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La canción del cielo (Sebastian Faulks 1993)

La canción del cielo portada libro Sebastian Faulks

La canción del viento contiene varias historias, pero hay tres que sobresalen sobre el resto. La mayor parte del libro transcurre durante los años de la Primera Guerra Mundial, Guerra que no ha tenido tanta repercusión mediática como la Segunda (sin desdeñar la batalla del Somme), quizá porque a día de hoy ya no hay nadie vivo de esos que participaron en la misma. En la década de los setenta Elizabeth es una chica de casi cuarenta años, que nació al poco de morir su abuelo Stephen, quien participó activamente en la Primera Guerra Mundial en el bando Británico. De repente siente la imperiosa necesidad de saber algo más de su abuelo, así que buscará y hallará en casa de su madre unos papeles escritos por su abuelo empleando unos códigos, que serán finalmente descifrados por un conocido de Elizabeth.
El autor parece que a través del personaje de Elizabeth quisiera hacer hincapié en lo importante que es mantener viva la llama de la memoria, a fin de saber quienes fueron y qué hicieron quienes nos precedieron, y de rendir también tributo a esos que murieron en los campos de batalla, luchando por porciones de tierra, en el horror más absoluto, como una segunda piel bajo la guerrera, sin obtener más reconocimiento, las más de las veces, que una carta de algún superior agradeciendo a los progenitores o a las desconsoladas viudas la extraordinaria labor desarrollada por su hijo o esposo muerto en el frente y las señas recogiendo dónde se encuentra emplazada su tumba.

En 1910 el joven Stephen llegará a Francia, a Amiens, donde se pondrá al día de la manera de trabajar de Azaire empresario francés textil, dado que la empresa británica para la que trabaja Stephen piensa invertir en la misma y precisa informes detallados sobre la situación de dicha empresa. Stephen se aloja así en casa Azaire quien vive junto a su mujer y dos hijos (de su anterior mujer, que murió). Poco tarda Stephen en caer enamorado de Isabelle, y ésta a pesar de su situación de mujer casada, con dos hijastros, y ser nueve años mayor que su amante, se lía la manta a la cabeza y huye con Stephen. El autor da buena cuenta de la pasión sexual a la que ambos sucumben en sus encuentros al abrigo de miradas ajenas. Pero la pasión se alimenta y se vacía con igual rapidez, y luego más calmados, ya sin el morbo propio de lo prohibido, presos de lo convencional, sin apenas sobresaltos diarios, caen en la rutina, de la que Stephen escapa atónito cuando constata que Isabelle le ha abandonado, llevando en el vientre un hijo del que Stephen desconoce su existencia.

El abandono conlleva el desencanto existencial y pasados unos años ahora Stephen se halla de nuevo en Francia, en el bando británico, luchando junto a los Franceses frenando el avance de los alemanes en la zona de la Picardía Francesa.
Es esta parte del libro la que me ha resultado además de entretenida, vibrante y apasionante. Aquí Faulks hace una jugosa descripción del frente de batalla, de la camaradería entre los soldados, las penosas condiciones en las que malviven en las trincheras, con una miríada de personajes como Weir, Jack, Gray, Brennan.. bien trazados y humanos, todos ellos conviviendo bajo un mismo sol, sobre una tierra que a menudo los devuelve a su vientre, cuando sus cuerpos caen merced a algún obús, o a la bala de algún paco avispado. Mención aparte para los zapadores, que como ratas bajo tierra, escarbaban túneles que muchas veces les servía de tumbas improvisadas, y entre ellos Jack Firebrace, que con su historia de amor hacia su hijo John se erige también de cara al final como otro de los protagonistas medulares.

