La escritora Verónica Nieto ha leído, rumiado y reseñado en su blog Rumiar la biblioteca mi novela Cuando el corazón se cierra hace más ruido que una puerta.
Leer la reseña aquí.
Muchas gracias, Verónica.
La escritora Verónica Nieto ha leído, rumiado y reseñado en su blog Rumiar la biblioteca mi novela Cuando el corazón se cierra hace más ruido que una puerta.
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Muchas gracias, Verónica.
Noche italiana es una breve y simpática obra de teatro coral, con más de veinte personajes, sin tener en cuenta los republicanos y fascistas, escrita por Ödön von Horváth en 1931, publicada ahora por Ápeiron Ediciones con traducción de Roberto Vivero, poco antes del ascenso al poder de los nacionalsocialistas alemanes.
Como en esos partidos de fútbol en los que las respectivas hinchadas ven la ocasión perfecta para liarse a mamporros, aquí puede suceder algo parecido, pero afortunadamente la sangre no llegará al río.
Por una parte están los defensores de la República de Weimar que quieren celebrar su noche italiana (no se dan muchos detalles acerca de en qué consiste dicha celebración). Por otro lado están los fascistas con sus vivas a la patria. Y la retahíla de que los judíos son los que los llevaron a la guerra; la primera se entiende.
Como bisagra la figura del tabernero, haciendo negocios al sol que más calienta. Despotricando con los cambios de los colores del Reich en las banderas.
Uno de los personajes centrales es Karl, que encarna los ideales republicanos. No falta el humor como se aprecia en una de las conversaciones que Karl mantiene con una mujer, con Leni. Le dice que nunca podría armonizar a largo plazo con una mujer que tuviese una cosmovisión diferente a la suya, a lo que la mujer le contesta que todos los hombres tienen la misma cosmovisión. O la conversación entre Adele y su marido: el concejal. Ella es sabedora de que su marido es un proletario por fuera y un capitalista por dentro. Veremos luego que también es un cobarde.
Encima de la mesa está asimismo la pugna entre los viejos y los nuevos valores. Encarnados en el concejal y en Martin, respectivamente. Y un desenlace cuya tensión va en aumento en un cara a cara entre republicanos y fascistas a cuenta de una estatua del soberano cuyo rostro ha sido pintado de rojo y donde todas las sospechas recaen en el bando republicano.
Noche italiana
Ödön von Horváth
Traducción de Roberto Vivero
Ápeiron Ediciones
2025
74 páginas
Video de la presentación.
Ojo, La isla, escrita en 1913, de Hugo Wolf, no es una obra del famoso compositor de óperas y reconocido autor de lieder, del mismo nombre y apellido, del que ya he dado cuenta en anteriores ocasiones, al comentar tres libros suyos o que versan sobre él, publicados todos ellos en Ápeiron Ediciones, con traducción, al igual que el presente, de Roberto Vivero.
Leo en la página de la editorial que Hugo Wolf (1888-1946) fue un escritor austríaco que llegó a publicar en algunas de las más prestigiosas revistas en lengua alemana del primer tercio del siglo XX (como, por ejemplo, Die Fackel, Der Brenner, Sturm, Simplicissimus, Jugend y März). Mantuvo una relación de amistad con hombres como Ernst Krenek, Stefan Zweig y Joseph Roth. Perseguido tras el Anschluss, huyó con su familia a los Estados Unidos
La Isla es una obra de teatro breve, algo más de cien páginas. Se ambienta en una isla del archipiélago indio (así se dice en el Primer Acto; también se dice que el lugar es más un sueño que una realidad).
En la isla está descansando o en un estado recreativo, casi vegetativo, un grupo de hombres europeos. No parece que la isla esté habitada, pues no hay “salvajes” en la isla, pero sí edificios o cabañas, en las que se alojan. A la cabeza del no muy nutrido grupo está François, marqués de Grenier, el cual está allí buscando una flor que no encuentra. A su vera, su mujer, Claire-Maire. Hay una actriz Michette Carlin, la cual trae a todos los hombres de cabeza por sus artes de seducción. A su lado está el actor Branguin, que la pretende con escaso éxito; el joven Henri Marlette, protegido de François y al que trata como a un hijo, pobre de salud y afectado del corazón. El grupo lo completa un médico: Rosny; un editor, Saville; el capitán del barco, porque a la isla han llegado en barco, y, finalmente, Collard: el timonel, quien llevará el curso de esta historia por derroteros insospechados.
Como en todo buen folletín no deben faltar los líos de faldas, las amantes, los secretos desvelados, los malentendidos, incluso una muerte, que está por determinarse si ha sido voluntaria, o si se trata de un homicidio, en cuyo caso parece haber candidatos de sobra.
Los amores y desamores son aquí intensos y conducen al éxtasis y al exitus. En estas lides solo vale el todo o nada, el conmigo o sin mí. Y de esta manera Wolf despacha la obra en cuatro actos que van ganando en intensidad, hasta un final que parece extraído de una novela negra. Si bien, aquí, no hay un detective buscando al asesino o asesina, sino distintos personajes que a saber por qué motivaciones deciden erigirse como responsables de la muerte. Y uno de ellos será François, porque el pobre marqués fantasea con ser lo que no es, aunque no está llamado a ser un hombre de acción, ni tampoco dispondrá de ese carácter aristocrático que defendía Nietzsche, tal que el devenir de los días lo conducirá a la inacción y el apocamiento, de ahí que se vea impelido a dar un golpe en la mesa y agitar la realidad con la esperanza de que algo cambie, aunque no parece que vaya a ser él quien salga ganando con todo este letal embrollo, como se verá en el frenético desenlace.
La Isla
Hugo Wolf
Traducción de Roberto Vivero
Ápeiron Ediciones
2025
118 páginas