios importantes: mejor actor, actriz principal, de reparto, mejor película, director y guión adaptado, pienso que Alatriste no debería llevarse ninguno de ellos.

El actor principal encargado de llevar a la gran pantalla el personaje literario de ficción creado por Arturo Pérez-Reverte en su libros de la saga del Capitán Alatriste, es Viggo Mortensen. Viggo se vacía en su papel, demuestra su profesionalidad y talento, pero el resultado es fallido. Ese Alatriste que arrastra las palabras por el barro al hablar no engancha y su escaso carisma hace difícil conectar con él y por ende con sus andanzas y desventuras.

Ninguno de los personajes de esta película convence. Como en las películas de Torrente donde uno de sus alicientes, mejor dicho, el único aliciente siendo muy benevolente es identificar el alud de cameos de los amiguetes que Segura deja trabajar en sus obras, en Alatriste pasa algo parecido. Todos los actores y actrices españoles querían formar parte del proyecto, en el papel que les tocara en suerte.

Así vemos a Juan Echanove caracterizado como Quevedo, en un personaje que si en los libros tienen peso específico, engancha y apasiona por su gracejo, en la película apenas le vemos el pelo. Lo mismo diremos de Javier Cámara en la piel del Conde Duque de Olivares, de Blanca Portillo como el Inquisidor Bocanegra (salta a todas luces que es una mujer por mucho que imposte su voz). Unax Ugalde como Íñigo Balboa pergeña una interpretación tan floja e insulsa como la de Elena Anaya en la piel de su querida y pérfida Angélica de Alqueizar, que se dedica a declamar con la mirada perdida en el vacío. A la artista María de Castro interpretada por Ariadna Gil uno se la imagina con más fuelle que la languidez con la que se nos muestra, finalmente Eduardo Noriega se viste de época para asemejarse al Duque de Guadalmedina. En el frente de batalla a Alatriste le secundan Garrote y Copons, el primero interpretado por el ubicuo Antonio Dechent y el segundo por Eduard Fernández. Son esta pareja de soldados los únicos que con sus apariciones logran avivar, aunque sea fugazmente la llama del interés.

Alatriste tiene un envoltorio primoroso, donde se sitúan los estáticos personajes, que no actúan, como si de un cuadro se tratara, por que a veces la película se asemeja a un cuadro, donde uno puede extasiarse con la belleza de lo que ve. De hecho alguno de los comentarios favorables que he oído iban por ahí.
algunas escenas parecen un cuadro de Velázquez”. Eso es fenomenal, pero si los personajes y sus acciones, su interacción a través de los diálogos, no consiguen captar nuestro interés, la película será larga y tediosa, que es lo que a mí me ha parecido.

Me ha sorprendido mucho que el indómito y libertario Reverte, que no se casa con nadie, haya visto con tan buenos ojos el resultado final. Todo han sido palabras de reconocimiento para el trabajo de Agustín Díaz Yanes. A mí como lector de la saga de Alatriste me mosquea bastante que en su paso a la gran pantalla, ésta haya quedado totalmente desdibujada, en una amasijo de escenas inconexas, donde el encargado de montaje debió irse de vacaciones y pusieron en su lugar un becario que hizo lo que pudo, porque la falta de ritmo es frustrante, eso sumado a una floja dirección de actores, consecuencia de un guión inexplicablemente insustancial, siendo obra de Agustín Diaz Yanes, afamado guionista, hace que “Alatriste” vague a la deriva ante nuestros incrédulos ojos, si logramos mantenerlos abiertos durante las dos horas y media que dura.

Reverte sabe igual que yo, que su saga de Alatriste es infinitamente mejor que la película. Otra cosa diferente es que se muerda la lengua, ya que a consecuencia de la película, ahora tres millones de personas conocen al Capitán Alatriste, lo que de manera indirecta repercutirá en la venta de libros de una saga que antes de estrenarse la película ya había despachado más de siete millones de ejemplares. Reverte acaba de publicar una nueva entrega de la saga “Corsarios de Levante”.

Alatriste me aburrió porque no me hizo entrar en la historia en ningún momento. Quizá haber leído los libros me predispuso a ver la película con unas expectativas que para nada se han cumplido. Más allá de su brillante puesta en escena, la materia narrativa hace agua por todas partes, el “pegar de aquí y de allá” fragmentos de los distintos libros, da lugar a una historia deslavazada, sin orden ni concierto, imperceptible interés, entre otras cosas porque nada sabemos de todos los personajes que salen en escena y tanto las idas y venidas de Alatriste al frente de batalla como sus devaneos sexuales con María de Castro me acaban importando un bledo. Se desaprovecha también la ocasión de hacer un retrato de la España del Siglo XVII que Reverte radiografía con buen pulso en sus emocionantes y divertidos libros.

De todas maneras puestos a defender lo nuestro es favorable que una película Española haya arrasado y recuperado con creces los 24 millones de euros que costó. Se demuestra que hay vida más allá de Torrente y de las películas de Amenábar y Almodóvar, como Los Borgia y Alatriste, dos películas de época han venido a confirmar, con su recaudación en taquilla.

Si no ha leído nada de Alatriste y llega virgen a la sala de proyecciones es muy probable que todo esto que le cuento le suene a chiste, y la película le guste, pero como el placer obtenido depende del placer esperado y yo me las prometía muy felices antes de su visionado, con una “orgía de los sentidos”, Alatriste me ha producido un «coitus-interruptus» que me ha cortocircuitado el ánimo y ha nublado mi visión de la realidad, así que lo aquí dicho pueden cogerlo con papel de fumar.

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