La manera que tiene Faulks de narrar los años de la guerra y los que tienen lugar en los setenta difiere considerablemente (algo que entiendo pretendido por Faulks, dado que cuando quiere sabe hacer apasionante sus narraciones). En época de guerra todo parece tener un fulgor especial, una fuerza inusitada, como si ese no saber qué pasará mañana, les haga a esos hombres estar en constante excitación o abatimiento, más allá del bien y del mal, pero al fin y al cabo vivos, con el aliento, quien sabe si del diablo sobre sus pescuezos mugrientos y sudados. En el momento presente los tormentos de Elizabeth se antojan naderías, hechos banales y superficiales, acontecimientos mortecinos y reiterativos, de ahí que sus devaneos sexuales con un hombre casado, o su indagación del pasado me parezca algo totalmente accesorio que resta intensidad a la historia bélica de Stephen y sus hombres.

Como ocurría con el personaje de San Manuel Bueno Mártir, ese sacerdote que va perdiendo la fe como quien se desprende de la mugre en cada baño, a veces es la gente desencantada la que mejor ejerce su profesión, porque no esperan nada su trabajo, ni de la vida. Así, Stephen no tiene especial interés en seguir vivo, pero sí mucha suerte y es sólo su curiosidad por saber cómo acabará esto lo que le hace seguir adelante, no impelido por un espíritu heroico, sino por mera y simple curiosidad.

9788415289753

El corazón de las tinieblas (Joseph Conrad, 1902)

Desde que en su día viera Apocalypse Now, tenía ganas de leer el libro que sirvió de inspiración al film.
La búsqueda de un tal Kurtz, que alejado del mundanal ruido, verá como un soldado se dirige a su encuentro con el fin de matarlo. El libro se titula «El corazón de las tinieblas» y lo escribió Joseph Conrad, experto navegante. El libro consta de pocas páginas y es recomendable leer el prólogo de Mario Vargas Llosa. Luego el libro es una sátira contundente, porque al tiempo que parece que el dramatismo lo inunda todo, te invade una sensación de hilaridad desbordante, como cuando Kurtz grita «oh, el horror, el horror».

Comienza con Marlow a bordo de un barco, contando sus periplos en el mar a sus compañeros de tripulación. De rondón les contará el viaje que hizo por un río (El Congo) y la huella que dejó en su ser, el contacto con Kurtz. Con una prosa envolvente, rica en matices, Conrad consigue meternos de lleno en esa tupida selva, en ese infierno vegetal, un río sin orillas similar al oceáno donde es fácil perderse, quedar reducido a la esencia, volver al primitivismo más esencial y constatar al retomar de nuevo el contacto con la realidad, que la civilización de hormigón le provoca tantas naúseas como unas cabezas degolladas sobre unos postes de madera. De paso deja en su sitio a Leopoldo II, un rey tan asesino como lo fue Hitler o Stalin.

Réquiem Alemán (Philip Kerr 1991)

Tras Violetas de Marzo y Pálido Criminal ahora acabo de leer el tercer libro de la sextología Berlín Noir. Me ha parecido del mismo nivel que Violetas de Marzo. Kerr se controla un poco más en su vis cómica y abunda más en la descripción de los ambientes y emociones, como si el contexto histórico calase más la historia que en sus anteriores libros.

Ya ha acabado La Segunda Guerra Mundial, nos encontramos en 1947, algunos jerifaltes nazis se han suicidado como Himmler, otros buscan cambiar de identidad e incluso colaborar con los americanos como espías. Berlín está dividido en cuatro, en manos de americanos, británicos, franceses y rusos (o ivanes como les llama Bernie).

Bernie se traslada a Viena a resolver un caso que lo tendrá en esa ciudad una larga temporada. Debe demostrar que un tal Becker no es el asesino de un americano. La cosa pinta mal porque todo apunta sobre Becker. Austria también sufrió las consecuencias de los bombardeos y Viena sin llegar a los límites de Berlín (..»comparada con Berlín, Viena tenía un aspecto más limpio que el escaparate de un enterrador…») expone también sus heridas de guerra. Curioso es el comienzo del libro donde un equipo de rodaje quiere rodar una película sobre los estragos de la película, en Viena, y donde las obras de reconstrucción que se van a llevar a cabo les supone todo un problema.

En su investigación Bernie entrará en contacto con los americanos, con gente de la que uno no sabe nunca bien para quien trabaja, como en el caso de Belinsky, compañero de andanzas, pues todos parecen ser agentes dobles o triples. Bernie ahora está casado con Kirsten, si bie la cosa no parece pintar muy bien, pues esta no es reacia a hacerle un francés a un americano ni un griego a un británico.

Como es habitual en Kerr, las 400 páginas del libro son objeto de ser devoradas con voracidad por un lector complacido que se deja arrastrar por Viena de la mano de Bernie, testigo de una época que hizo historia, mientras los antaño nazis supervivientes se visten de civil, se ocultan entre la población civil y siguen medrando protegidos por los suyos.

Ahora a hacerme con el libro Unos por los otros, en pos de la culminación de la sextología.

Petirrojo (Jo Nesbo 2000)

Jo Nesbo Petirrojo

1º) Flaggermusmannen (1997)
2º) Kakerlakkene (1998)
3º) Rødstrupe (2000) – Petirrojo
4º) Sorgenfri (2002) – Némesis
5º) Marekors (2003)
6º) Frelseren (2005)
7º) Snømannen (2007)
8º) Panserhjerte (2009)

De la saga protagonizada por el inspector Harry Hole, se han publicado los libros arriba citados. En España conocemos tan solo Petirrojo y Némesis. El primero se publicó en 2008, el otro en 2009, ambos en la editorial RBA. Hace un tiempo comenté algo de Némesis, libro que me había gustado mucho. Ahora he leído Petirrojo y vuelvo a estar satisfecho. Debería haber leído primero Petirrojo, dado que algunas de las cosas que suceden en Némesis, se entienden mejor si se ha leído el libro precedente, algo por otra parte normal cuando se trata de una saga.

Petirrojo arranca fuerte con una amenaza de atentado. A Noruega vienen jefazos políticos, entre ellos el presidente de los EEUU y todo debe salir bien. Hole disparará a un hombre, presunto terrorista que resultará ser de un cuerpo de seguridad. Aquello le supone un ascenso y el rango de comisario.

En Némesis, sabemos que Ellen, su compañera del alma muere, y aquí sabemos cómo sucede y quien lo lleva a cabo. Mientras por ahí pululando hay un francotirador, un abuelete al que le han diagnosticado un cáncer que lo matará en menos de doce meses. La historia alterna el tiempo presente con otras sucedidas en el año 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, con un grupo de soldados noruegos que luchaban contra el avance bolchevique, en el bando de Hitler.

A fin de no destripar mucho las entretelas de la historia, tampoco es menestar ahondar más en la trama. Apuntar eso sí que Nesbo controla bien los resortes de la escritura, que las casi 600 páginas, quien suscribe las ha devorado, siguiendo las andanzas de Hole y de Urías, de Daniel y Helena, y de toda esa galería de personajes que nos acercan penachos de una historia que dista tan solo seis décadas en el tiempo. Nesbo cuestiona, a través de sus personajes, el papel de Noruega durante la Segunda Guerra Mundial, la marcha del país del monarca y del príncipe heredero, del papel que jugó su ejercito, y de esos que a última ahora, cuando la balanza ya se inclinaba hacia un lado tomar parte del bando ganador.

Con respecto a Némesis, Petirrojo si que tiene ciertas cosas que creo pueden suprimirse a fin de que la historia gane en intensidad. Tibio me deja su historia de amor de Hole con Rakel, su buen rollito con el hijo de este, ya que ahí me sabe a tópico del bueno. Cuando la historia se ambienta en el pasado, la vida en las trincheras, los devaneos que se trae Hole para resolver el caso, es cuando Nesbo da, a mi entender, lo mejor de sí mismo y donde lo leído resulta apasionante.

Si RBA, sigue traduciendo al castellano más libros de Nesbo, de los 6 que todavía restan, pienso seguir comprando sus libros y leyéndolos.